08.05.2013 Views

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

88 Enrique Jardi<strong>el</strong> Ponc<strong>el</strong>a<br />

Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

se me torcieron los mandos y no nos estr<strong>el</strong>lamos por un verdadero milagro<br />

de San Jorge.<br />

—¿Dice usted dentro de media hora podemos estar en <strong>el</strong> Polo<br />

Norte? —indagué tembloroso, al rehacernos.<br />

—Sí —murmuró Sherlock.<br />

—El motor no puede desarrollar una v<strong>el</strong>ocidad tan espantosa<br />

—argüí.<br />

Holmes rió de tal manera que se bamboleó <strong>el</strong> avión.<br />

—¡El motor! Yo tengo algo mejor que <strong>el</strong> motor —dijo.<br />

Y sacando d<strong>el</strong> bolsillo un pisapap<strong>el</strong>es de hierro lo ató a la<br />

carlinga. No bien lo hubo hecho, la v<strong>el</strong>ocidad, ya considerable, d<strong>el</strong> aparato,<br />

se hizo vertiginosamente, enloquecedora, atroz.<br />

—¿Qué ocurre? —grité en medio de aqu<strong>el</strong>la tromba rugiente.<br />

Holmes rió nuevamente; esta vez con carcajada "a lo Victoriano<br />

Sardou". Me aclaró que <strong>el</strong> Polo es como un imán gigantesco... Pues bien:<br />

gracias al pisapap<strong>el</strong>es, que por ser de hierro se sentía atraído hacia <strong>el</strong><br />

Polo, llegaríamos allí en menos de treinta minutos.. .<br />

Confieso que estaba muy habituado a considerar a Holmes como<br />

un genio, pero entonces lo consideré como a un ídolo tibetano.<br />

Nunca había visto yo nada que me sorprendiese más, si se<br />

exceptúa un día en que oí que Alberti era un poeta.<br />

EL POLO. — LE TIRO DEL BIGOTE AL CAPITÁN<br />

Efectivamente, veinte minutos después ya volábamos sobre un<br />

mar de hi<strong>el</strong>o. Junto a un iceberg gigantesco, unas focas hacían juegos<br />

malabares y dos osos blancos bailaban sobre sus patas, mientras un<br />

esquimal tocaba <strong>el</strong> pandero.<br />

Conforme avanzábamos, la desolación d<strong>el</strong> paisaje crecía como un<br />

adolescente.

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!