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la muerte. No pudo transmitir a su posteridad lo que no poseía; y no habría habido<br />
esperanza para la raza caída, si Dios no hubiera traído inmortalidad por el sacrificio <strong>de</strong><br />
su Hijo a su alcance. “Porque la paga <strong>de</strong>l pecado es muerte, mas la dádiva <strong>de</strong> Dios es<br />
vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 6:23.) No se pue<strong>de</strong> obtener <strong>de</strong><br />
otro modo. Pero cada hombre pue<strong>de</strong> posesionarse <strong>de</strong> esta bendición sin precio si cumple<br />
con las condiciones. Todos “los que, perseverando en hacer bien, buscan gloria y honra<br />
e inmortalidad,” recibirán vida eterna (Romanos 2:7.)<br />
El que le prometió vida a Adán en <strong>de</strong>sobediencia era el gran engañador. El<br />
primer sermón alguna vez predicado sobre la inmortalidad <strong>de</strong>l alma fue predicado por la<br />
serpiente a Eva en Edén, - “No moriréis.” Y esta <strong>de</strong>claración, <strong>de</strong>scansa únicamente<br />
sobre la autoridad <strong>de</strong> Satanás, hace eco <strong>de</strong> los púlpitos <strong>de</strong>l cristianismo, y es recibida<br />
por la mayoría <strong>de</strong> la humanidad fácilmente como fue recibida por nuestros primeros<br />
padres. <strong>La</strong> sentencia divina, “El alma que peque, ésa morirá.” (Ezequiel 18:20.) Se da el<br />
significado, el alma que peque, no morirá, mas vivirá eternamente. No po<strong>de</strong>mos sino<br />
asombrarnos <strong>de</strong> la infatuación extraña que rin<strong>de</strong> a los hombres en credulidad con<br />
respecto a las palabras <strong>de</strong> Satanás, y tan incrédulo con respecto a las Palabras <strong>de</strong> Dios.<br />
<strong>La</strong> fruta <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> vida tenía el po<strong>de</strong>r para perpetuar la vida. Si se le hubiera<br />
dado acceso libre <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su caída al hombre a ese árbol, habría vivido por siempre y<br />
así el pecado habría sido inmortalizado (353.) Pero se colocó una espada flameante para<br />
“guardar el camino <strong>de</strong>l árbol <strong>de</strong> la vida,” y a ninguno <strong>de</strong> la familia <strong>de</strong> Adán se le ha<br />
permitido pasar esa barrera y tomar parte <strong>de</strong> esa fruta <strong>de</strong> la vivda. Por lo tanto no hay un<br />
pecador inmortal.<br />
Pero <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> la caída, Satanás or<strong>de</strong>nó a sus ángeles que hicieran un esfuerzo<br />
especial para inventar la creencia <strong>de</strong> la inmortalidad natural <strong>de</strong>l hombre; y <strong>de</strong>spués <strong>de</strong><br />
hacerlo indujeron a la gente a aceptar este error, llevándola a la conclusión <strong>de</strong> que el<br />
pecador viviría en penas eternas. Ahora el príncipe <strong>de</strong> las tinieblas, obrando por<br />
conducto <strong>de</strong> sus agentes, representa a Dios como un tirano vengativo, y <strong>de</strong>clara que<br />
arroja al infierno a todos aquellos que no le agradan, que les hace sentir eternamente los<br />
efectos <strong>de</strong> su ira, y que mientras ellos sufren tormentos in<strong>de</strong>cibles y se retuercen en las<br />
llamas eternas, su Creador los mira satisfecho.<br />
Así es como el gran enemigo reviste con sus propios atributos al Creador y<br />
Bienhechor <strong>de</strong> la humanidad. <strong>La</strong> crueldad es satánica. Dios es amor, y todo lo que Él<br />
creó era puro, santo, y amable, hasta que el pecado fue introducido por el primer gran<br />
rebel<strong>de</strong>. Satanás mismo es el enemigo que tienta al hombre y lo <strong>de</strong>struye luego si pue<strong>de</strong>;<br />
y cuando se ha adueñado <strong>de</strong> su víctima se alaba <strong>de</strong> la ruina que ha causado. Si ello le<br />
fuese permitido pren<strong>de</strong>ría a toda la raza humana en sus re<strong>de</strong>s. Si no fuese por la<br />
intervención <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r divino, ni hijo ni hija <strong>de</strong> Adán escaparían.<br />
Hoy día Satanás está tratando <strong>de</strong> vencer a los hombres, como venció a nuestros<br />
primeros padres, <strong>de</strong>bilitando su confianza en el Creador e induciéndoles a dudar <strong>de</strong> la<br />
sabiduría <strong>de</strong> su gobierno y <strong>de</strong> la justicia <strong>de</strong> sus leyes. Satanás y sus emisarios<br />
representan a Dios como peor que (354) ellos, para justificar su propia perversidad y su<br />
rebeldía. El gran seductor se esfuerza en atribuir su propia crueldad a nuestro Padre<br />
celestial, a fin <strong>de</strong> darse por muy perjudicado con su expulsión <strong>de</strong>l Cielo por no haber<br />
querido someterse a un soberano tan injusto. Presenta al mundo la libertad <strong>de</strong> que<br />
gozarla bajo su dulce cetro, en contraposición con la esclavitud impuesta por los severos<br />
<strong>de</strong>cretos <strong>de</strong> Jehová. Es así como logra sustraer a las almas <strong>de</strong> la sumisión a Dios.<br />
¡Cuán repugnante a todo sentimiento <strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> misericordia y hasta a nuestro<br />
sentido <strong>de</strong> justicia es la doctrina según la cual <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> muertos los impíos son<br />
atormentados con fuego y azufre en un infierno que ar<strong>de</strong> eternamente, y por los pecados<br />
<strong>de</strong> una corta vida terrenal <strong>de</strong>ben sufrir tormentos por tanto tiempo como Dios viva! Sin<br />
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