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el libro del convaleciente - AMPA Severí Torres

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Digitalización de Elsa Martínez – mayo 2006<br />

El <strong>libro</strong> d<strong>el</strong> <strong>convaleciente</strong> 219<br />

Por una vereda ligeramente ondulada nos dirigimos a la choza<br />

en cuestión, a la puerta de la cual descubrimos un grupo de personas<br />

vestidas con trincheras.<br />

Guiados por <strong>el</strong> chófer, que, a pesar de llevar todo <strong>el</strong> traje<br />

manchado de grasa, resultó ser un hombre muy curioso, arribamos por<br />

fin a la casi célebre choza.<br />

LA ESTRATAGEMA DEL AVIÓN<br />

Había orden judicial terminante de que nadie pasase al interior<br />

de la choza; así nos lo indicaron dos policías que guardaban la entrada.<br />

Nosotros dimos nuestra tarjeta, y al conocer nuestra condición de<br />

reporteros, estuvo en un tris que no nos pegasen en la cabeza con un<br />

objeto duro, porque, desgraciadamente, de esta forma solemos ser<br />

recibidos los que nos sacrificamos por <strong>el</strong> público.<br />

Sin embargo, gracias a una estratagema, que consistió en hacer<br />

que los policías mirasen al ci<strong>el</strong>o, anunciándoles <strong>el</strong> paso por <strong>el</strong> aire de un<br />

avión, pudimos entrar en la choza sin ser vistos.<br />

COMO ES JERVASIO LAGUNILLA<br />

La choza tiene quince pies de largo por doce de ancho, y en<br />

su interior todo estaba revu<strong>el</strong>to y sin pies ni cabeza.<br />

Sentados en sendas sillas, y amarrados fuertemente, se hallaban<br />

Jervasio Lagunilla, <strong>el</strong> "Taita d<strong>el</strong> Arrabal", y sus seis cómplices.<br />

Jervasio Lagunilla es un hombre feo, que a los cuarenta años<br />

cumplió nueve. Esto se explica, porque esos nueve años le fueron<br />

impuestos de condena en la penal de Ocaña, c<strong>el</strong>da 323. La criminosa<br />

apariencia de Jervasio asusta y molesta, y la mirada es torva. En<br />

general, estorba todo él.<br />

POR QUÉ LOS BILLETES ERAN DE CUATRO DUROS<br />

Previas las presentaciones de rigor, interrogamos a Jervasio<br />

Lagunilla, que nos contesta con voz firme y acento circunflejo.<br />

—Sí, señor —dice <strong>el</strong> "Taita d<strong>el</strong> Arrabal"—; yo me he dedicado<br />

a falsear billetes de Banco por vocación. Mi padre era limpiavías de la<br />

Compañía Madrid a Zaragoza y a Alicante, y murió de cansancio entre<br />

Casetas y Monzón.<br />

—¿Cómo se le ocurrió falsificar billetes de veinte pesetas?<br />

El "Taita d<strong>el</strong> Arrabal" guiña un ojo y responde:

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