11.05.2013 Views

La Destrucción de Jerusalén

La Destrucción de Jerusalén

La Destrucción de Jerusalén

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

vinieron a él. Aún sus enemigos notaron su firmeza, porte valiente, la expresión amable<br />

y alegre sobre su semblante, y la elevación solemne y seriedad profunda que dieron a<br />

sus palabras un po<strong>de</strong>r irresistible. Algunos estaban convencidos <strong>de</strong> que le asistía una<br />

fuerza divina, otros <strong>de</strong>cían <strong>de</strong> él lo que los fariseos <strong>de</strong>cían <strong>de</strong> Cristo: “Demonio tiene.”<br />

Al día siguiente <strong>de</strong> su llegada Lutero fue citado a comparecer ante la dieta. Se<br />

nombró a un dignatario imperial para que lo condujese a la sala <strong>de</strong> audiencias, a la que<br />

llegaron no sin dificultad. Todas las calles estaban obstruidas por el gentío que se<br />

agolpaba en todas partes, curioso <strong>de</strong> conocer al monje que se había atrevido a resistir la<br />

autoridad <strong>de</strong>l papa.<br />

En el momento en que entraba en la presencia <strong>de</strong> sus jueces, un viejo general,<br />

héroe <strong>de</strong> muchas batallas, le dijo en tono bondadoso: “¡Frailecito! ¡Frailecito! ¡Haces<br />

frente a una empresa tan ardua, que ni yo ni otros capitanes hemos visto jamás tal en<br />

nuestros más sangrientos combates! Pero si tu causa es justa, y si estás convencido <strong>de</strong><br />

ello, ¡avanza en nombre <strong>de</strong> Dios, y nada temas! ¡Él no te abandonara!” (128.)<br />

Se abrieron por fin ante él las puertas <strong>de</strong>l concilio. El emperador ocupaba el<br />

trono, ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> los más ilustres personajes <strong>de</strong>l imperio. Ningún hombre compareció<br />

jamás ante una asamblea tan imponente como aquella ante la cual compareció Martín<br />

Lutero para dar cuenta <strong>de</strong> su fe.<br />

<strong>La</strong> mera realidad <strong>de</strong> esa comparecencia fue una victoria notable para la verdad.<br />

Aquel hombre a quién el papa había con<strong>de</strong>nado <strong>de</strong>bería ser juzgado por otro tribunal,<br />

era virtualmente una negación <strong>de</strong> la autoridad suprema <strong>de</strong>l pontífice. El reformador, se<br />

puso <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> la prohibición, y <strong>de</strong>nunció el compañerismo humano por el papa, se le<br />

había asegurado protección, y fue concedida una audiencia, por los dignatarios más<br />

altos <strong>de</strong> la nación. Roma le había or<strong>de</strong>nado que se callara; pero él estuvo a punto <strong>de</strong><br />

hablar en la presencia <strong>de</strong> miles <strong>de</strong> todas las partes <strong>de</strong>l cristianismo.<br />

Al verse ante tan augusta asamblea, el reformador <strong>de</strong> humil<strong>de</strong> cuna pareció<br />

sentirse asombrado y apenado. Algunos <strong>de</strong> los príncipes, observando su emoción, se<br />

acercaron a él y uno <strong>de</strong> ellos le dijo al oído: “No temáis a aquellos que no pue<strong>de</strong>n matar<br />

más que el cuerpo y que nada pue<strong>de</strong>n contra el alma.” Otro añadió también: “Cuando os<br />

entregaren ante los reyes y los gobernadores, no penséis cómo o qué habéis <strong>de</strong> hablar; el<br />

Espíritu <strong>de</strong> vuestro Padre hablará por vosotros.” Así fueron recordadas las palabras <strong>de</strong><br />

Cristo por los gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la tierra para fortalecer al siervo fiel en la hora <strong>de</strong> la prueba.<br />

Lutero fue conducido hasta un lugar situado frente al trono <strong>de</strong>l emperador. Un<br />

profundo silencio reinó en la numerosa asamblea. En seguida un alto dignatario se puso<br />

en pie y señalando una colección <strong>de</strong> los escritos <strong>de</strong> Lutero, exigió que el reformador<br />

contestase dos preguntas: - Si reconocía aquellas obras como suyas (129) y si estaba<br />

dispuesto a retractar el contenido <strong>de</strong> ellas. Lutero dijo que sí los reconocía como suyos.<br />

“Tocante a la segunda pregunta - añadió, - viendo que se refiere a fe, a la salvación <strong>de</strong><br />

las almas, y la Palabra <strong>de</strong> Dios, que es el más gran<strong>de</strong> y precioso tesoro que existe en los<br />

ciclos y en la tierra. Me seria peligroso y precipitado si hablara sin reflexión. Pudiera<br />

afirmar menos <strong>de</strong> lo que se me pi<strong>de</strong>, o más <strong>de</strong> lo que exige la verdad, en cualquier caso<br />

<strong>de</strong>bería caer bajo la sentencia <strong>de</strong> Cristo: “Cualquiera que me niegue <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los<br />

hombres, yo también le negaré <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> mi Padre que está en los Cielos.” (S. Mateo<br />

10:33.) Por esta razón, suplico a su majestad imperial, con toda sumisión, se digne<br />

conce<strong>de</strong>rme tiempo, para que pueda yo respon<strong>de</strong>r sin manchar la Palabra <strong>de</strong> Dios.”<br />

Lutero obró sabiamente al hacer esta súplica. Sus palabras convencieron a la<br />

asamblea <strong>de</strong> que él no hablaba movido por pasión ni arrebato. Esta reserva, esta calma<br />

tan sorpren<strong>de</strong>nte en semejante hombre, acreció su fuerza, y le preparó para contestar<br />

49

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!