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La Destrucción de Jerusalén

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Palabra <strong>de</strong> Dios, es por la sencilla razón <strong>de</strong> que cierran los ojos con respecto a unas<br />

verda<strong>de</strong>s que no <strong>de</strong>sean poner en práctica. <strong>La</strong> comprensión <strong>de</strong> (417) las verda<strong>de</strong>s<br />

bíblicas no <strong>de</strong>pen<strong>de</strong> tanto <strong>de</strong> la potencia intelectual aplicada a la investigación como <strong>de</strong><br />

la sinceridad <strong>de</strong> propósitos y <strong>de</strong>l ardiente anhelo <strong>de</strong> justicia que animan al estudiante.<br />

Nunca se <strong>de</strong>bería estudiar la Biblia sin oración. Sólo el Espíritu Santo pue<strong>de</strong><br />

hacernos sentir la importancia <strong>de</strong> lo que es fácil compren<strong>de</strong>r, o impedir que nos<br />

apartemos <strong>de</strong>l sentido <strong>de</strong> las verda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> difícil comprensión. Hay santos ángeles que<br />

tienen la misión <strong>de</strong> influir en los corazones para que comprendan la Palabra <strong>de</strong> Dios, <strong>de</strong><br />

suerte que la belleza <strong>de</strong> ésta nos embelese, sus advertencias nos amonesten y sus<br />

promesas nos animen y vigoricen. Deberíamos hacer nuestra la petición <strong>de</strong>l salmista:<br />

“¡Abre mis ojos, y miraré las maravillas <strong>de</strong> tu ley.” (Salmo 119:18.) Muchas veces las<br />

tentaciones parecen irresistibles, y es porque se ha <strong>de</strong>scuidado la oración y el estudio <strong>de</strong><br />

la Biblia, y por en<strong>de</strong> no se pue<strong>de</strong>n recordar luego las promesas <strong>de</strong> Dios ni oponerse a<br />

Satanás con las armas <strong>de</strong> las Santas Escrituras. Pero los ángeles ro<strong>de</strong>an a los que tienen<br />

<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> apren<strong>de</strong>r cosas divinas, y en situaciones graves traerán a su memoria las<br />

verda<strong>de</strong>s que necesitan. “Porque vendrá como torrente impetuoso, empujado por el<br />

soplo <strong>de</strong> Jehová.” (Isaías 59:19.)<br />

Todos los que estiman en lo que valen sus intereses eternos <strong>de</strong>ben mantenerse en<br />

guardia contra las incursiones <strong>de</strong>l escepticismo. Hasta los fundamentos <strong>de</strong> la verdad<br />

serán socavados. Es imposible ponerse a cubierto <strong>de</strong> los sarcasmos y sofismas y <strong>de</strong> las<br />

enseñanzas insidiosas y pestilentes <strong>de</strong> la incredulidad mo<strong>de</strong>rna. Satanás adapta sus<br />

tentaciones a todas las clases. Asalta a los indoctos con una burla o una mirada <strong>de</strong><br />

<strong>de</strong>sprecio, mientras que se acerca a la gente instruida con objeciones científicas y<br />

razonamientos filosóficos propios para <strong>de</strong>spertar (418) <strong>de</strong>sconfianza o <strong>de</strong>sprecio hacia<br />

las Sagradas Escrituras. Hasta los jóvenes <strong>de</strong> poca experiencia se atreven a insinuar<br />

dudas respecto a los principios fundamentales <strong>de</strong>l cristianismo. Y esta incredulidad<br />

juvenil, por superficial que sea, no <strong>de</strong>ja <strong>de</strong> ejercer su influencia. Muchos se <strong>de</strong>jan<br />

arrastrar así al punto <strong>de</strong> mofarse <strong>de</strong> la piedad <strong>de</strong> sus padres y <strong>de</strong>safían al Espíritu <strong>de</strong><br />

gracia. Muchos cuya vida daba promesa <strong>de</strong> honrar a Dios, y <strong>de</strong> beneficiar al mundo, se<br />

han marchitado bajo el soplo contaminado <strong>de</strong> la incredulidad. Todos los que fían en los<br />

dictámenes jactanciosos <strong>de</strong> la razón humana y se imaginan po<strong>de</strong>r explicar los misterios<br />

divinos y llegar al conocimiento <strong>de</strong> la verdad sin el auxilio <strong>de</strong> la sabiduría <strong>de</strong> Dios, están<br />

presos en las re<strong>de</strong>s <strong>de</strong> Satanás.<br />

Vivimos en el período más solemne <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong> este mundo. <strong>La</strong> suerte <strong>de</strong><br />

las innumerables multitu<strong>de</strong>s que pueblan la tierra está por <strong>de</strong>cidirse. Tanto nuestra dicha<br />

futura como la salvación <strong>de</strong> otras almas <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>n <strong>de</strong> nuestra conducta actual.<br />

Necesitamos ser guiados por el Espíritu <strong>de</strong> Verdad. Todo discípulo <strong>de</strong> Cristo <strong>de</strong>be<br />

preguntar seriamente: “¿Señor, qué quieres que haga?” Necesitamos humillarnos ante el<br />

Señor, ayunar, orar y meditar mucho en su Palabra, especialmente acerca <strong>de</strong> las escenas<br />

<strong>de</strong>l juicio. Debemos tratar <strong>de</strong> adquirir actualmente una experiencia profunda y viva en<br />

las cosas <strong>de</strong> Dios, sin per<strong>de</strong>r un solo instante. En torno nuestro se están cumpliendo<br />

acontecimientos <strong>de</strong> vital importancia; nos encontramos en el terreno encantado <strong>de</strong><br />

Satanás. No durmáis, centinelas <strong>de</strong> Dios, que el enemigo está emboscado, listo para<br />

lanzarse sobre vosotros y haceros su presa en cualquier momento en que caigáis en<br />

<strong>de</strong>scuido y somnolencia.<br />

Muchos se engañan con respecto a su verda<strong>de</strong>ra condición ante Dios. Se felicitan<br />

por los (419) actos reprensibles que no cometen, y se olvidan <strong>de</strong> enumerar las obras<br />

buenas y nobles que Dios requiere, pero que ellos <strong>de</strong>scuidan <strong>de</strong> hacer. No basta que<br />

sean árboles en el huerto <strong>de</strong>l Señor. Deben correspon<strong>de</strong>r a lo que Dios espera <strong>de</strong> ellos,<br />

llevando frutos. Dios los hace responsables <strong>de</strong> todo el bien que podrían haber realizado,<br />

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