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La Destrucción de Jerusalén

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<strong>de</strong>l mundo, siguen los pasos <strong>de</strong> los doctos; y <strong>de</strong>bido a su aversión para investigar por sí<br />

mismos, se están enredando más y más en las ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong>l error. Ven que la verdad para<br />

el tiempo presente está claramente expuesta en la Biblia y sienten que el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l<br />

Espíritu Santo confirma su proclamación, y sin embargo consienten que la oposición <strong>de</strong>l<br />

clero los aleje <strong>de</strong> la luz. Por muy convencidas que estén la razón y la conciencia, estos<br />

pobres ilusos no se atreven a pensar <strong>de</strong> otro modo que como los ministros, y sacrifican<br />

su juicio individual y sus intereses eternos al <strong>de</strong>screimiento, orgullo y prejuicios <strong>de</strong> otra<br />

persona (415.)<br />

Muchos son las formas <strong>de</strong> influencia humana a través <strong>de</strong> la cual Satanás trabaja<br />

para obligar a sus cautivos. Él se asegura la voluntad <strong>de</strong> multitu<strong>de</strong>s atándolas con los<br />

lazos <strong>de</strong> seda <strong>de</strong> sus afectos a los enemigos <strong>de</strong> la cruz <strong>de</strong> Cristo. Sea cual fuere esta<br />

unión: paternal, filial, conyugal o social, el efecto es el mismo: los enemigos <strong>de</strong> la<br />

verdad ejercen un po<strong>de</strong>r que tien<strong>de</strong> a dominar la conciencia, y las almas sometidas a su<br />

autoridad no tienen valor ni espíritu in<strong>de</strong>pendiente suficiente para seguir sus propias<br />

convicciones acerca <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber.<br />

<strong>La</strong> verdad y la gloria <strong>de</strong> Dios son inseparables; es imposible para nosotros con la<br />

Biblia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> nuestro alcance, para honrar a Dios por opiniones erróneas. Es la<br />

obligación primera y más alta <strong>de</strong> cada existencia racional apren<strong>de</strong>r <strong>de</strong> las Escrituras qué<br />

es verdad, y entonces andar en la luz, y animar a otros a seguir su ejemplo. <strong>La</strong><br />

ignorancia <strong>de</strong> la Palabra <strong>de</strong> Dios es pecado, cuando cada provisión ha sido hecha para<br />

que lleguemos a ser sabios. Deberíamos estudiar la Biblia diligentemente día tras día,<br />

pesar cada pensamiento, y comparar Escritura con Escritura. Con ayuda divina,<br />

formemos nuestras opiniones por nosotros mismos, así como tenemos que respon<strong>de</strong>r<br />

ante Dios por nosotros mismos.<br />

<strong>La</strong>s verda<strong>de</strong>s que se encuentran explicadas con la mayor claridad en la Biblia<br />

han sido envueltas en dudas y obscuridad por hombres doctos, que con ínfulas <strong>de</strong> gran<br />

sabiduría enseñan que las Escrituras tienen un sentido místico, secreto y espiritual que<br />

no se echa <strong>de</strong> ver en el lenguaje empleado en ellas. Esos hombres son falsos maestros.<br />

Fue a personas semejantes a quienes Jesús <strong>de</strong>claró: “No enten<strong>de</strong>r las Escrituras ni el<br />

po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios.” (S. Marcos 12:24.) El lenguaje <strong>de</strong> la Biblia <strong>de</strong>be explicarse <strong>de</strong> acuerdo<br />

con su significado manifiesto, a no (416) ser que se trate <strong>de</strong> un símbolo o figura. Cristo<br />

prometió: “El que quiera hacer la voluntad <strong>de</strong> Dios, conocerá si la doctrina es <strong>de</strong> Dios.”<br />

(S. Juan 7:17.) Si los hombres quisieran tan sólo aceptar lo que la Biblia dice, y si no<br />

hubiera falsos maestros para alucinar y confundir las inteligencias, se realizaría una obra<br />

que alegraría a los ángeles y que traería al rebaño <strong>de</strong> Cristo a miles y miles <strong>de</strong> almas<br />

actualmente sumidas en el error.<br />

Deberíamos ejercitar en el estudio <strong>de</strong> las Santas Escrituras todas las fuerzas <strong>de</strong>l<br />

entendimiento y procurar compren<strong>de</strong>r, hasta don<strong>de</strong> es posible a los mortales, las<br />

profundas enseñanzas <strong>de</strong> Dios; pero no <strong>de</strong>bemos olvidar que la disposición <strong>de</strong>l<br />

estudiante <strong>de</strong>be ser dócil y sumisa como la <strong>de</strong> un niño. <strong>La</strong>s dificulta<strong>de</strong>s bíblicas no<br />

pue<strong>de</strong>n ser resueltas por los mismos métodos que se emplean cuando se trata <strong>de</strong><br />

problemas filosóficos. No <strong>de</strong>beríamos ponernos a estudiar la Biblia con esa confianza<br />

en nosotros mismos con la cual tantos abordan los dominios <strong>de</strong> la ciencia, sino en el<br />

espíritu <strong>de</strong> oración y <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia filial hacia Dios y con un <strong>de</strong>seo sincero <strong>de</strong> conocer su<br />

voluntad. Debemos acercarnos con espíritu humil<strong>de</strong> y dócil para obtener conocimiento<br />

<strong>de</strong>l gran YO SOY. De lo contrario vendrán ángeles malos a obscurecer nuestras mentes<br />

y a endurecer nuestros corazones al punto que la verdad ya no nos impresionará.<br />

Más <strong>de</strong> una porción <strong>de</strong> las Sagradas Escrituras que los eruditos <strong>de</strong>claran ser un<br />

misterio o que estiman <strong>de</strong> poca importancia, está llena <strong>de</strong> consuelo e instrucción para el<br />

que estudió en la escuela <strong>de</strong> Cristo. Sus muchos teólogos no compren<strong>de</strong>n mejor la<br />

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