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el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

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268 Enrique Jardi<strong>el</strong> Ponc<strong>el</strong>a<br />

ENCUENTRO FELIZ<br />

Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

Ya <strong>el</strong> cansancio se manifiesta en <strong>el</strong> rostro de Dick y en <strong>el</strong><br />

organismo de su caballo —¡noble animal!— y no pueden uno y otro<br />

seguir ad<strong>el</strong>ante. Pero en aqu<strong>el</strong> momento los ojos de águila imperial de<br />

Dick descubren la mísera choza d<strong>el</strong> anciano abandonado.<br />

Y como si aqu<strong>el</strong> descubrimiento les diese fuerzas, ambos aprietan<br />

con seis nudos <strong>el</strong> paso y pronto recorren las treinta toesas que<br />

les separan de la choza.<br />

Ya llegan. Ya Dick se apea y abre la puerta y <strong>el</strong> anciano abandonado<br />

se alza sobre su humilde camastro, mal disimulado con<br />

mosaico, y emite un grito ronco:<br />

—Hijo mí ...<br />

Y la voz se estrangula en su fibrosa garganta. Dick y <strong>el</strong><br />

anciano se confunden en un abrazo.<br />

Y como se confunden, se ven obligados a darse algunas<br />

explicaciones. Pero <strong>el</strong> amor filial y paternal se imponen:<br />

Y durante dos horas, ambos se limitan a murmurar entre<br />

lágrimas :<br />

—¡Hijo!<br />

—¡Padre!<br />

—¡Hijo!<br />

—¡Padre!<br />

—¡Hijo!<br />

—¡Padre!<br />

—¡Hijo!<br />

—¡Padre!<br />

Y así sucesivamente.<br />

EL ATAQUE DE LOS COMANCHES<br />

Es brusco y horrendo.<br />

Dos mil comanches montados en potentes caballos —¡nobles<br />

animales!— se precipitan al interior de la choza y, como no caben todos,<br />

hay cierto barullo.<br />

Pronto Dick y su anciano padre vénse atados a unas sillas y<br />

pronto también, los cuchillos de los comanches les arrancan, entre<br />

alaridos, sus cab<strong>el</strong>leras. Luego huyen en sus caballos —¡nobles<br />

animales!

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