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Jesús entrase en las iglesias <strong>de</strong> nuestros días, y viese los festejos y el tráfico impío que<br />
se practica en nombre <strong>de</strong> la religión, ¿no arrojaría acaso a esos profanadores, como<br />
arrojó <strong>de</strong>l templo a los cambiadores <strong>de</strong> monedas'?<br />
El apóstol Santiago <strong>de</strong>clara que la sabiduría que <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong> arriba es<br />
“primeramente pura.” Si se hubiese encontrado con aquellos que pronuncian el precioso<br />
nombre <strong>de</strong> Jesús con labios manchados por el tabaco, con aquellos cuyo aliento y<br />
persona están contaminados por sus fétidos olores, y que infestan el aire <strong>de</strong>l Cielo y<br />
obligan a todos los que les ro<strong>de</strong>an a aspirar el veneno, - si el apóstol hubiese entrado en<br />
contacto con un hábito (303) tan opuesto a la pureza <strong>de</strong>l Evangelio, ¿no lo habría acaso<br />
estigmatizado como, “terreno, animal, diabólico?” Los esclavos <strong>de</strong>l tabaco,<br />
pretendiendo gozar <strong>de</strong> las bendiciones <strong>de</strong> la santificación completa, hablan <strong>de</strong> su<br />
esperanza <strong>de</strong> ir a la gloria; pero la Palabra <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>clara positivamente que “no<br />
entrará en ella ninguna cosa sucia.” (Apocalipsis 21:27.)<br />
“¿O no sabéis que vuestro cuerpo es santuario <strong>de</strong>l Espíritu Santo, el cual está en<br />
vosotros, el cual tenéis <strong>de</strong> Dios, y que no sois vuestros? Porque habéis sido comprados<br />
por precio; glorificad, pues, a Dios en vuestro cuerpo y en vuestro espíritu, los cuales<br />
son <strong>de</strong> Dios.” (1 Corintios 6:19, 20.) Aquel cuyo cuerpo es el templo <strong>de</strong>l Espíritu Santo<br />
no se <strong>de</strong>jará esclavizar por ningún hábito pernicioso. Sus faculta<strong>de</strong>s pertenecen a Cristo,<br />
que le compró con precio <strong>de</strong> sangre. Sus bienes son <strong>de</strong>l Señor. ¿Cómo podrá quedar sin<br />
culpa si dilapida el capital que se le confió? Hay cristianos <strong>de</strong> profesión que gastan al<br />
año ingentes cantida<strong>de</strong>s en goces inútiles y perniciosos, mientras muchas almas perecen<br />
por falta <strong>de</strong> la palabra <strong>de</strong> vida. Roban a Dios en los diezmos y ofrendas, mientras<br />
consumen en el altar <strong>de</strong> la pasión <strong>de</strong>structora más <strong>de</strong> lo que dan para socorrer a los<br />
pobres o para el sostenimiento <strong>de</strong>l Evangelio. Si todos los que hacen profesión <strong>de</strong> seguir<br />
a Cristo estuviesen verda<strong>de</strong>ramente santificados, en lugar <strong>de</strong> gastar sus recursos en<br />
placeres inútiles y hasta perjudiciales, los invertirían en el tesoro <strong>de</strong>l Señor, y los<br />
cristianos darían un ejemplo <strong>de</strong> temperancia, abnegación y sacrificio <strong>de</strong> sí mismos.<br />
Serían entonces la luz <strong>de</strong>l inundo.<br />
El mundo está entregado a la sensualidad. “<strong>La</strong> concupiscencia <strong>de</strong> la carne, y la<br />
concupiscencia <strong>de</strong> los ojos, y la soberbia <strong>de</strong> la vida,” gobiernan las masas <strong>de</strong>l pueblo.<br />
Pero los discípulos <strong>de</strong> Cristo son llamados a una vida santa. “Salid <strong>de</strong> en medio <strong>de</strong> ellos,<br />
y apartaos, dice el Señor y no toquéis (304) lo inmundo; y yo os acogeré, y seré para<br />
vosotros por Padre, y vosotros me seréis por hijos e hijas, dice el Señor Todopo<strong>de</strong>roso.”<br />
(2 Corintios 6:17,18.)<br />
Es el privilegio y la obligación <strong>de</strong> cada cristiano mantener una unión cercana con<br />
Cristo, y tener una experiencia rica en las cosas <strong>de</strong> Dios. Entonces su vida será<br />
productiva en obras buenas. Cuando leemos las vidas <strong>de</strong> hombres que han sido<br />
eminentes por su piedad, a menudo consi<strong>de</strong>ramos sus experiencias y logros como más<br />
allá <strong>de</strong> nuestro alcance. Pero este no es el caso. Dijo Cristo: “En esto es glorificado mi<br />
Padre, en que llevéis mucho fruto.” “Como el pámpano no pue<strong>de</strong> llevar fruto por sí<br />
mismo, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mi,” “el<br />
que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto.” (S. Juan 15:8,4,5.) Los<br />
profetas y apóstoles no perfeccionaron carácter cristiano por un milagro. Ellos usaron<br />
los medios que Dios había colocado <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> su alcance, y todo el que haga un<br />
esfuerzo semejante asegurará un resultado semejante.<br />
San Pablo se dirigió a sus hermanos <strong>de</strong> Corintios como “los santificados en<br />
Cristo Jesús;” y él agra<strong>de</strong>ció a Dios que en todo fueran enriquecidos por él, “en toda<br />
palabra y en todo conocimiento,” para que no vinieran tras un regalo. (1 Corintios<br />
1:2,5,7.) En su epístola a los Colosenses él expone los privilegios gloriosos concedidos<br />
a los hijos <strong>de</strong> Dios. Dijo el apóstol: “Nosotros no cesamos <strong>de</strong> orar por vosotros, y <strong>de</strong><br />
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