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La Ilustre degeneración - Géminis Papeles de Salud

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limpieza, le regalaba trajes <strong>de</strong> firma, <strong>de</strong>sechados con una puesta, que valían muchas mensualida<strong>de</strong>s.<br />

Rebuscó y terminó confesándose que en su parentela, nadie tuvo categoría, para ostentar titulo<br />

nobiliario. Molesto porque un pariente cercano, logró lo nunca podría conseguir, <strong>de</strong>claró injusto que<br />

un político, <strong>de</strong> su nivel, mereciese menos consi<strong>de</strong>ración que un banquero, sin más distingo digno <strong>de</strong><br />

ser notado, que su amistad con la corona. Detenido el coche ante un semáforo, adjudicó la dignidad<br />

a Rosita.<br />

<strong>La</strong> puerta <strong>de</strong>l tanatorio se abrió, sin intervención humana. Los velatorios en serie, <strong>de</strong> reciente<br />

introducción, acabaron con los duelos a la vieja usanza. No había portalón, con media hoja cerrada,<br />

ni pliegos sobre una mesa, don<strong>de</strong> amigos y <strong>de</strong>sconocidos estampaban su firma. Tampoco portero<br />

enfundado en librea <strong>de</strong> luto, vigilante y saludador, que <strong>de</strong>dicaba al visitante el gesto acor<strong>de</strong> con su<br />

categoría. Desaparecieron los catafalcos, inmersos en salones Luis XV, cuyo mobiliario había sido<br />

diseñado para muy diferente ceremonia, porque se fueron, exterminados por la piqueta, los<br />

palacetes <strong>de</strong> cornisas <strong>de</strong> estuco y ventanas historiadas, que enmarcaban angelotes y guirnaldas<br />

flores. El enfermo <strong>de</strong> lujo ya no moría en su cama. Se apagaba en la UVI, para ser velado entre<br />

zócalos <strong>de</strong> mármol pulido, que reflejaban la luz <strong>de</strong> los blandones. Negro verdoso el que nos ocupa,<br />

tapizaba las pare<strong>de</strong>s hasta el techo, partiendo <strong>de</strong> un suelo <strong>de</strong>l mismo material y color, tan<br />

resbaladizo que parecía concebido para reclutar clientes.<br />

<strong>La</strong>s diferentes galerías partían <strong>de</strong>l enorme hall. <strong>La</strong> <strong>de</strong>stinada a los niños se distinguía, por haber sido<br />

tapizada <strong>de</strong> mármol rosa. Se dice que suben directamente al cielo, porque la muerte <strong>de</strong> quien no<br />

cogió gusto a la vida, por falta <strong>de</strong> tiempo, es menos trágica que la <strong>de</strong>l adulto, apegado a lo que <strong>de</strong>ja<br />

<strong>de</strong>trás, en especial si estando <strong>de</strong> vuelta <strong>de</strong> todo, aun le queda don<strong>de</strong> ir. Discreta puertecilla opaca,<br />

escondía la galería <strong>de</strong> los pobres. En opinión <strong>de</strong> los directivos, no era correcto que los ricos<br />

atisbasen las pare<strong>de</strong>s pintadas <strong>de</strong> blanco, generalmente <strong>de</strong>scascarilladas, que acogían a los menos<br />

pudientes. Repartidores <strong>de</strong> floristería, solemnemente uniformados, porque la muerte <strong>de</strong> pago es<br />

solemne, portaban coronas en todas direcciones, a paso ligero, <strong>de</strong>safiando el patinazo mortal. Antes<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>positarlas, confirmaban discretamente la personalidad <strong>de</strong> muerto, eludiendo error, que podría<br />

dar lugar a conflicto diplomático. Amigos, dolientes y curiosos, buscaban a su muerto en aquel<br />

albergue <strong>de</strong> cinco estrellas, que ofrecía a los cuerpos máximo confort y elegancia, en la última<br />

noche sobre la tierra.<br />

Por el ingenioso invento <strong>de</strong> la sociedad <strong>de</strong> consumo, situado en el extrarradio, <strong>de</strong>sfilaban los<br />

gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la tierra, siendo <strong>de</strong> este mundo y <strong>de</strong>l otro, entre viudas esbeltas y atractivas, a las que<br />

envidiaba la nonagenaria pizpereta, lamentando haber sido liberada fuera <strong>de</strong> tiempo. Llorosas o<br />

simplemente graves, las había que <strong>de</strong>jaban escapar un impúdico <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> vivir. Disimulado por la<br />

introducción oportuna <strong>de</strong>l velo, sirvió a ocultas rostros proclives a mostrar emociones, como el<br />

dolor, pero sobre todo el alivio <strong>de</strong> una libertad recuperada, con prima adjunta <strong>de</strong> acceso a una<br />

herencia, que habría <strong>de</strong> permitir, a los supervivientes, ofrecerse lo que el difunto les negaba.<br />

Miradas secas, lejanas o ávidas, hubiesen <strong>de</strong>svelado que la ausencia <strong>de</strong> sentimientos, reducía las<br />

relaciones familiares al plano <strong>de</strong> lo mercantil, <strong>de</strong> no ser por la introducción <strong>de</strong> la socorrida moda<br />

americana. Gerardo se cruzó con Cesar. Le acompañaba su mujer. Se saludaron, sin hacerse<br />

preguntas, seguros <strong>de</strong> acudir al mismo velatorio. El político envidió al cortesano, porque una esposa<br />

colgando <strong>de</strong>l brazo, <strong>de</strong>ba prestancia. <strong>La</strong>mentó que la suya no pudiese ser exhibida.<br />

Casó siendo cuadro <strong>de</strong>l PC, con camarada disciplinada y concienzuda. Aplaudido el enlace por la<br />

directiva, Marco Tulio <strong>de</strong>safinó <strong>de</strong>l coro, reprobando la elección. Al brillante porvenir, que<br />

vaticinaba a Gerardo, no le correspondía Matil<strong>de</strong>, por ser <strong>de</strong> las que engordan. De rostro agraciado<br />

y cuerpo aceptable, engordó efectivamente, sin <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ser cumplidora más que <strong>de</strong>cente en la cama.<br />

educadora ejemplar <strong>de</strong> los dos hijos que parió, buena cocinera, hacendosa en la casa, discreta en el<br />

vestir y hasta en el hablar. Atea por convicción, pero disciplinada por lo mismo, casó por la iglesia,<br />

porque se lo mandaron, <strong>de</strong>mostrando un saber estar, en todo momento, propio <strong>de</strong> alumna <strong>de</strong> las<br />

ursulinas. Aparecía cuando <strong>de</strong>bía, eclipsándose discretamente en el momento oportuno, recibiendo<br />

al esposo con igual naturalidad cuando llegaba a media tar<strong>de</strong> y fresco, que si aparecía borracho, <strong>de</strong><br />

madrugada, habiendo estado perdido durante días con sus noches, sin molestarse en avisar. Dotada

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