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La Destrucción de Jerusalén

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mientras el Creador exigía que todos se negasen a sí mismos él mismo no practicaba la<br />

abnegación ni hacía sacrificio alguno. Entonces se vio que para salvar una raza caída y<br />

pecadora, el Legislador <strong>de</strong>l universo había hecho el mayor sacrificio que el amor<br />

pudiera inspirar. Viose a<strong>de</strong>más que mientras Lucifer había abierto la puerta al pecado<br />

<strong>de</strong>bido a su sed <strong>de</strong> honores y supremacía, Cristo, para <strong>de</strong>struir el pecado, se había<br />

humillado y hecho obediente hasta la muerte (322.)<br />

Dios había manifestado cuánto aborrece los principios <strong>de</strong> rebelión. Todo el cielo<br />

vio su justicia revelada, tanto en la con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong> Satanás como en la re<strong>de</strong>nción <strong>de</strong>l<br />

hombre. Lucero había <strong>de</strong>clarado que la ley <strong>de</strong> Dios era <strong>de</strong> tal carácter que su pena no se<br />

podía remitir, y por lo tanto cada transgresor tiene que ser para siempre excluido <strong>de</strong>l<br />

favor <strong>de</strong>l Criador. El había sostenido que la raza pecaminosa se encontraba fuera <strong>de</strong>l<br />

alcance <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción, y era por consiguiente presa legítima suya. Pero la muerte <strong>de</strong><br />

Cristo fue un argumento irrefutable en favor <strong>de</strong>l hombre. Él sufrió la pena <strong>de</strong> la ley.<br />

Dios era justo en permitir su ira caer sobre Lo que era consigo igual, y el hombre<br />

quedaba libre <strong>de</strong> aceptar la justicia <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> triunfar <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás mediante<br />

una vida <strong>de</strong> arrepentimiento y humillación, como el Hijo <strong>de</strong> Dios había triunfado.<br />

<strong>La</strong> ley <strong>de</strong> Dios está completamente vindicada. Él es justo, y todavía el<br />

justificador <strong>de</strong> todo el que cree en Jesús. Nada menos que este plan <strong>de</strong> expiación pudo<br />

convencer el universo entero <strong>de</strong> la justicia <strong>de</strong> Dios.<br />

En la ejecución final <strong>de</strong>l juicio se verá que no hay causa para la existencia <strong>de</strong>l<br />

pecado. Cuando el Juez <strong>de</strong> toda la tierra pregunte a Satanás: “¿Por qué te has rebelado<br />

contra mí, y arrebataste súbditos <strong>de</strong> mi reino?”, el autor <strong>de</strong>l mal no pue<strong>de</strong> dar excusa.<br />

Cada boca será callada, y todos los anfitriones <strong>de</strong> rebelión quedarán mudos <strong>de</strong>lante <strong>de</strong>l<br />

gran tribunal (323.)<br />

Capítulo XXV<br />

________<br />

ENEMISTAD ENTRE EL HOMBRE Y SATANÁS<br />

“Y pondré enemistad entre ti y la mujer, y entre tu simiente y la simiente suya;<br />

esta te herirá en la cabeza, y tú le herirás en el talón.” (Génesis 3:15.) <strong>La</strong> divina<br />

sentencia pronunciada contra Satanás <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la caída <strong>de</strong>l hombre fue también una<br />

profecía que, abarcando las eda<strong>de</strong>s hasta los últimos tiempos, pre<strong>de</strong>cía el gran conflicto<br />

en que se verían empeñadas todas las razas humanas que hubiesen <strong>de</strong> vivir en la tierra.<br />

Dios <strong>de</strong>clara: “pondré enemistad.” Esta enemistad no es fomentada <strong>de</strong> un modo<br />

natural. Cuando el hombre quebrantó la ley divina, su naturaleza se hizo mala y llegó a<br />

estar en armonía y no en divergencia con Satanás. No pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>cirse que haya enemistad<br />

natural entre el hombre pecador y el autor <strong>de</strong>l pecado. Ambos se volvieron malos a<br />

consecuencia <strong>de</strong> la apostasía. El apóstata no <strong>de</strong>scansa sino cuando obtiene simpatías y<br />

apoyo al inducir a otros a seguir su ejemplo. De aquí que los ángeles caídos y los<br />

hombres malos se unen en <strong>de</strong>sesperado compañerismo. Si Dios no se hubiese<br />

interpuesto especialmente, Satanás y el hombre se habrían aliado contra el Cielo, y en<br />

lugar <strong>de</strong> albergar enemistad contra Satanás, toda la familia humana se habría unido en<br />

oposición a Dios (324.)<br />

Satanás tentó al hombre a que pecase, como había inducido a los ángeles a<br />

rebelarse, a fin <strong>de</strong> asegurarse su cooperación en su lucha contra el Cielo. No había<br />

disensión alguna entre él y los ángeles caídos en cuanto al odio que sentían contra<br />

Cristo; mientras que estaban en <strong>de</strong>sacuerdo tocante a todos los <strong>de</strong>más puntos, era<br />

unánime su oposición a la autoridad <strong>de</strong>l Legislador <strong>de</strong>l universo. Pero al oír Satanás que<br />

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