08.05.2013 Views

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

114 Enrique Jardi<strong>el</strong> Ponc<strong>el</strong>a<br />

Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

La dama se acomodó en su sitio ante la mesa servida y yo, en<br />

<strong>el</strong> mío. Y comenzamos a cenar, haciéndonos un lío con los cubiertos,<br />

como le sucede siempre a la gente d<strong>el</strong> gran mundo. No sé si acertaré a<br />

trasladar al pap<strong>el</strong> <strong>el</strong> diálogo que ya, frente a frente, sostuvimos. Fue<br />

extraño como un boer.<br />

—¿Conoce usted Roma? —dijo <strong>el</strong>la.<br />

—No, señora.<br />

—¿Y Strasburgo?<br />

—Tampoco.<br />

—¡Ah!<br />

Y hubo una pausa espesa.<br />

Después hablamos mucho rato de maquinarias agrícolas. Hasta<br />

los postres. A los postres comprendimos ambos que había que hablar<br />

de amor.<br />

—¿Tiene usted forjado su ideal de mujer? —exclamó<br />

audazmente <strong>el</strong>la.<br />

—No. Soy tan perezoso... Y, luego, este año apenas he utilizado <strong>el</strong><br />

cerebro. ¿Y usted su ideal de hombre?<br />

—Tampoco. Vivo muy deprisa y no tengo tiempo para nada.<br />

—¿Le gustaría a usted yo, señora?<br />

—¡Pchs! —murmuró la dama?<br />

Y enseguida añadió:<br />

—Y a usted, ¿le gustaría yo?<br />

Yo, por toda respuesta me alcé de hombros.<br />

—Hemos nacido <strong>el</strong> uno para <strong>el</strong> otro —respondió la dama<br />

levantándose.<br />

—Es indudable —repliqué.<br />

Y pasamos al boudoir, como es la obligación.<br />

Entonces y sólo entonces, al entrar en <strong>el</strong> boudoir, me asaltó la<br />

espantosa sospecha.<br />

Entonces y sólo entonces, vi claro: la dama anfitriona, la que<br />

acababa de resolverme la cena de Nochebuena, se parecía de un modo<br />

extraordinario a Susana, a aqu<strong>el</strong>la Susana que. ..<br />

¡¡Santo Dios!!<br />

La interrogué anh<strong>el</strong>ante:<br />

—Pero, ¿es posible? Entonces. .. ¿Es que no te he conocido?<br />

Pero la respuesta de <strong>el</strong>la me dejó tieso:<br />

—Yo no soy Susana. Susana era mi madre, papá.<br />

Salí de la casa sin sombrero, con los cab<strong>el</strong>los erizados y <strong>el</strong> frac<br />

en total anarquía.<br />

¡Qué noche!

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!