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egla <strong>de</strong> fe y adhiriéndose a muchas <strong>de</strong> sus verda<strong>de</strong>s. Creían estos cristianos en el<br />
carácter perpetuo <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> Dios y observaban el sábado <strong>de</strong>l cuarto mandamiento.<br />
Hubo en el Africa central y entre los armenios <strong>de</strong> Asia iglesias que mantuvieron esta fe<br />
y esta observancia.<br />
Mas entre los que resistieron las intrusiones <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r papal, los val<strong>de</strong>nses<br />
fueron los que más sobresalieron. Por siglos las iglesias <strong>de</strong> Piamonte mantuvieron su<br />
in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia; pero al fin el tiempo vino cuando Roma <strong>de</strong>mandó su sumisión. Después<br />
<strong>de</strong> luchas ineficaces contra su tiranía, los lí<strong>de</strong>res <strong>de</strong> estas iglesias (68) renuentemente<br />
admitieron la supremacía <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r al cual todo el mundo pareció postrarse. Sin<br />
embargo un número consi<strong>de</strong>rable rehusó rendirse a la autoridad <strong>de</strong>l papa o <strong>de</strong>l prelado.<br />
Fueron <strong>de</strong>terminados mantener su lealtad a Dios, y preservar la pureza y simplicidad <strong>de</strong><br />
su fe. Una separación tuvo lugar. Algunos <strong>de</strong> los protestantes cruzaron los Alpes, y<br />
levantó el estándar <strong>de</strong> verdad en países extranjeros. Otros se retiraron en valles<br />
escondidos entre las montañas, y allí mantuvieron su libertad para adorar a Dios.<br />
<strong>La</strong> creencia religiosa <strong>de</strong> los val<strong>de</strong>nses fue basada en la Palabra escrita <strong>de</strong> Dios, el<br />
sistema verda<strong>de</strong>ro <strong>de</strong>l cristianismo, estaba en contraste marcado con los errores <strong>de</strong><br />
Roma. Pero esos vaqueros y viñadores, en sus retiradas obscuras, se cerraron lejos <strong>de</strong>l<br />
mundo, no habían ellos mismos llegado a la verdad en oposición a los dogmas y<br />
herejías <strong>de</strong> la iglesia apóstata. <strong>La</strong> suya no era una fe nuevamente recibida. Su creencia<br />
religiosa era su herencia <strong>de</strong> sus padres. Contendieron por la fe <strong>de</strong> la iglesia apostólica, -<br />
“la fe que ha sido transmitida a los santos <strong>de</strong> una vez por todas.”<br />
Entre las causas principales que motivaron la separación entre la verda<strong>de</strong>ra<br />
iglesia y Roma, se contaba el odio inveterado <strong>de</strong> ésta hacia el sábado bíblico. Como se<br />
había predicho en la profecía, el po<strong>de</strong>r papal echó por tierra la verdad. <strong>La</strong> ley <strong>de</strong> Dios<br />
fue pisoteada mientras que las tradiciones y las costumbres <strong>de</strong> los hombres eran<br />
ensalzadas. Se obligó a las iglesias que estaban bajo el gobierno <strong>de</strong>l papado a honrar el<br />
domingo como día santo. Entre los errores y la superstición que prevalecían, muchos <strong>de</strong><br />
los verda<strong>de</strong>ros hijos <strong>de</strong> Dios se encontraban tan confundidos, que a la vez (69) que<br />
observaban el sábado se abstenían <strong>de</strong> trabajar el domingo. Mas esto no satisfacía a los<br />
jefes papales. No sólo exigían que se santificara el domingo sino que se profanara el<br />
sábado; y acusaban en los términos más violentos a los que se atrevían a honrarlo. Sólo<br />
huyendo <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Roma era posible obe<strong>de</strong>cer en paz a la ley <strong>de</strong> Dios.<br />
Los val<strong>de</strong>nses son los primeros <strong>de</strong> todos los pueblos <strong>de</strong> Europa que poseyeron<br />
una traducción <strong>de</strong> las Santas Escrituras. Centenares <strong>de</strong> años antes <strong>de</strong> la Reforma tenían<br />
ya la Biblia manuscrita entera en su propio idioma. Tenían pues la verdad sin<br />
adulteración y esto los hizo objeto especial <strong>de</strong>l odio y <strong>de</strong> la persecución. Declaraban que<br />
la iglesia <strong>de</strong> Roma era la Babilonia apóstata <strong>de</strong>l Apocalipsis, y con peligro <strong>de</strong> sus vidas<br />
se oponían a su influencia y principios corruptores. Aunque bajo la presión <strong>de</strong> una<br />
larga persecución, algunos sacrificaron su fe e hicieron poco a poco concesiones en sus<br />
principios distintivos, otros se aferraron a la verdad. Durante siglos <strong>de</strong> obscuridad y<br />
apostasía, hubo val<strong>de</strong>nses que negaron la supremacía <strong>de</strong> Roma, que rechazaron como<br />
idolátrico el culto a las imágenes y que guardaron el verda<strong>de</strong>ro día <strong>de</strong> reposo.<br />
Conservaron su fe en medio <strong>de</strong> la más violenta y tempestuosa oposición. Aunque<br />
<strong>de</strong>gollados por la espada <strong>de</strong> Saboya y quemados en la hoguera romanista, <strong>de</strong>fendieron<br />
con firmeza la Palabra <strong>de</strong> Dios y su honor. Ellos no habían cedido una til<strong>de</strong> <strong>de</strong> la<br />
verdad.<br />
Tras los elevados baluartes <strong>de</strong> sus montañas, refugio <strong>de</strong> los perseguidos y<br />
oprimidos en todas las eda<strong>de</strong>s, hallaron los val<strong>de</strong>nses seguro escondite. Allí se mantuvo<br />
encendida la lámpara <strong>de</strong> la verdad durante la noche larga que (70) <strong>de</strong>scendió sobre la<br />
cristiandad. Allí conservaron por mil años su antigua fe.<br />
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