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sus doctrinas si le probaban que estaban en contradicción con la Palabra <strong>de</strong> Dios.<br />
También había expresado su gratitud al Señor por haberle tenido por digno <strong>de</strong> sufrir por<br />
tan sagrada causa. Estas palabras hicieron una impresión honda sobre el elector, y<br />
resolvió permanecer como el protector <strong>de</strong> Lutero. Se negó mandarlo a Roma, o<br />
expulsarlo <strong>de</strong> sus territorios.<br />
El elector notaba un <strong>de</strong>caimiento general en el estado moral <strong>de</strong> la sociedad. Se<br />
necesitaba una gran<strong>de</strong> obra <strong>de</strong> Reforma. <strong>La</strong>s disposiciones tan complicadas y costosas<br />
requeridas para refrenar y castigar los <strong>de</strong>litos estarían <strong>de</strong> más si los hombres<br />
reconocieran y acataran los mandatos <strong>de</strong> Dios y los dictados <strong>de</strong> una conciencia (114)<br />
iluminada. Vio que los trabajos <strong>de</strong> Lutero tendían a este fin y se regocijó secretamente<br />
<strong>de</strong> que una influencia mejor se hiciese sentir en la iglesia.<br />
Vio asimismo que como profesor <strong>de</strong> la universidad Lutero tenía mucho éxito. De<br />
todas partes <strong>de</strong> Alemania, los estudiantes se amontonaron a Wittenberg para escuchar<br />
sus enseñanzas. Había jóvenes que, al ver a Wittenberg por vez primera, “levantaban<br />
sus manos al Cielo, y alababan a Dios, porque hacia brillar en aquella ciudad, como en<br />
otro tiempo en <strong>Jerusalén</strong>.”<br />
Lutero no estaba aún convertido <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong> los errores <strong>de</strong>l romanismo. Pero<br />
cuando comparaba los Sagrados Oráculos con los <strong>de</strong>cretos y las constituciones papales,<br />
se maravillaba: “las <strong>de</strong>cretales <strong>de</strong> los papas, y... yo no sé si el papa es el mismo<br />
anticristo, o si es su apóstol, tan tergiversado y aún crucificado aparece Cristo en ellos.”<br />
Sin embargo en este tiempo Lutero aún era un partidario <strong>de</strong> la Iglesia Romana, y no<br />
tenía la i<strong>de</strong>a que alguna vez se separaría <strong>de</strong> su comunión.<br />
Los escritos <strong>de</strong>l reformador y sus doctrinas se estaban difundiendo por todas las<br />
naciones <strong>de</strong> la cristiandad. <strong>La</strong> obra se inició en Suiza y Holanda. Llegaron ejemplares <strong>de</strong><br />
sus escritos a Francia y España. En Inglaterra recibieron sus enseñanzas como palabra<br />
<strong>de</strong> vida. <strong>La</strong> verdad se dio a conocer en Bélgica e Italia. Miles <strong>de</strong> creyentes <strong>de</strong>spertaban<br />
<strong>de</strong> su mortal letargo y recibían el gozo y la esperanza <strong>de</strong> una vida <strong>de</strong> fe.<br />
Roma se exasperaba más y más con los ataques <strong>de</strong> Lutero, y <strong>de</strong> entre los más<br />
encarnizados enemigos <strong>de</strong> éste y hubo quienes <strong>de</strong>clararon secretamente (115) que no se<br />
imputaría pecado al que tomara la vida. Cierto día, un <strong>de</strong>sconocido se acercó al<br />
reformador con una pistola escondida <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su manto y le preguntó por qué iba<br />
solo. “Estoy en manos <strong>de</strong> Dios - contestó Lutero; - Él es mi ayuda y mi amparo. ¿Qué<br />
pue<strong>de</strong> hacerme el hombre mortal?” Al oír estas palabras el hombre se <strong>de</strong>mudó y huyó<br />
como si se hubiera hallado en presencia <strong>de</strong> los ángeles <strong>de</strong>l Cielo.<br />
Roma estaba resuelta a aniquilar a Lutero, pero Dios era su <strong>de</strong>fensa. Sus<br />
doctrinas se oían por doquiera, “en las cabañas, en los conventos, ... en los palacios <strong>de</strong><br />
los nobles, en las aca<strong>de</strong>mias, y en la corte <strong>de</strong> los reyes;” y aun hubo hidalgos que se<br />
levantaron por todas partes para sostener los esfuerzos <strong>de</strong>l reformador.<br />
En un llamamiento que dirigió Lutero al emperador y a la nobleza <strong>de</strong> Alemania<br />
en pro <strong>de</strong> la Reforma <strong>de</strong>l cristianismo, <strong>de</strong>cía refiriéndose al papa: “Es monstruoso ver a<br />
quien es llamado el vicario <strong>de</strong> Cristo, mostrando una magnificencia incomparable por<br />
esto a la <strong>de</strong> ningún emperador. ¿Es esto para al representar al pobre Jesús o al humil<strong>de</strong><br />
San Pedro? ¡El papa, dicen ellos, es el señor <strong>de</strong>l mundo! Mas Cristo, <strong>de</strong>l cual se jacta<br />
ser el vicario, dijo: 'Mi reino no es <strong>de</strong> este mundo.' El reino <strong>de</strong> un vicario ¿se exten<strong>de</strong>ría<br />
más allá que el <strong>de</strong> su Señor?”<br />
Hablando <strong>de</strong> las universida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>cía: “Temo mucho que las universida<strong>de</strong>s se<br />
encuentren siendo puertas abiertas dirigiendo al infierno, si no se aplican<br />
cuidadosamente a explicar la Escritura Santa y grabarla en el corazón <strong>de</strong> la juventud. Yo<br />
no aconsejaré a nadie que coloque a su hijo don<strong>de</strong> la Escritura Santa no es consi<strong>de</strong>rada<br />
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