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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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- Si puedo ayudarte... Le admiraba tanto...<br />

Dio treinta mil pesetas. <strong>La</strong> viuda no quiso cogerlas, pero una vecina intervino.<br />

- ¿Para que están los amigos?. Te hacen falta y estos no pasan necesidad.<br />

Salieron entre muestras <strong>de</strong> amistad y gratitud. Luis se felicitó por el acierto. Gentes <strong>de</strong> todas las<br />

razas, incluida la blanca, lloraban al muerto. Su popularidad era peligrosa.<br />

- ¿Que te ha parecido? - inquirió Carlos<br />

- ¿Que?<br />

- ¿Que va a ser? ¡<strong>La</strong> viuda!<br />

- Lo que dijiste. ¡Cómo un tren!.<br />

- ¡Un tren en el que pienso montar!.<br />

- ¡Tu estas mal!. De quien tenemos que ocuparnos es <strong>de</strong> la gritona. No me gustan los traidores.<br />

- Me informé y más vale <strong>de</strong>jarlo. Es <strong>de</strong> gente que no se <strong>de</strong>ja buscar las cosquillas.<br />

Hubo acusación privada. El po<strong>de</strong>r hizo como que buscaba. Y los terroristas <strong>de</strong>l sistema se<br />

esfumaron. Tras dar la noticia, porque no quedó más remedio, la prensa se hundió en el silencio<br />

sepulcral, en que se entierran las cuestiones enojosas. Pero había pasado el tiempo en que la gente<br />

<strong>de</strong>jaba <strong>de</strong> hablar, <strong>de</strong> lo que no aparecía en letras <strong>de</strong> mol<strong>de</strong>. <strong>La</strong>s voces continuaron y la Asociación<br />

pro Dignidad <strong>de</strong>l Inmigrante, cuadruplicó el número <strong>de</strong> socios en una semana. Al continuar su<br />

crecimiento en las siguientes, la ten<strong>de</strong>ncia alarmó a la camarilla.<br />

- Si fuese una ONG paternalista o refugio <strong>de</strong> avispados, <strong>de</strong> los que se forran al pairo <strong>de</strong> las<br />

catástrofes, no tendría importancia. Pero estos no hablan <strong>de</strong> caridad. Se han aprendido la Carta <strong>de</strong><br />

los Derecho Humanos. ¡Y la usan!.<br />

Ignacio no ignoraba las andanzas <strong>de</strong>l hijo. Tampoco César <strong>de</strong>l suyo.<br />

- Confieso que no me gustan los negros. ¡Y menos los moros!. A la gente tampoco. Pero quieren los<br />

echemos con guante blanco. ¡Como si fuese posible!.<br />

Ignacio se manifestó realista.<br />

- Sin embargo, con algunos tenemos que tragar. Tenemos cuota y hacen falta. Sin moros, tendría<br />

que quitar las ovejas. No se encuentra un pastor.<br />

Marco Tulio habló <strong>de</strong> la calle.<br />

- Pero están los otros. Camellos, prostitutas... ¡Como si no criásemos bastantes!.<br />

- Tendríamos que seleccionar. El que trabaje don<strong>de</strong> hace falta, por lo que le damos, ¡que se que<strong>de</strong>!.<br />

Pero los otros, ¡fuera!.<br />

Aun siendo maestro en pucherazos, Gerardo temía a las urnas. En el fondo, le <strong>de</strong>bía cuanto era.<br />

- Aquí, controlamos. Pero la Asociación toca teclas. Fuera saca lo que le da la gana. Y tenemos que<br />

terminar por <strong>de</strong>cirlo. Lo <strong>de</strong> los tipos flipados nos ha costado un proceso, una pasta gansa en<br />

periodistas, que nos lavasen la cara. ¡Y tuvimos que cantarlo!. A muchos les hizo maldita la gracia.<br />

Y se rumorea que las pateras se hun<strong>de</strong>n con <strong>de</strong>masiada facilidad. De no haber enredado ese Amin,<br />

no se hablaría <strong>de</strong> estas cosas.<br />

Marco Tulio <strong>de</strong>jó entrever su primera preocupación.<br />

- Lo peor es que empiezan a llamarnos fascistas. Y Europa es como es. De repartirnos cargos y<br />

tomarnos por mo<strong>de</strong>lo, pue<strong>de</strong> pasar a llenarnos <strong>de</strong> fango. Así que los chicos, ¡en casa!.<br />

Ignacio se <strong>de</strong>fendió atacando.

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