08.05.2013 Views

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 121<br />

escalera, sobre todos los que bajaban y subían. Al acabárseme las hojas,<br />

tiré billetes. Cuando se me acabaron los billetes, me tiré yo.<br />

Caí sobre Fernando, Saturnina y Severiana.<br />

—Me parece que es hora de irse a casa —les dije.<br />

No me contestaron y me fui solo.<br />

En la calle de Alcalá estuve media hora toreando a un perrito<br />

con <strong>el</strong> smoking. En uno de los lances se llevó <strong>el</strong> smoking <strong>el</strong> perrito. Le<br />

dije adiós llorando. Llegué a casa y me acosté en <strong>el</strong> baño.<br />

Y a fines de marzo Pontricacio me "accionó" una nueva historia<br />

que me he dejado para la última intencionadamente porque, por extraña<br />

circunstancia era una historia dramática, y —según es sabido— nunca mi<br />

tío Contricanis contaba historias dramáticas. Se trata, pues, de una<br />

excepción, que merece tenerse en cuenta.<br />

Aur<strong>el</strong>io Pomar y Ceferino Rondó pasean por <strong>el</strong> jardín de la<br />

quinta, la cual se tiende al pie de la sierra.<br />

Va a caer la tarde y todo se ha vestido de morado.<br />

Aur<strong>el</strong>io es cincuentón, mediano de estatura, enjuto de carnes;<br />

viste con una <strong>el</strong>egancia legítima y sonríe siempre.<br />

Ceferino, que acaba de cumplir los cuarenta, es un individuo<br />

recio, alto y triste, que ha hecho de su vida una constante interrogación.<br />

Al andar inclina considerablemente <strong>el</strong> cuerpo, como si harto de no<br />

encontrar la verdad en <strong>el</strong> mundo quisiera encontrarla ya en la<br />

tumba.<br />

Rondó se detiene en su paseo, y exclama:<br />

—Le aseguro a usted que necesito escribir un cuento.<br />

Aur<strong>el</strong>io le mira a los ojos.<br />

—Necesita usted escribir un cuento, amigo Rondó, y acaso no<br />

tiene asunto. . .<br />

—Eso es. No tengo un asunto que me convenza. Los cuentos se<br />

prodigan de un modo extraordinario, y todos giran alrededor de diez o<br />

doce únicos asuntos diferentes. ¿No lo ha observado usted?<br />

—Sí, señor. He sido un gran lector de cuentos. Pues bien: puedo<br />

asegurarle que he llegado a leer once mil cuatrocientos veintitrés cuentos,<br />

absolutamente iguales. Y al leer <strong>el</strong> último tuve que luchar una semana<br />

entera contra la meningitis. Sufrí bastante, querido Rondó.<br />

Su voz se hace ligera y displicente cuando añade:<br />

—Y, sin embargo, es tan fácil dar con <strong>el</strong> asunto de un cuento<br />

r<strong>el</strong>ativamente original.<br />

Rondó le mira compasivo.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!