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La Destrucción de Jerusalén

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Aunque los gobernantes <strong>de</strong> este mundo no lo sepan, ha sido frecuente que en sus<br />

asambleas hablaran ángeles. Ojos humanos los han mirado; oídos humanos han<br />

escuchado sus llamamientos; labios humanos se han opuesto a sus indicaciones y han<br />

puesto en ridículo sus consejos; y hasta manos humanas los han maltratado. En las salas<br />

<strong>de</strong> consejo y en los tribunales, estos mensajeros celestiales han revelado sus gran<strong>de</strong>s<br />

conocimientos <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> la humanidad y se han <strong>de</strong>mostrado más capaces <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r la causa <strong>de</strong> los (448) oprimidos que los abogados más hábiles y más<br />

elocuentes. Han frustrado propósitos y atajado males que habrían atrasado en gran<br />

manera la obra <strong>de</strong> Dios y habrían causado gran<strong>de</strong>s pa<strong>de</strong>cimientos a su pueblo. En la<br />

hora <strong>de</strong> peligro y angustia “el ángel <strong>de</strong> Jehová acampa alre<strong>de</strong>dor <strong>de</strong> los que le temen, y<br />

los <strong>de</strong>fien<strong>de</strong>.” (Salmos 34:7.)<br />

El pueblo <strong>de</strong> Dios espera con ansía las señales <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong> su Rey. Y cuando<br />

se les pregunta a los centinelas: “¿Qué hay <strong>de</strong> la noche?” se oye la respuesta terminante:<br />

“<strong>La</strong> mañana viene, y <strong>de</strong>spués la noche.” (Isaías 21:11,12.) <strong>La</strong> luz dora las nubes que<br />

coronan las cumbres. Pronto su gloria se revelará. El sol <strong>de</strong> justicia está por salir. Tanto<br />

la mañana como la noche van a principiar; la mañana <strong>de</strong>l día eterno para los justos y la<br />

noche perpetua para los impíos.<br />

Mientras el pueblo militante <strong>de</strong> Dios dirige con empeño sus oraciones a Dios, el<br />

velo que lo separa <strong>de</strong>l mundo invisible parece estar casi <strong>de</strong>scorrido. Los Cielos se<br />

encien<strong>de</strong>n con la aurora <strong>de</strong>l día eterno, y cual melodía <strong>de</strong> cánticos angélicos llegan a sus<br />

oídos las palabras: “Manteneos firmes en vuestra fi<strong>de</strong>lidad. Ya os llega ayuda.” Cristo,<br />

el vencedor todopo<strong>de</strong>roso, ofrece a sus cansados soldados una corona <strong>de</strong> gloria<br />

inmortal; y su voz se <strong>de</strong>ja oír por las puertas entornadas: “He aquí que estoy con<br />

vosotros. No temáis. Conozco todas vuestras penas; he cargado con vuestros dolores.<br />

No estáis lidiando contra enemigos <strong>de</strong>sconocidos. He peleado en favor vuestro, y en mi<br />

nombre sois más que vencedores.”<br />

Nuestro amado Salvador nos enviará ayuda en el momento mismo en que la<br />

necesitemos. El camino <strong>de</strong>l Cielo quedó consagrado por sus (449) pisadas. Cada espina<br />

que hiere nuestros pies hirió también los suyos. El cargó antes que nosotros la cruz que<br />

cada uno <strong>de</strong> nosotros ha <strong>de</strong> cargar. El Señor permite los conflictos a fin <strong>de</strong> preparar al<br />

alma para la paz. Si no tuviéramos tempesta<strong>de</strong>s, ni sombras, no podríamos agra<strong>de</strong>cer la<br />

luz <strong>de</strong>l sol. El tiempo <strong>de</strong> angustia es una prueba temerosa para el pueblo <strong>de</strong> Dios; pero<br />

es el tiempo para cada creyente verda<strong>de</strong>ro para erguirse, y, por fe miraría el arco <strong>de</strong> la<br />

promesa circundarlo.<br />

“Ciertamente volverán los redimidos <strong>de</strong> Jehová; volverán a Sión cantando, y<br />

habrá gozo perpetuo sobre sus cabezas; rebosarán gozo y alegría, y el dolor y el gemido<br />

huirán. Yo, yo soy vuestro consolador. ¿Quién eres tú para que tengas temor <strong>de</strong>l<br />

hombre, que ha <strong>de</strong> morir, y <strong>de</strong>l hijo <strong>de</strong> hombre, <strong>de</strong>stinado a fenecer como heno? Y ya te<br />

has olvidado <strong>de</strong> Jehová tu Hacedor,... y todo el día temes continuamente <strong>de</strong>l furor <strong>de</strong>l<br />

opresor, cuando se dispone para <strong>de</strong>struir. Pero ¿en dón<strong>de</strong> está el furor <strong>de</strong>l opresor? El<br />

preso agobiado será libertado pronto; no morirá en la mazamorra, ni le faltará su pan.<br />

Porque yo soy Jehová tu Dios, que agito el mar y hago bramar sus olas; su nombre es<br />

Jehová <strong>de</strong> los ejércitos. Y en tu boca he puesto mis palabras, y con la sombra <strong>de</strong> mi<br />

mano te he cubierto.” (Isaías 51:1 l-16.)<br />

“Oye, pues, ahora esto, afligido, ebrio, mas no <strong>de</strong> vino: Así dice Jehová tu<br />

Señor, y tu Dios, el cual aboga por su pueblo: He aquí, he quitado <strong>de</strong> tu mano el cáliz<br />

<strong>de</strong>l aturdimiento, las heces <strong>de</strong>l cáliz <strong>de</strong> mi ira; nunca más lo beberás. Yo lo pondré en<br />

mano <strong>de</strong> tus angustiadores, que dijeron a tu alma: Inclínate, y pasaremos por encima <strong>de</strong><br />

ti (450.) Y tú pusiste tu espalda como suelo, y como camino, para que pasaran.” (Isaías<br />

51:21-23.)<br />

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