el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />
El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 103<br />
—No hay más razón de Estado que mí corazón.. . —Yo no he<br />
nacido para hacer <strong>el</strong> ridículo. . .<br />
Y otras muchas frases que no transmito a los lectores por<br />
falta<br />
material de tiempo.<br />
Después... El príncipe se detuvo y fumó largo rato pensativo y<br />
ensimismado. ¿Acaso buscaba soluciones a sus últimos conflictos? ¿Acaso<br />
dejaba vagar su imaginación por las regiones azulosas d<strong>el</strong> ensueño, como<br />
escriben los cronistas de provincias? Nunca se ha sabido con certeza.<br />
Mas sí se ha sabido que, de pronto, <strong>el</strong> príncipe Alberto Leopoldo<br />
Mariano Juan Ramiro de Cortherney reaccionó, se arrodilló en <strong>el</strong><br />
p<strong>el</strong>daño tercero de la escalinata, y volvió a ponerse de pie examinando un<br />
objeto que acababa de recoger de la alfombra.<br />
El objeto era un zapato femenino. Un zapatito d<strong>el</strong> número<br />
treinta y dos.<br />
Un príncipe prometido en matrimonio. ..<br />
Una recepción en Palacio. . .<br />
Una princesa que encuentra al príncipe muy hermoso. . .<br />
El príncipe que huye d<strong>el</strong> baile aburrido. . .<br />
Y <strong>el</strong> príncipe que, al bajar la escalinata, encuentra un<br />
zapato<br />
de mujer, un zapatito chiquitín, chiquitín, casi inverosímil. ..<br />
¿No ha pensado <strong>el</strong> lector en que aqu<strong>el</strong> zapato sólo podía<br />
pertenecer a la "Cenicienta"?<br />
Pues bien, señores, eso mismo pensó <strong>el</strong> príncipe Alberto<br />
Leopoldo Mariano Juan Ramiro de Cortherney al recoger d<strong>el</strong> su<strong>el</strong>o <strong>el</strong><br />
zapatito. El cual era primoroso, estaba const<strong>el</strong>ado de brillantes y tenía<br />
en <strong>el</strong> escote una perla tan pura y transparente como una gota de benzol.<br />
La perla ostentaba un oriente deslumbrador y un occidente magnífico.<br />
Alberto Leopoldo Mariano Juan Ramiro de Cortherney volvió a<br />
arrojar al su<strong>el</strong>o <strong>el</strong> cigarrillo, con lo cual consiguió dos cosas: contemplar<br />
a su gusto <strong>el</strong> zapatito y quemar la alfombra.<br />
Y la tradición pudo tanto en su ánimo, que, después de<br />
imaginarse <strong>el</strong> lindísimo pie a que debía pertenecer aqu<strong>el</strong> zapato, se dijo<br />
convencido:<br />
—No me casaré nunca sino con la encantadora criatura a quien<br />
pertenezca esta joya.<br />
Y con su firme resolución tomada, <strong>el</strong> príncipe Alberto Leopoldo<br />
Mariano Juan Ramiro de Cortherney subió nuevamente la escalinata y<br />
entró en los salones dispuesto a averiguar quién era la<br />
dueña d<strong>el</strong> zapatito d<strong>el</strong> número treinta y dos.<br />
Al pasar por <strong>el</strong> r<strong>el</strong>lano, <strong>el</strong> soldado, que era un alma ingenua,