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<strong>La</strong> institución bíblica <strong>de</strong> la Cena <strong>de</strong>l Señor fue substituida por el sacrificio<br />
idolátrico <strong>de</strong> la misa. Los sacerdotes papales aseveraban que con sus palabras podían<br />
convertir el pan y el vino en “el cuerpo y sangre verda<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> Cristo.” Con blasfema<br />
presunción se arrogaban el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> crear “Creador <strong>de</strong> todo.” Se les obligaba a los<br />
cristianos, bajo pena <strong>de</strong> muerte, a confesar su fe en esta horrible herejía que afrentaba al<br />
Cielo. Muchísimos que se negaron a ello fueron entregados a las llamas.<br />
En el siglo XIII se estableció la más terrible <strong>de</strong> las maquinaciones <strong>de</strong>l papado: la<br />
Inquisición. El príncipe <strong>de</strong> las tinieblas obró <strong>de</strong> acuerdo con los jefes <strong>de</strong> la jerarquía<br />
papal. En sus concilios secretos, Satanás y sus ángeles, mientras que invisible acampaba<br />
entre ellos un ángel <strong>de</strong> Dios que llevaba apunte <strong>de</strong> sus malvados <strong>de</strong>cretos y escribía la<br />
historia <strong>de</strong> hechos <strong>de</strong>masiado horrorosos para ser presentados a la vista <strong>de</strong> los hombres<br />
(63.) “Babilonia la gran<strong>de</strong>” fue “embriagada <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong> los santos.” Los cuerpos<br />
mutilados <strong>de</strong> millones <strong>de</strong> mártires clamaban a Dios venganza contra aquel po<strong>de</strong>r<br />
apóstata.<br />
El papado había llegado a ejercer su <strong>de</strong>spotismo sobre el mundo. Reyes y<br />
emperadores acataban los <strong>de</strong>cretos <strong>de</strong>l pontífice romano. El <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> los hombres, en<br />
este tiempo y para la eternidad, parecía <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su albedrío. Por centenares <strong>de</strong> años<br />
las doctrinas <strong>de</strong> Roma habían sido extensas e implícitamente recibidas, sus ritos<br />
cumplidos con reverencia y observadas sus fiestas por la generalidad. Su clero era<br />
colmado <strong>de</strong> honores y sostenido con liberalidad. Nunca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces ha alcanzado<br />
Roma tan gran<strong>de</strong> dignidad, magnificencia, ni po<strong>de</strong>r.<br />
El mediodía <strong>de</strong>l papado era la medianoche moral <strong>de</strong>l mundo. <strong>La</strong>s Sagradas<br />
Escrituras eran casi <strong>de</strong>sconocidas, no sólo <strong>de</strong> las gentes, sino <strong>de</strong> los mismos sacerdotes.<br />
A semejanza <strong>de</strong> los antiguos fariseos, los caudillos papales aborrecían la luz que habría<br />
revelado sus pecados. Rechazada la ley <strong>de</strong> Dios, mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> justicia, ejercieron po<strong>de</strong>río<br />
sin límites y practicaron <strong>de</strong>senfrenadamente los vicios. Prevalecieron el frau<strong>de</strong>, la<br />
avaricia y el libertinaje. Los hombres no retrocedieron ante ningún crimen que pudiese<br />
darles riquezas o posición. Los palacios <strong>de</strong> los papas y <strong>de</strong> los prelados eran teatro <strong>de</strong> los<br />
más viles excesos. Algunos <strong>de</strong> los pontífices reinantes se hicieron reos <strong>de</strong> crímenes tan<br />
horrorosas que los gobernantes civiles tuvieron que procurar <strong>de</strong>poner a dichos<br />
dignatarios <strong>de</strong> la iglesia como monstruos <strong>de</strong>masiado viles para ser tolerados en el trono.<br />
Durante siglos Europa no progresó en las ciencias, ni en las artes, ni en la civilización.<br />
<strong>La</strong> Cristiandad quedó moral e intelectualmente paralizada.<br />
<strong>La</strong> condición en que el mundo se encontraba bajo el po<strong>de</strong>r romano (64) resultaba<br />
ser el cumplimento espantoso e impresionante <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong>l profeta Oseas: “Mi<br />
pueblo fue talado porque le faltó sabiduría. Porque tú <strong>de</strong>sechaste la sabiduría, yo te<br />
echaré <strong>de</strong>l sacerdocio; y pues que olvidaste la ley <strong>de</strong> tu Dios, también yo me olvidaré <strong>de</strong><br />
tus hijos.” “No hay ya fi<strong>de</strong>lidad ni amor, ni conocimiento <strong>de</strong> Dios en esta tierra; sino<br />
perjuicio y mentira, asesinato y robo, adulterio y violencia, sangre que suce<strong>de</strong> a sangre.”<br />
(Oseas 4:6,1,2.) Tales fueron los resultados <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>sterrado la Palabra <strong>de</strong> Dios (65.)<br />
Capítulo IV<br />
_______<br />
LOS VALDENSES<br />
Aunque sumida la tierra en tinieblas durante el largo periodo <strong>de</strong> la supremacía<br />
papal, la luz <strong>de</strong> la verdad no pudo apagarse por completo. En todas las eda<strong>de</strong>s hubo<br />
testigos <strong>de</strong> Dios, hombres que conservaron su fe en Cristo como única regla <strong>de</strong> su vida y<br />
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