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La Destrucción de Jerusalén

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Capitulo XX<br />

_______<br />

El Mensaje <strong>de</strong>l Tercer Ángel<br />

Cuando Cristo entró en el lugar santísimo <strong>de</strong>l santuario celestial para terminar el<br />

trabajo <strong>de</strong> la expiación, les dio Él cometido a sus siervos <strong>de</strong> dar el último mensaje <strong>de</strong><br />

misericordia al mundo. Tal es la advertencia <strong>de</strong>l tercer ángel <strong>de</strong> Apocalipsis 14.<br />

Inmediatamente siguiendo su proclamación, el Hijo <strong>de</strong>l hombre es visto por el profeta<br />

viniendo en gloría a levantar la cosecha <strong>de</strong> la tierra.<br />

Como esta predicho en las Escrituras, el ministerio <strong>de</strong> Cristo en el lugar<br />

santísimo empezó en la terminación <strong>de</strong> los días proféticos en 1844. A este tiempo se<br />

aplican las palabras <strong>de</strong>l Revelador, “Y el santuario <strong>de</strong> Dios fue abierto en el Cielo, y el<br />

arca <strong>de</strong> su pacto se <strong>de</strong>jó ver en su santuario.” (Apocalipsis 11:19.) El arca <strong>de</strong>l<br />

testamento <strong>de</strong> Dios está en el segundo <strong>de</strong>partamento <strong>de</strong>l santuario. Como Cristo entró<br />

allí a ministrar en favor <strong>de</strong>l pecador, el interior <strong>de</strong>l templo fue abierto, y el arca <strong>de</strong> Dios<br />

se <strong>de</strong>jo ver. A los que por fe miraron al Salvador en su trabajo <strong>de</strong> intercesión, se reveló<br />

la majestad y po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Dios. Como el tren <strong>de</strong> su gloria llenó el templo, luz <strong>de</strong>l santo <strong>de</strong><br />

santos era arrojada sobre su pueblo que le esperaba en la tierra.<br />

Habían seguido por fe a su Sumo Sacerdote <strong>de</strong>l lugar santo al santísimo, y lo<br />

vieron suplicar (273) su sangre ante el arca <strong>de</strong> Dios. Dentro <strong>de</strong> esa arca sagrada esta la<br />

ley <strong>de</strong>l Padre, el que había hablado por Dios mismo entre los truenos <strong>de</strong>l Sinaí, y<br />

escribió con su propio <strong>de</strong>do en las tablas <strong>de</strong> piedra. Ningún mandamiento ha sido<br />

anulado; ni una jota o til<strong>de</strong> han sido cambiados. Mientras que Dios dio a Moisés una<br />

copia <strong>de</strong> la ley, Él preservó el grandioso original arriba en el santuario. Revisando sus<br />

preceptos santos, los que buscaban la verdad encontraron que en el corazón mismo <strong>de</strong>l<br />

Decálogo se encuentra el cuarto mandamiento, tal cual fue proclamado originalmente:<br />

“Acuérdate <strong>de</strong>l día <strong>de</strong>l sábado para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu<br />

obra; mas el séptimo es sábado para Jehová tu Dios; no hagas en él obra alguna, tú, ni tu<br />

hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong><br />

tus puertas. Porque en seis días hizo Jehová los Cielos y la tierra, el mar, y todas las<br />

cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día; por tanto, Jehová bendijo el día <strong>de</strong>l<br />

sábado y lo santificó.” (Exodo 20:8-11.)<br />

El Espíritu <strong>de</strong> Dios obró en los corazones <strong>de</strong> esos cristianos que estudiaban su<br />

Palabra, y quedaron convencidos <strong>de</strong> que, sin saberlo, habían transgredido el cuarto<br />

mandamiento al <strong>de</strong>spreciar el día <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso <strong>de</strong>l Creador. Empezaron a examinar las<br />

razones por las cuales se guardaba el primer día <strong>de</strong> la semana en lugar <strong>de</strong>l día que Dios<br />

había santificado. No pudieron encontrar en las Sagradas Escrituras prueba alguna <strong>de</strong><br />

que el cuarto mandamiento hubiese sido abolido o <strong>de</strong> que el día <strong>de</strong> reposo hubiese<br />

cambiado; (274) la bendición que <strong>de</strong>s<strong>de</strong> un principio santificaba el séptimo día no<br />

había sido nunca revocada. Habían procurado honradamente conocer y hacer la<br />

voluntad <strong>de</strong> Dios; al reconocerse entonces transgresores <strong>de</strong> la ley divina, sus corazones<br />

se llenaron <strong>de</strong> pena. Ellos en seguida <strong>de</strong>mostraron su lealtad hacia Dios guardando su<br />

santo sábado.<br />

Se hizo cuanto se pudo por conmover su fe. Nadie podía <strong>de</strong>jar <strong>de</strong> ver que si el<br />

santuario terrenal era una figura o mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong>l celestial, la ley <strong>de</strong>positada en el arca en la<br />

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