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el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

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202 Enrique Jardi<strong>el</strong> Ponc<strong>el</strong>a<br />

Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

Recorrimos más calles; entramos en más "cabarets" de los que<br />

nos echaban con la misma prisa de siempre; varios transeúntes nos<br />

apostrofaron de nuevo; y torné a llorar y mis compañeros a interesarse<br />

por mi llanto y a vitorear nuevamente. Fue entonces cuando en <strong>el</strong> grupo<br />

sonaron varios bostezos. Nos aburríamos como palmeras africanas.<br />

Eran las tres de la madrugada d<strong>el</strong> 5 al 6 de enero de no<br />

recuerdo qué año".<br />

* * *<br />

"Le doy a usted todos estos detalles, señor juez de guardia,<br />

porque soy <strong>el</strong> único que no está borracho y me encuentro en la<br />

obligación de defenderme y defender a mis compañeros. Nosotros, señor<br />

juez de guardia, no somos unos ciudadanos inmorales ni pretendemos ir<br />

contra las malas costumbres. Nosotros somos unas víctimas de la<br />

tradición popular.<br />

Óigame usted hasta <strong>el</strong> final, señor juez."<br />

* * *<br />

"He dicho que a las tres de la madrugada nos aburríamos. Esto<br />

le ocurre a todo aqu<strong>el</strong> que se decide a correr una juerga en España o<br />

liebres en Escocia.<br />

Al tiempo en que iba ya a darse la orden de disolverse <strong>el</strong> grupo,<br />

alguien dijo:<br />

—Propongo que vayamos a recibir a los tres Reyes Magos.<br />

Y la proposición fue aceptada con <strong>el</strong> mayor entusiasmo.<br />

La tradición ha hecho que recibir a los Reyes Magos, asistir al<br />

sep<strong>el</strong>io de la sardina y jugar a la lotería de cartones sean tres fiestas<br />

típicas, y mis amigos y yo estimamos extraordinariamente todo lo que<br />

es tradicional. Antiguamente se iba a recibir a los Reyes Magos con<br />

escaleras, faroles, bandas de música y otros excesos. Hoy esta fiesta se<br />

halla tan decaída como un enfermo grave, y si alguien va aún a recibir a<br />

los tres generosos monarcas de Oriente es prescindiendo de las escaleras,<br />

de las músicas y de los faroles. Nosotros no llevábamos músicas ni<br />

escaleras, tampoco llevábamos faroles, pero íbamos intensamente<br />

alumbrados.<br />

—Nos dirigimos —como todo <strong>el</strong> mundo hace en estos casos— a<br />

las afueras de la capital. En realidad si los tres Reyes Magos iban a<br />

entrar en la ciudad por algún sitio, <strong>el</strong> sitio tenía que ser aquél.<br />

Caminábamos entre risas y bromas. Nadie debe ofenderse si<br />

declaro que nosotros no creíamos absolutamente que los tres Reyes

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