el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
You also want an ePaper? Increase the reach of your titles
YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.
Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />
El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 115<br />
¡¡Qué horror!!<br />
¡Mi hija! Al cabo de los años encontraba una mujer que me<br />
invitaba a consumir con <strong>el</strong>la, y en su casa, la cena de Navidad... Y esa<br />
mujer resultaba ser ¡mi hija! ¡¡Dios poderoso!!<br />
Recorrí varias calles sin rumbo. Llegué a la orilla d<strong>el</strong> río: y<br />
cuando ya iba a tirarme, recordé de pronto:<br />
Fue una suerte recordar aqu<strong>el</strong>lo.<br />
Recordé, de pronto, que lo que yo había tenido con Susana no<br />
era una hija, sino un hijo.<br />
Mi hijo Mariano, que estaba en Logroño, empleado en <strong>el</strong><br />
Catastro.<br />
Pero si no llego a recordarlo a tiempo, me tiro al río y me ahogo.<br />
Para que luego digan que la vida no pende de un hilo.<br />
Por eso, antes de suicidarse conviene reflexionar bien.<br />
Aqu<strong>el</strong>la historia de amor de mi tío Contricanis me gustó tanto<br />
que le rogué encarecidamente que me "accionase" otra de la misma índole.<br />
El taquígrafo se unió a mis súplicas. Y mi tío Pontricacio "accionó" acto<br />
seguido las que van a continuación:<br />
Vi en la otra acera un taxi parado y me dirigí a él<br />
resu<strong>el</strong>tamente. La carrocería de aqu<strong>el</strong> auto estaba pintada de color rosa<br />
liberty y esto fue lo que me atrajo más que nada.<br />
Y ahora fíjate bien, fíjate muy bien en lo que voy a decirte.<br />
Para comprender lo sucedido después, es preciso fijarse bien en estos<br />
detalles:<br />
1. — El auto estaba parado junto a la acera.<br />
2. — Yo me dirigí a tomar <strong>el</strong> auto por la parte d<strong>el</strong> empedrado de<br />
la calle.<br />
3. — Al abrir la portezu<strong>el</strong>a, <strong>el</strong> chófer estaba mirando hacia la<br />
acera y de espaldas a mí.<br />
4. — En <strong>el</strong> momento en que hice aqu<strong>el</strong>la operación, yo iba muy<br />
distraído v un poco nervioso.<br />
5. — Y así que entré en <strong>el</strong> coche, éste se puso en marcha.<br />
El súbito arranque d<strong>el</strong> coche me hizo caer sobre <strong>el</strong> asiento. Al<br />
caer, noté que caía en blando, pero antes de que tuviera tiempo de<br />
volverme para averiguar la causa de tal blandura, oí a mi espalda un<br />
gemido, un debilísimo gemido.<br />
Entonces me incorporé y miré hacia atrás.<br />
En <strong>el</strong> asiento había una mujer medio derribada.<br />
Aqu<strong>el</strong>la mujer tenía un puñalito clavado en <strong>el</strong> pecho. El mango<br />
d<strong>el</strong> puñalito era de oro y diamantes.