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La Destrucción de Jerusalén

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(269) sus sacrificios inútiles y ofrendas. El ministerio <strong>de</strong> tipos y sombras había cesado.<br />

Esa puerta por la cual hombres antiguamente habían encontrado acceso a Dios, no<br />

estaba abierta más. Los judíos se habían rehusado a buscarle por el único modo por el<br />

cual entonces podía ser hallado, a través <strong>de</strong>l ministerio en el santuario en el Cielo. Por<br />

lo tanto no encontraron comunión con Dios. Para ellos la puerta estaba cerrada. No<br />

tenían conocimiento <strong>de</strong> Cristo como el sacrificio verda<strong>de</strong>ro y el único mediador <strong>de</strong>lante<br />

<strong>de</strong> Dios; por lo tanto no pudieron recibir los beneficios <strong>de</strong> su mediación.<br />

<strong>La</strong> condición <strong>de</strong> los judíos incrédulos ilustra el estado <strong>de</strong> los indiferentes e<br />

incrédulos entre los profesos cristianos, que <strong>de</strong>sconocen voluntariamente la obra <strong>de</strong><br />

nuestro misericordioso Sumo Sacerdote. En el servicio típico, cuando el sumo sacerdote<br />

entraba en el lugar santísimo, todos los hijos <strong>de</strong> Israel <strong>de</strong>bían reunirse cerca <strong>de</strong>l<br />

santuario y humillar sus almas <strong>de</strong>l modo más solemne ante Dios, a fin <strong>de</strong> recibir el<br />

perdón <strong>de</strong> sus pecados y no ser separados <strong>de</strong> la congregación. ¡Cuánto más esencial es<br />

que en nuestra época atípica <strong>de</strong> la expiación comprendamos la obra <strong>de</strong> nuestro Sumo<br />

Sacerdote, y sepamos qué <strong>de</strong>beres nos incumben!<br />

Los hombres no pue<strong>de</strong>n rechazar impunemente los avisos que Dios les envía en<br />

su misericordia. Un mensaje fue enviado <strong>de</strong>l Cielo al mundo en tiempo <strong>de</strong> Noé, y la<br />

salvación <strong>de</strong> los hombres <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> la manera en que aceptaran ese mensaje. Por el<br />

hecho <strong>de</strong> que ella había rechazado la amonestación, el Espíritu <strong>de</strong> Dios se retiró <strong>de</strong> la<br />

raza pecadora que pereció en las aguas <strong>de</strong>l diluvio. En tiempo <strong>de</strong> Abrahán la<br />

misericordia <strong>de</strong>jó <strong>de</strong> alegar con los culpables vecinos <strong>de</strong> Sodoma, y todos (270),<br />

excepto Lot con su mujer y dos hijas, fueron consumidos por el fuego que <strong>de</strong>scendió <strong>de</strong>l<br />

Cielo. Otro tanto sucedió en días <strong>de</strong> Cristo. El Hijo <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>claró a los judíos<br />

incrédulos <strong>de</strong> aquella generación: “He aquí que vuestra casa os es <strong>de</strong>jada <strong>de</strong>sierta.” (S.<br />

Mateo 23:38). Consi<strong>de</strong>rando los últimos días, el mismo Po<strong>de</strong>r Infinito <strong>de</strong>clara respecto<br />

<strong>de</strong> los que “no recibieron el amor <strong>de</strong> la verdad para ser salvos.” “Por esto Dios les envía<br />

un espíritu engañoso, para que crean la mentira, a fin <strong>de</strong> que sean con<strong>de</strong>nados todos los<br />

que no creyeron a la verdad, sino que se complacieron en la injusticia.” (2<br />

Tesalonicenses 2:10-12.) A medida que se rechazan las enseñanzas <strong>de</strong> su Palabra, Dios<br />

retira su Espíritu y <strong>de</strong>ja a los hombres en brazos <strong>de</strong>l engaño que tanto les gusta.<br />

Pero Cristo interce<strong>de</strong> aún por el hombre, y se otorgará luz a los que la buscan.<br />

Aunque esto no lo comprendieron al principio los adventistas, les resultó claro <strong>de</strong>spués,<br />

a medida que los pasajes bíblicos que <strong>de</strong>finen la verda<strong>de</strong>ra posición <strong>de</strong> ellos empezaron<br />

a hacerse inteligibles.<br />

Cuando pasó la fecha fijada para 1844, hubo un tiempo <strong>de</strong> gran prueba para los<br />

que conservaban aún la fe adventista. Su único alivio en lo concerniente a <strong>de</strong>terminar su<br />

verda<strong>de</strong>ra situación, fue la luz que dirigió su espíritu hacia el santuario celestial. Como<br />

ha sido <strong>de</strong>clarado, los adventistas estuvieron por poco tiempo unidos en la creencia que<br />

la puerta <strong>de</strong> misericordia estaba cerrada. Esta posición fue pronto abandonada. Algunos<br />

<strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> creer en la manera en que habían calculado ante los períodos proféticos, y<br />

atribuyeron a factores humanos o satánicos la po<strong>de</strong>rosa influencia <strong>de</strong>l Espíritu Santo<br />

que había acompañado al movimiento Adventista. Otros creyeron firmemente que el<br />

Señor los había conducido en su vida (271) pasada; y mientras esperaban, velaban y<br />

oraban para conocer la voluntad <strong>de</strong> Dios, llegaron a compren<strong>de</strong>r que su gran Sumo<br />

Sacerdote había empezado a <strong>de</strong>sempeñar otro ministerio y, siguiéndole con fe, fueron<br />

inducidos a enten<strong>de</strong>r a<strong>de</strong>más la obra final <strong>de</strong> la iglesia, y quedaron preparados para<br />

recibir y dar al mundo la solemne amonestación <strong>de</strong>l tercer ángel <strong>de</strong> Apocalipsis 14<br />

(272.)<br />

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