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el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

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Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 125<br />

a vernos. Elena y yo fuimos a esperarle a la estación. Durante <strong>el</strong> camino<br />

se mostró alegre, chispeante, locuaz. Al entrar en <strong>el</strong> jardín, juntos los tres,<br />

se me cuajó la sangre. "Saturno", que vagaba olisqueando por entre los<br />

evónimos, salió a nuestro encuentro, rugió, ululó, se lanzó contra mi<br />

padre lleno de furia. Fue preciso que Elena le contuviese con la enorme<br />

influencia que ejercía sobre <strong>el</strong> animal.<br />

Aur<strong>el</strong>io Pomar calla nuevamente para añadir:<br />

—La conducta de "Saturno" era espantosa. De <strong>el</strong>la podía<br />

deducirse que...<br />

—¡Por Dios! —exclama Rondó ante la abrumadora idea.<br />

—Siguió una noche terrible para mí —dice Pomar—. Aún sufro<br />

al recordarla. De madrugada salí a este jardín y maté al perro de dos<br />

balazos.<br />

—¿Lo mató?<br />

—En realidad, fue "Saturno" quien se suicidó —responde<br />

Aur<strong>el</strong>io—. Denunciada aqu<strong>el</strong>la mala pasión de mi padre, alguien tenía<br />

que morir. Él era sólo un perro. "Saturno" no comprendió que sería<br />

él, ¡claro!, <strong>el</strong> que moriría. . .<br />

Nuevo silencio se extiende sobre Pomar y sobre Rondó. Ya la<br />

noche ha cerrado completamente.<br />

Y ahí tiene usted —dice Aur<strong>el</strong>io— un asunto para ese cuento<br />

que debía escribir, amigo mío.. .<br />

—No utilizaré nunca ese asunto —contesta Rondó—. Es demasiado<br />

serio.<br />

Pomar lanza una carcajada.<br />

—¡Bah! —exclama—. En <strong>el</strong> mundo no hay nada demasiado serio.<br />

El tiempo es fuego y lo devora todo. Hace frío. Vamos al comedor.<br />

Y los dos hombres entran en la casa.<br />

***<br />

He aquí las nueve historias de mi tío Pontricacio Contricanis<br />

que le había ofrecido trasladarle al lector.

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