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La Destrucción de Jerusalén

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<strong>de</strong> los negocios <strong>de</strong> Dios con su pueblo en el pasado atestigua que no pone su Espíritu<br />

sobre los que <strong>de</strong>scuidan o se oponen a las advertencias que les mandó por sus siervos. Y<br />

por la regla que Cristo mismo ha dado, “por sus frutos los conoceréis,” es evi<strong>de</strong>nte que<br />

estos movimientos no son la obra <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios.<br />

<strong>La</strong> doctrina bíblica <strong>de</strong> conversión ha sido casi enteramente perdida <strong>de</strong> vista.<br />

Cristo <strong>de</strong>claró a Nico<strong>de</strong>mo: “que el que no nace <strong>de</strong> nuevo, no pue<strong>de</strong> ver el reino <strong>de</strong><br />

Dios.” El corazón tiene que ser renovado por gracia divina, el hombre tiene que tener<br />

una vida nueva <strong>de</strong> arriba, o su profesión <strong>de</strong> santidad nada beneficiará (296.)<br />

El apóstol San Pablo, relatando su experiencia, presenta una verdad importante<br />

con respecto a la obra que se hará en la conversión. El dice: “yo vivía en un tiempo sin<br />

la ley, - no sintió con<strong>de</strong>nación; “pero venido el mandamiento,” cuando se instó la ley <strong>de</strong><br />

Dios sobre su conciencia, “el pecado revivió, y yo morí.” (Romanos 7:9.) Entonces é1<br />

se vio a sí mismo como un pecador, con<strong>de</strong>nado por la ley divina. Nota, era San Pablo, y<br />

no la ley, que murió. Él dice: “yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco<br />

habría conocido lo que es la concupiscencia, si la ley no dijera; no codiciarás.”<br />

(Romanos 7:7.) “Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mi me resultó<br />

para muerte.” (Romanos 7:10.) <strong>La</strong> ley que prometió vida al obediente, pronunció muerte<br />

sobre el transgresor. “De manera que - él dice, - la ley a la verdad es santa, y el<br />

mandamiento santo, justo y bueno.” (Romanos 7:12.)<br />

Qué extenso el contraste entre estas palabras <strong>de</strong> San Pablo y las que vienen <strong>de</strong><br />

muchos <strong>de</strong> los púlpitos <strong>de</strong> hoy. Se enseña a las personas que la obediencia a la ley <strong>de</strong><br />

Dios no es necesaria para la salvación; que solamente tienen que creer en Jesús, y<br />

estarán seguros. Sin la ley, los hombres no tienen convicción <strong>de</strong> pecado, y no sienten<br />

necesidad <strong>de</strong> arrepentimiento. No viendo su condición perdida como violadores <strong>de</strong> la<br />

ley <strong>de</strong> Dios, ellos no sienten su necesidad <strong>de</strong> la sangre expiatoria <strong>de</strong> Cristo como su<br />

única esperanza <strong>de</strong> salvación.<br />

<strong>La</strong> ley <strong>de</strong> Dios es un agente en cada conversión genuina. Allí no pue<strong>de</strong> haber<br />

arrepentimiento verda<strong>de</strong>ro sin convicción <strong>de</strong> pecado. <strong>La</strong>s Escrituras <strong>de</strong>claran esto “el<br />

pecado es infracción <strong>de</strong> la ley,” (1Juan 3:4.) Y que “por medio <strong>de</strong> la ley es el<br />

conocimiento <strong>de</strong>l pecado.” (Romanos 3:20.) Para ver su (297) culpa, el pecador tiene<br />

que probar su carácter por la gran norma <strong>de</strong> rectitud <strong>de</strong> Dios. Para <strong>de</strong>scubrir sus<br />

<strong>de</strong>fectos, tiene que mirar en el espejo <strong>de</strong> los estatutos divinos. Pero mientras la ley<br />

revela sus pecados, no provee remedio. El evangelio <strong>de</strong> Cristo sólo pue<strong>de</strong> ofrecer<br />

perdón. Para estar perdonado, el pecador tiene que ejercitar arrepentimiento hacia Dios,<br />

cuya ley ha sido traspasada, y ejercitar fe en Cristo, su sacrificio expiatorio. Sin<br />

arrepentimiento verda<strong>de</strong>ro, allí no pue<strong>de</strong> haber conversión verda<strong>de</strong>ra. Muchos son<br />

engañados aquí y a menudo su experiencia entera comprueba ser una <strong>de</strong>cepción. Esto es<br />

por lo cual muchos que se unen a la iglesia nunca han sido unidos a Cristo.<br />

“Por cuanto la mentalidad <strong>de</strong> la carne es enemistad contra Dios; porque no se<br />

somete a la ley <strong>de</strong> Dios, ya que ni siquiera pue<strong>de</strong>.” (Romanos 8:7.) En el nuevo<br />

nacimiento, el corazón es renovado por gracia divina, y traído en armonía con Dios<br />

como es traído en sujeción a su ley. Cuando este cambio po<strong>de</strong>roso ha tomado lugar en el<br />

pecador, Él ha pasado <strong>de</strong> muerte a vida, <strong>de</strong> pecado a santidad, <strong>de</strong> transgresión y rebelión<br />

a lealtad. <strong>La</strong> vida vieja <strong>de</strong> alienación <strong>de</strong> Dios ha terminado; la vida nueva <strong>de</strong><br />

reconciliación <strong>de</strong> fe y amor, han empezado. Entonces, “la justicia <strong>de</strong> la ley se cumpliese<br />

en nosotros, los que no andamos conforme a la carne, sino conforme al Espíritu.”<br />

(Romanos 8:4.)<br />

<strong>La</strong> doctrina <strong>de</strong> santificación, o santidad perfecta, que llena un lugar prominente<br />

en algunos <strong>de</strong> los movimientos religiosos <strong>de</strong>l día, está entre las causas que han dado<br />

reavivamientos mo<strong>de</strong>rnos tan ineficaces. Santificación verda<strong>de</strong>ra es una doctrina <strong>de</strong> la<br />

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