08.05.2013 Views

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 199<br />

en mi periódico pidiendo al Gobierno que organice entre la capital y los<br />

pueblos de la provincia una línea de autobuses para la venta ambulante de<br />

nov<strong>el</strong>as. Da pena que estos buenos aldeanos se vean obligados a subir a<br />

Oviedo para comprar mis <strong>libro</strong>s. Es muy sensible ...<br />

Y vertió dos lágrimas que cayeron al su<strong>el</strong>o para, una vez allí,<br />

facilitar <strong>el</strong> desarrollo d<strong>el</strong> heno.<br />

Pero no debía ser aquélla la única desilusión que había de soportar<br />

<strong>el</strong> ilustre Isma<strong>el</strong> Margut. Observé que a las seis horas de llegar a la aldea se<br />

aburría como una cornucopia, y le llevé a la tertulia de la botica. En una<br />

habitación contigua al saloncito de despacho se reunían diariamente <strong>el</strong><br />

boticario, <strong>el</strong> cura, <strong>el</strong> médico y veintiséis frascos de jarabes simples.<br />

De camino hacia la botica, Isma<strong>el</strong> iba alegre y f<strong>el</strong>iz; daba puntapiés a<br />

las piedrecitas que hallábamos al paso y tarareaba cuplés absolutamente reñidos<br />

con su seriedad literaria.<br />

—¿Dice usted que <strong>el</strong> boticario es hombre aficionado a la lectura?<br />

—Sí. Ha estado tres años suscrito a "La Gaceta d<strong>el</strong> Apicultor".<br />

—¡Ah! Muy bien, muy bien...<br />

Y administraba un puntapié gigantesco a una piedrecita.<br />

Por fin, no pudo callar más tiempo la idea que le rondaba <strong>el</strong> cerebro y se<br />

detuvo en seco:<br />

—Dígame... ¿Y usted cree que <strong>el</strong> boticario habrá leído mis <strong>libro</strong>s?<br />

—¿Quién no, maestro? —le repuse para hacerle la vida agradable.<br />

Pero <strong>el</strong> boticario no sólo no había leído sus <strong>libro</strong>s, sino que cuando yo<br />

pronuncié <strong>el</strong> nombre d<strong>el</strong> ilustre nov<strong>el</strong>ista, me oyó como quien oye un<br />

gargarismo.<br />

—Muy señor mío... ¿Quiere usted acompañarme a jugar al tute? —<br />

fue todo lo que le dijo al estrecharle la mano.<br />

Margut no sabía jugar al tute y sufrió bastante durante la v<strong>el</strong>ada.<br />

Cuando Isma<strong>el</strong> se hubo convencido de que en la aldea era tan<br />

desconocido como monsiuer Briand, se refugió en la idea de escribir una nueva<br />

nov<strong>el</strong>a y se lanzó a la caza a lazo d<strong>el</strong> asunto. Pero <strong>el</strong> asunto, corno esos<br />

pasadores d<strong>el</strong> cu<strong>el</strong>lo que se nos caen en <strong>el</strong> momento álgido de nuestra toilette,<br />

no aparecía.<br />

Yo veía a Isma<strong>el</strong> desesperarse sin poderle remediar aqu<strong>el</strong>la desesperación.<br />

Pronto comenzó a vivir una vida incongruente y absurda, que me hacía<br />

pensar en la muerte como en una liberación, que dijo Mazarino.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!