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el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

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Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 237<br />

HAGAMOS HISTORIA, COMO CESAR CANTU<br />

Don Olegario Martínez, que es huérfano desde <strong>el</strong> año d<strong>el</strong><br />

hundimiento d<strong>el</strong> Tercer Depósito, no tiene más familia que dos<br />

alfileres de corbata, un perro que atiende por "Leal", y una anciana<br />

sirvienta que no atiende por nada, pues está educada en <strong>el</strong> cretinismo<br />

más profundo.<br />

Empujado por las circunstancias expuestas y tal vez por<br />

prurito aventurado innato, don Olegario Martínez ha consumido parte<br />

de su vida almorzando y comiendo fuera de su casa, en hot<strong>el</strong>es,<br />

restaurantes, comedores económicos, etc.<br />

He ahí una cosa que les sucede a cientos de criaturas, y, sin<br />

embargo, nadie más que don Olegario ha sacado de <strong>el</strong>la material<br />

científico y beneficioso. Lo que prueba nuevamente que la característica<br />

d<strong>el</strong> genio es ver allí donde los demás no ven, y conseguir prestamos de<br />

aqu<strong>el</strong>los usureros que no le conceden préstamos ni al hijo de un<br />

millonario de Michigan.<br />

¿Cuántos hombres vieron caer manzanas de los árboles antes de<br />

que Newton descubriese las leyes de la gravedad?<br />

¿Cuántos hombres vieron un puchero en la lumbre antes de<br />

que Papin descubriese la fuerza d<strong>el</strong> vapor?<br />

¿Cuántos hombres vieron en Echegaray al genio de la escena,<br />

antes de que <strong>el</strong> público descubriese que era un pesado?<br />

Contestar, nos llevaría demasiado lejos; quizás nos llevaría hasta<br />

Noruega, y ahora no estamos para viajes.<br />

Estamos con don Olegario Martínez.<br />

En fuerza de frecuentar los hot<strong>el</strong>es, restaurantes, etc., don<br />

Olegario se convenció de que ocurría algo raro, puesto que él y todos<br />

los comensales salían de allí con <strong>el</strong> estómago vacío de alimentos<br />

sólidos, y, no obstante, en <strong>el</strong> momento de salir, su hambre había<br />

desaparecido por completo.<br />

Pero aún sucedía más.<br />

Sucedía que a la media hora justa de haber abandonado <strong>el</strong><br />

restaurante, don Olegario sentía otra vez <strong>el</strong> hambre con furor no<br />

igualado hasta entonces.<br />

¡Arcano incomprensible!<br />

Después de pesquisas y de interrogaciones casi judiciales, <strong>el</strong><br />

ilustre químico y contumaz comensal económico tuvo la evidencia de<br />

que su caso no era único, sino que al resto d<strong>el</strong> público le acontecía <strong>el</strong><br />

mismo fenómeno.<br />

¿Qué misterio era aquél?

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