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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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equívoco, podría achacarlo a la piedad y cariño, que inspira una prima, joven y recién viuda, se<br />

preparó a disfrutar <strong>de</strong> encuentro no programado.<br />

Destinada la tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>l jueves a los preludios <strong>de</strong> un amor, a disfrutar hasta la madrugada <strong>de</strong>l viernes,<br />

sintió el aguijón <strong>de</strong> la duda. Queriendo saber si era verdad lo <strong>de</strong>l parentesco, inició interrogatorio<br />

apretado, que Rosita abortó, apenas adivinó la intención. Sabiéndole atrapado, pues nunca podría<br />

contar la verdad a su mujer, se sinceró entre risas.<br />

- ¡Lo confieso!. Estaba en un apuro con la historia <strong>de</strong>l panteón. Tener al muerto en la catedral, es<br />

importante. Para mi futuro y el <strong>de</strong> mis hijos. ¡No todo el mundo pue<strong>de</strong> compartir eternidad con los<br />

reyes!. A<strong>de</strong>más se sabe que el rey quiere resucitar entre amigos. Es <strong>de</strong>cir, que si aguanta al muerto,<br />

es porque le gustó. El que le cae mal, no encuentra ni un agujero en el columbario. Yo estoy por<br />

creer que hasta lo sacaría, si cambiase <strong>de</strong> opinión. Cómo estaban las cosas, probar que Ubaldo<br />

moría en buena relación con palacio, ¡era primordial! ¡No sabes lo que impresiona a los jueces! Si<br />

hubiese tenido que llevarlo al cementerio, ¡me sacan a subasta hasta la cama! Me hubiese quedado<br />

lo <strong>de</strong> fuera para vivir. Pero por ahí no es lo mismo. ¡No te conoce nadie!.<br />

De no estar literalmente encoñado, Gerardo la hubiese estrangulado.<br />

- ¡Bien!. Pero yo, ¿qué tenía que ver en esto?<br />

- Cuando ganaste las elecciones, observé la coinci<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> apellidos. ¡Y la olvidé! Pero en el<br />

hospital, sola con la notificación <strong>de</strong> embargo, me vino la inspiración. Cómo no tenía nada que<br />

per<strong>de</strong>r, me inventé lo <strong>de</strong>l primo. Me dije que un título mola. Y que si salía bien, ¡con eso que me<br />

encontraba!. Cuando apareciste, supe que había ganado.<br />

Se sintió inquieto por puro instinto. Y preguntó.<br />

- ¿De qué murió tu marido?<br />

Rosita hizo un gesto vago.<br />

- De nada... Y <strong>de</strong> todo<br />

- ¡Algo tendría!<br />

<strong>La</strong> mujer estalló en una carcajada.<br />

- ¿Qué quieres que tuviese? ¡Un empacho <strong>de</strong> prepotencia! Se enteró <strong>de</strong> <strong>de</strong>masiadas cosas. Y cuando<br />

alguien tuvo la i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> sacrificarle, porque no quedaba más remedio que quemarle, se puso farruco.<br />

Sacó papeles, exigió que le sacasen limpio como una patena y amenazó con la prensa, creyendo.<br />

Como tú, creyó que la tenía bajo el zapato. ¡¿Pero que prensa?! ¿<strong>La</strong> que ponía firme <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

banco? El imbecil no sospechaba que le obe<strong>de</strong>cían, porque se lo mandaban. Bastó una or<strong>de</strong>n en<br />

contrario, para que le pusiesen como los trapos. Comprendió que <strong>de</strong> fronteras a <strong>de</strong>ntro era<br />

inofensivo. Y fuera no tenía nada que hacer. Si le creían y hurgaban, ¡podía ser peor!. Porque lo<br />

normal es que repitan lo que se dice aquí. Pero si los buscas, se lanzan sin miramientos. Le dio el<br />

perleque cuando tenía que ser. Para que los otros se lo tuviesen por dicho.<br />

- En el tanatorio me dijeron que fue repentino, ¡pero natural!.<br />

- ¡Por supuesto! No hay corazón que siga funcionando, si tropieza con ciertas cosas. Hubiese<br />

podido durar unos días. Depen<strong>de</strong> <strong>de</strong> la dosis y <strong>de</strong> la resistencia <strong>de</strong>l continente. Pero cascar, ¡cascas!<br />

Pienso que lo sospechó. ¡Supongo que lo esperaba!. Como yo. Hubiese podido <strong>de</strong>círselo a los<br />

médicos. O yo misma. Porque remedio hay. Pero no lo hicimos y no se dieron cuenta. ¡O no se la<br />

quisieron dar!. Es lo más probable. Y el corazón se paró, como el <strong>de</strong> todos los muertos.<br />

Gerardo reflexionaba.<br />

- Si nadie se enteró, no veo don<strong>de</strong> está la lección.<br />

- ¡Que te lo crees! Los que importa supieron <strong>de</strong> qué iba. Como lo hubieses sabido tú, <strong>de</strong> no estar en<br />

la periferia.

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