el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres
Create successful ePaper yourself
Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.
106 Enrique Jardi<strong>el</strong> Ponc<strong>el</strong>a<br />
Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />
carrera, y luego ganar una cátedra, porque era <strong>el</strong> estudiante más<br />
madrugador de Rusia.<br />
"Fue entonces cuando, para pagar su deuda de gratitud a los<br />
nihilistas, decidió hacerse nihilista él mismo. Y como todo hombre que se<br />
hace nihilista, lo primero en que pensó fue en poner una bomba y en no<br />
volver a trabajar más.<br />
"Fabricó una bomba absolutamente perfecta, le aplicó cinco inyecciones<br />
monstruosas de nitroglicerina y aprovechando un viejo<br />
despertador de su tía Katia, cuyo timbre estaba roto desde <strong>el</strong> día de la<br />
entrevista de Napoleón en Tilsitt, proveyó a la bomba de un magnífico<br />
aparato de r<strong>el</strong>ojería.<br />
"Después consumió un par de semanas en <strong>el</strong>egir su víctima.<br />
"La verdad es que a él le daba igual que muriera uno u otro.<br />
¿El gran Duque Mauricio? ¿El promotor Trasipoff? ¿El príncipe<br />
Salischovitz? ¿El mayor Raskin? Le tenía sin cuidado cualquiera de<br />
<strong>el</strong>los. Y determinó dedicarle la bomba al gran Duque Mauricio, porque era<br />
bizco y a él siempre le habían molestado los bizcos.<br />
"Estudió las costumbres d<strong>el</strong> gran Duque, y no tardó en averiguar<br />
que todas las tardes <strong>el</strong> gran Duque Mauricio se sentaba en <strong>el</strong> mismo<br />
banco d<strong>el</strong> mismo jardín a dar de comer a los gorriones de Ucrania. Allí<br />
permanecía de cinco a cinco y cuarto, y luego se alejaba, seguido de su<br />
ayudante, que se llamaba Musia, como todos los ayudantes de los<br />
grandes Duques.<br />
"—¡Mañana! —se dijo con feroz júbilo Ivan Ivanovich—. Mañana<br />
habrá sonado tu última hora en <strong>el</strong> despertador de mi tía Katia.<br />
Y caerás tú y también caerán algunos gorriones de Ucrania, que podré<br />
comerlos fritos.<br />
"Y se sintió f<strong>el</strong>iz y con <strong>el</strong> alma más suciamente nihilista que<br />
nunca.<br />
"Al otro día, no bien le despertó la explosión cotidiana de la<br />
bomba, se levantó para colocar la suya. Puso <strong>el</strong> aparato de r<strong>el</strong>ojería en<br />
las cinco y diez, y ya seguro de que a las cinco y diez <strong>el</strong> gran Duque se<br />
haría trizas junto con varios gorriones de Ucrania, dejó la bomba debajo<br />
d<strong>el</strong> banco preferido por <strong>el</strong> gran Duque Mauricio.<br />
"A las cuatro y media de la tarde se apostó a observar en otro<br />
extremo d<strong>el</strong> jardín.<br />
"Su corazón galopaba con la furia y la rapidez de una troica<br />
tirada por tres caballos, pues si no, no sería troica. Para darse ánimo<br />
se dijo en voz baja:<br />
"—¡Los nihilistas no tenemos entrañas!