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La Destrucción de Jerusalén

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alabanza, claro, dulce, y armonioso; cada voz se une a la melodía, hasta que entre las<br />

bóvedas <strong>de</strong>l Cielo repercute el clamor: “<strong>La</strong> salvación pertenece a nuestro Dios (467) que<br />

está sentado en el trono, y al Cor<strong>de</strong>ro.” Y todos los habitantes <strong>de</strong>l Cielo respon<strong>de</strong>n en la<br />

atribución, “Amén. <strong>La</strong> bendición, la gloria, la sabiduría, la acción <strong>de</strong> gracias, el honor,<br />

el po<strong>de</strong>r y la fortaleza, sean a nuestro Dios por los siglos <strong>de</strong> los siglos.” (Apocalipsis<br />

7:10,12.)<br />

El tema <strong>de</strong> re<strong>de</strong>nción apenas ha comenzado para ser entendido. Con nuestra<br />

inteligencia limitada po<strong>de</strong>mos consi<strong>de</strong>rar con todo fervor la ignominia y la gloria, la<br />

vida y la muerte, la justicia y la misericordia que se tocan en la cruz; pero ni con la<br />

mayor tensión <strong>de</strong> nuestras faculta<strong>de</strong>s mentales llegamos a compren<strong>de</strong>r todo su<br />

significado. <strong>La</strong> largura y anchura, la profundidad y la altura <strong>de</strong>l amor re<strong>de</strong>ntor se<br />

compren<strong>de</strong>n tan sólo confusamente. El plan <strong>de</strong> la re<strong>de</strong>nción no se enten<strong>de</strong>rá por<br />

completo ni siquiera cuando los rescatados vean como serán conocidos; pero a través <strong>de</strong><br />

las eda<strong>de</strong>s sin fin, nuevas verda<strong>de</strong>s se <strong>de</strong>splegarán continuamente ante la mente<br />

admirada y <strong>de</strong>leitada. Aunque las aflicciones, las penas y las tentaciones terrenales<br />

hayan concluido, y aunque la causa <strong>de</strong> ellas haya sido suprimida, el pueblo <strong>de</strong> Dios<br />

tendrá siempre un conocimiento claro e inteligente <strong>de</strong> lo que costó su salvación.<br />

<strong>La</strong> cruz <strong>de</strong> Cristo será la ciencia y el canto <strong>de</strong> los redimidos durante toda la<br />

eternidad. En el Cristo glorificado, contemplarán al Cristo crucificado. Nunca se<br />

olvidará que Él que pudo mandar todos los po<strong>de</strong>res <strong>de</strong> la naturaleza, quien por una<br />

palabra pudo llamar ángeles po<strong>de</strong>rosos a hacer su voluntad y ejecutar venganza sobre<br />

sus enemigos, - el amado <strong>de</strong> Dios, la Majestad <strong>de</strong>l Cielo - sometido a insulto, tortura, y<br />

muerte, para que los pecadores puedan ser redimidos. El hecho <strong>de</strong> que el Hacedor <strong>de</strong><br />

todos los mundos, el Arbitro <strong>de</strong> todos los <strong>de</strong>stinos (468), <strong>de</strong>jase su gloria y se humillase<br />

por amor al hombre, <strong>de</strong>spertará eternamente la admiración y adoración <strong>de</strong>l universo.<br />

Cuando las naciones <strong>de</strong> los salvos miren a su Re<strong>de</strong>ntor y vean la gloria eterna <strong>de</strong>l Padre<br />

brillar en su rostro; cuando contemplen su trono, que es <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la eternidad hasta la<br />

eternidad, y sepan que su reino no tendrá fin, entonces prorrumpirán en un cántico <strong>de</strong><br />

júbilo: “¡Digno, digno es el Cor<strong>de</strong>ro que fue inmolado, nos ha redimido para Dios con<br />

su propia preciosísima sangre!”<br />

El misterio <strong>de</strong> la cruz explica todos los <strong>de</strong>más misterios. A la luz que irradia <strong>de</strong>l<br />

Calvario, los atributos <strong>de</strong> Dios que nos llenaban <strong>de</strong> temor respetuoso nos resultan<br />

herniosos y atractivos. Se ve que la misericordia, la compasión y el amor paternal se<br />

unen a la santidad, la justicia y el po<strong>de</strong>r. Al mismo tiempo que contemplamos la<br />

majestad <strong>de</strong> su trono, tan gran<strong>de</strong> y elevado, vemos su carácter en sus manifestaciones<br />

misericordiosas y compren<strong>de</strong>mos, como nunca antes, el significado <strong>de</strong>l apelativo<br />

conmovedor: “Padre nuestro.”<br />

Se echará <strong>de</strong> ver que Aquel cuya sabiduría es infinita no hubiera podido i<strong>de</strong>ar<br />

otro plan para salvarnos que el <strong>de</strong>l sacrificio <strong>de</strong> su Hijo. <strong>La</strong> compensación <strong>de</strong> este<br />

sacrificio es la dicha <strong>de</strong> poblar la tierra con seres rescatados, santos, felices e inmortales.<br />

El resultado <strong>de</strong> la lucha <strong>de</strong>l Salvador contra las potesta<strong>de</strong>s <strong>de</strong> las tinieblas es la dicha <strong>de</strong><br />

los redimidos, la cual contribuirá a la gloria <strong>de</strong> Dios por toda la eternidad. Y tal es el<br />

valor <strong>de</strong>l alma, que el Padre está satisfecho con el precio pagado; y Cristo mismo, al<br />

consi<strong>de</strong>rar los resultados <strong>de</strong> su gran sacrificio, no lo está menos (469.)<br />

Capitulo XXXVI<br />

__________<br />

LA DESOLACIÓN DE LA TIERRA<br />

192

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