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cual en la consumación <strong>de</strong>l juicio <strong>de</strong>be cargar con la pena final. El macho cabrío era<br />
enviado lejos a un lugar <strong>de</strong>sierto, para no volver jamás a la congregación <strong>de</strong> Israel. Así<br />
también Satanás será <strong>de</strong>sterrado para siempre <strong>de</strong> la presencia <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> su pueblo, y<br />
será aniquilado en la <strong>de</strong>strucción final <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> los pecadores (267.)<br />
CAPÍTULO XIX<br />
________<br />
UNA PUERTA ABIERTA Y UNA CERRADA<br />
El asunto <strong>de</strong>l santuario fue la clave que aclaró el misterio <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sengaño <strong>de</strong><br />
1844, mostrando que Dios había conducido su pueblo en el gran movimiento <strong>de</strong>l<br />
Advenimiento. Se abrió para ver un sistema completo <strong>de</strong> verdad, conectado y<br />
armonioso, y reveló <strong>de</strong>ber presente al traer a luz la posición y trabajo <strong>de</strong>l pueblo <strong>de</strong><br />
Dios.<br />
Después que paso el tiempo <strong>de</strong> espera, en 1844, los adventistas todavía creyeron<br />
que la venida <strong>de</strong>l Salvador estaba muy próxima; ellos consi<strong>de</strong>raron que habían<br />
alcanzado una crisis importante, y que el trabajo <strong>de</strong> Cristo como el intercesor <strong>de</strong>l<br />
hombre ante Dios, había cesado. Habiendo dado la amonestación <strong>de</strong>l Juicio cercano,<br />
sintieron que su trabajo por el mundo estaba terminado, y que habían quitado la carga <strong>de</strong><br />
su alma por la salvación <strong>de</strong> los pecadores, mientras que el atrevimiento la blasfemia y la<br />
mofa <strong>de</strong>l impío les parecía otra evi<strong>de</strong>ncia que el Espíritu <strong>de</strong> Dios había sido apartado <strong>de</strong><br />
los rechazadores <strong>de</strong> su misericordia. Todo esto les confirmaba en la creencia que el<br />
tiempo <strong>de</strong> prueba se había terminado, o, como entonces lo expresaron, “la puerta <strong>de</strong> la<br />
misericordia se cerró.”<br />
Pero vino más clara la luz con la investigación <strong>de</strong> la cuestión <strong>de</strong>l santuario.<br />
Ahora se miraba la aplicación <strong>de</strong> esas palabras <strong>de</strong> Cristo en el Apocalipsis, dirigido a la<br />
iglesia <strong>de</strong> este tiempo: “Esto (268) dice el Santo, el Verda<strong>de</strong>ro, el que tiene la llave <strong>de</strong><br />
David, el que abre y ninguno cierra, y cierra y ninguno abre; Yo sé tus obras; he aquí,<br />
he puesto <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ti una puerta abierta, la cual nadie pue<strong>de</strong> cerrar.” (Apocalipsis<br />
3:7,8.) Aquí un abrir así como un cerrar <strong>de</strong> la puerta es traído a luz. En la terminación<br />
<strong>de</strong> los 2300 días proféticos en 1844, Cristo cambió su ministerio <strong>de</strong>l lugar santo al<br />
santísimo. Cuando, en el ministerio <strong>de</strong>l santuario terrenal, el sumo sacerdote en el día <strong>de</strong><br />
expiación entró en lugar el santísimo, se cerró la puerta <strong>de</strong>l lugar santo, y se abrió la<br />
puerta <strong>de</strong>l santísimo. Así también, cuando Cristo pasó <strong>de</strong>l santo al santísimo <strong>de</strong>l<br />
santuario celestial, la puerta, o ministerio, <strong>de</strong>l apartamento anterior fue cerrada, y la<br />
puerta, o ministerio, <strong>de</strong>l último fue abierta. Cristo había terminado una parte <strong>de</strong> su<br />
trabajo como nuestro intercesor, para entrar en otra porción <strong>de</strong>l trabajo; y todavía<br />
presentó su sangre <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l Padre en favor <strong>de</strong> los pecadores. “He aquí,” Él <strong>de</strong>clara,<br />
“he puesto <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> ti una puerta abierta, la cual nadie pue<strong>de</strong> cerrar.”<br />
Los que por fe siguen a Jesús en el gran trabajo <strong>de</strong> la expiación, reciben los<br />
beneficios <strong>de</strong> su mediación en su favor; pero ésos que rechazan la luz que trae a la vista<br />
su trabajo <strong>de</strong> ministerio, no serán beneficiados por el. Los judíos que rechazaron la luz<br />
dada en la primera venida <strong>de</strong> Cristo, y rehusaron creer en Él como el Salvador <strong>de</strong>l<br />
mundo, no pudieron recibir perdón a través <strong>de</strong> Él. Cuando Jesús en su ascensión entró<br />
por su propia sangre en el santuario celestial <strong>de</strong>rramo sobre sus discípulos las<br />
bendiciones <strong>de</strong> su mediación, los judíos se quedaron en obscuridad total para continuar<br />
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