el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />
El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 215<br />
Luego, a mitad de subida, se engancha d<strong>el</strong> costado izquierdo.<br />
Adviértense los tirones que dan de él; pero los esfuerzos resultan<br />
inútiles. Entonces puede verse una mano que lo desengancha, y <strong>el</strong> t<strong>el</strong>ón<br />
asciende d<strong>el</strong> todo y se pierde en <strong>el</strong> t<strong>el</strong>ar. Y <strong>el</strong> público respira corno quien<br />
se quita un peso de encima.<br />
La escena está formada por unas cortinas negras. Sin embargo,<br />
nos hallamos en la Cuesta de las Perdices. Así lo indica claramente un<br />
mojón cuentakilómetros enclavado en <strong>el</strong> foro y en <strong>el</strong> que se lee: "A<br />
Torr<strong>el</strong>odones. A Madrid."<br />
La orquesta ataca otro motivo y lo hace polvo.<br />
Hay una pausa que nadie se explica, y dentro d<strong>el</strong> escenario<br />
suena una voz angustiosa:<br />
—¡Señorita Rufilanchas, a escena!... ¡¡A escena!!<br />
Se descorre una de las cortinas, y la señorita Rufilanchas sale,<br />
empujada por una hercúlea fuerza oculta. Da un traspié, se endereza y<br />
canta. Nos enteramos con estupor de que simboliza la Noche. Se la oye<br />
decir, a destiempo de la orquesta:<br />
"En la soledad d<strong>el</strong> campo. ..<br />
En la soledad d<strong>el</strong> campo. . ."<br />
Y extiende sus manos hacia <strong>el</strong> campo solitario, representado por<br />
las cortinas negras; pero <strong>el</strong> campo no está solitario: una de las cortinas,<br />
agitada por <strong>el</strong> viento, deja ver un grupo de muchachas vestidas de<br />
automovilistas, que aguardan <strong>el</strong> momento de salir.<br />
Todo <strong>el</strong> mundo comprende que van a salir de un momento a<br />
otro las automovilistas. Y algunos espectadores se hablan<br />
confidencialmente:<br />
—Verás, ahora van a salir unas automovilistas.<br />
—¿A qué salen unas automovilistas?<br />
—Me parece que van a salir unas automovilistas.<br />
Cuando acaba de cantar la señorita Rufilanchas, ocurre una cosa<br />
inesperada: se descorren las cortinas y salen unas automovilistas.<br />
Aplausos.<br />
Un caballero afirma:<br />
—Estas son unas automovilistas.<br />
Las automovilistas cantan también y culpan a la Noche de<br />
todos los vu<strong>el</strong>cos que han sufrido.<br />
La Noche se incomoda bárbaramente mientras le sonríe a un<br />
señor gordo que hay en <strong>el</strong> palco proscenio de la derecha.<br />
Luego jura que la noche es una cosa estupenda y que les va a<br />
enseñar a las automovilistas todo lo que <strong>el</strong>la ampara bajo su manto.