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La Destrucción de Jerusalén

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A otra súplica que dijo, “Consiento renunciar mi salvoconducto, y dimito mi<br />

persona y mi vida a la disposición <strong>de</strong>l emperador pelo la Palabra <strong>de</strong> Dios - ¡nunca!”<br />

Declaró su consentimiento en someterse a la <strong>de</strong>cisión <strong>de</strong> un consejo general, pero<br />

solamente con (139) la condición <strong>de</strong> que al consejo se le exija <strong>de</strong>cidir según las<br />

Escrituras. Ambos los amigos y los adversarios se convencieron por fin que los<br />

esfuerzos posteriores para la reconciliación sería inútil.<br />

Si el reformador hubiera cedido en un solo punto, Satanás y sus ejércitos habrían<br />

ganado la victoria. Pero la inquebrantable firmeza <strong>de</strong> él fue el medio <strong>de</strong> emancipar a la<br />

iglesia y <strong>de</strong> iniciar una era nueva y mejor. <strong>La</strong> influencia <strong>de</strong> este solo hombre que se<br />

atrevió a pensar y a obrar por sí mismo en materia <strong>de</strong> religión, iba a afectar a la iglesia y<br />

al mundo, no sólo en aquellos días sino en todas las generaciones futuras. Su fi<strong>de</strong>lidad y<br />

su firmeza fortalecerían la resolución <strong>de</strong> todos aquellos que, al través <strong>de</strong> los tiempos,<br />

pasaran por experiencia semejante. El po<strong>de</strong>r y la majestad <strong>de</strong> Dios prevalecieron sobre<br />

los consejos <strong>de</strong> los hombres y sobre el gran po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás.<br />

Pronto recibió Lutero or<strong>de</strong>n <strong>de</strong>l emperador <strong>de</strong> volver al lugar <strong>de</strong> su resi<strong>de</strong>ncia, y<br />

comprendió que aquello era un síntoma precursor <strong>de</strong> su con<strong>de</strong>nación. Nubes<br />

amenazantes se cernían sobre su camino, pero, al salir <strong>de</strong> Worms, su corazón rebosaba<br />

<strong>de</strong> alegría y <strong>de</strong> alabanza. “Satanás mismo - dijo - mantuvo la ciuda<strong>de</strong>la <strong>de</strong>l papa; pero<br />

Cristo ha hecho una brecha ancha en ella, y el diablo ha sido obligado a confesar que<br />

Cristo es más po<strong>de</strong>roso que él.” En este viaje el reformador recibió las más lisonjeras<br />

atenciones <strong>de</strong> todas las clases. Los dignatarios <strong>de</strong> la iglesia le dieron la bienvenida al<br />

monje en quién la maldición <strong>de</strong>l papa <strong>de</strong>scansaba, y los oficiales seculares honraron al<br />

hombre que estaban <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la prohibición <strong>de</strong>l imperio.<br />

No hacía mucho que el reformador <strong>de</strong>jara a Worms cuando los papistas<br />

consiguieron que el emperador expidiera contra él un edicto en el cual se le <strong>de</strong>nunciaba<br />

como “el mismo Satanás bajo la semejanza (140) humana y con una capa <strong>de</strong> fraile.” Se<br />

or<strong>de</strong>naba que tan pronto como <strong>de</strong>jara <strong>de</strong> ser vale<strong>de</strong>ro su salvoconducto, se tomaran<br />

medidas para <strong>de</strong>tener su obra. Se prohibía hospedarlo, suministrarle alimento, bebida o<br />

socorro alguno, con obras o palabras, en público o en privado. Debía apresársele en<br />

cualquier parte don<strong>de</strong> se le hallara y entregársele a las autorida<strong>de</strong>s. Sus a<strong>de</strong>ptos <strong>de</strong>bían<br />

ser encarcelados también y sus bienes confiscados. Los escritos todos <strong>de</strong> Lutero <strong>de</strong>bían<br />

ser <strong>de</strong>struidos y, finalmente, cualquiera que osara obrar en contradicción con el <strong>de</strong>creto<br />

quedaba incluido en las con<strong>de</strong>naciones <strong>de</strong>l mismo. El emperador había hablado, y la<br />

dieta había dado su sanción al <strong>de</strong>creto. Los católicos romanos estaban jubilosos. Ahora<br />

consi<strong>de</strong>raron que la suerte <strong>de</strong> la Reforma estaba ya sellada.<br />

Pero Dios había provisto un medio <strong>de</strong> escape para su siervo en aquella hora <strong>de</strong><br />

peligro. Un ojo vigilante había seguido los movimientos <strong>de</strong> Lutero y un corazón sincero<br />

y noble se había resuelto a ponerle a salvo. Fácil era echar <strong>de</strong> ver que Roma no había <strong>de</strong><br />

quedar satisfecha sino con la muerte <strong>de</strong>l reformador; y sólo ocultándose podía éste<br />

burlar las garras <strong>de</strong>l león. Dios dio sabiduría a Fe<strong>de</strong>rico <strong>de</strong> Sajonia para i<strong>de</strong>ar un plan<br />

que salvara la vida <strong>de</strong> Lutero. Ayudado por varios amigos verda<strong>de</strong>ros se llevó a cabo el<br />

propósito <strong>de</strong>l elector, y Lutero fue efectivamente sustraído a la vista <strong>de</strong> amigos y<br />

enemigos. Mientras regresaba a su resi<strong>de</strong>ncia, se vio ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> repente, separado <strong>de</strong><br />

sus acompañantes y llevado por fuerza a través <strong>de</strong> los bosques al castillo <strong>de</strong> Wartburg,<br />

fortaleza que se alzaba sobre una montaña aislada. Tanto su secuestro como su<br />

escondite fueron ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> tanto misterio, que Fe<strong>de</strong>rico mismo por mucho tiempo no<br />

supo dón<strong>de</strong> se hallaba el reformador. Esta ignorancia tenía un propósito, pues mientras<br />

el elector no conociera el para<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l reformador, no podía revelar nada. Se aseguró<br />

(141) <strong>de</strong> que Lutero estuviera protegido, y esto le bastaba.<br />

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