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el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

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Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 261<br />

eran escritas las cartas que ansiaban en una piedra d<strong>el</strong> tamaño d<strong>el</strong><br />

ruedo d<strong>el</strong> Coliseo Romano, sólo que sin leones.<br />

Este sistema de escritura era, naturalmente, muy molesto, pues<br />

no todos los que deseaban escribir podían acudir a los talleres y, además,<br />

no todos tenían los quince cocos que solía costar <strong>el</strong> encargo<br />

Después de muchos años de sufrir las molestias de dicho sistema,<br />

en <strong>el</strong> año 3228 (antes de J.C.), un tío pulpo, denominado Chau-Chá,<br />

que estaba empleado en uno de los talleres de escritura, tuvo una f<strong>el</strong>iz<br />

ocurrencia, que fue ni más ni menos, que inventar la pluma<br />

estilográfica.<br />

Considerando que <strong>el</strong> traslado de los cuencos de pintura y de los<br />

rabos de un lado a otro era faena erizada de dificultades, y<br />

comprendiendo la necesidad de convertir la escritura, hasta entonces<br />

inmóvil, en algo posiblemente trasladable, Chau-Chá ideó, en primer<br />

lugar, utilizar <strong>el</strong> rabo de vaca sin cortarlo de su sitio, y, acto seguido,<br />

tuvo la inspiración de hacer lamer carbón a la vaca cuyo rabo pensaba<br />

utilizar.<br />

El resto os lo podéis suponer.<br />

Al poco tiempo de lamer carbón, la vaca empezó a dar leche<br />

negra, y así que hubo logrado esto último, Chau-Chá cogió a la vaca<br />

por un cuerno y salió andando.<br />

De esta manera, cuando <strong>el</strong> ingenioso muchacho quería escribir,<br />

se limitaba a arrimar a la vaca de espaldas a una piedra, la ordeñaba,<br />

mojaba <strong>el</strong> rabo en la pintura que producía la misma vaca, y dale que<br />

te pego, dale que te pego, en un momento se escribía diez canteras de<br />

mármol.<br />

La pluma estilográfica, es decir, <strong>el</strong> instrumento para escribir,<br />

trasladable de un lado a otro, quedaba inventada.<br />

Pronto la invención se extendió por todo <strong>el</strong> mundo existente<br />

entonces.<br />

Y <strong>el</strong> llegar de aqu<strong>el</strong>la estilográfica primitiva a las que usamos<br />

nosotros ahora, ha sido —sencillamente— una cuestión de<br />

perfeccionamiento.

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