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La Destrucción de Jerusalén

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<strong>La</strong> Protesta negó el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> los li<strong>de</strong>res civiles <strong>de</strong> legislar en los asuntos entre<br />

el alma y Dios, y <strong>de</strong>clararon así como los profetas y apóstoles: “Hemos <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer a<br />

Dios en vez <strong>de</strong> los hombres.” Rechazó también el po<strong>de</strong>r arbitrario <strong>de</strong> la iglesia, y puso<br />

por <strong>de</strong>lante el principio infalible que toda enseñanza humana <strong>de</strong>bería estar en sujeción a<br />

los oráculos <strong>de</strong> Dios. Los protestantes pudieron librarse <strong>de</strong>l yugo <strong>de</strong> la supremacía <strong>de</strong>l<br />

hombre, y exaltar a Cristo como único ser supremo en la iglesia, y su palabra <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el<br />

púlpito. El po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> conciencia puesto (162) por encima <strong>de</strong>l Estado, y la autoridad <strong>de</strong><br />

las Sagradas Escrituras por encima <strong>de</strong> la iglesia visible. <strong>La</strong> corona <strong>de</strong> Cristo fue elevada<br />

por encima <strong>de</strong> la tiara <strong>de</strong>l papa y la dia<strong>de</strong>ma <strong>de</strong>l emperador. Los protestantes afirmaron<br />

a<strong>de</strong>más el <strong>de</strong>recho que les asistía para expresar libremente sus convicciones tocantes a<br />

la verdad. Querían no solamente creer y obe<strong>de</strong>cer, sino también enseñar lo que<br />

contienen las Santas Escrituras, y negaban el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong>l sacerdote o <strong>de</strong>l magistrado<br />

para intervenir en asuntos <strong>de</strong> conciencia. <strong>La</strong> protesta <strong>de</strong> Spira fue un solemne testimonio<br />

contra la intolerancia religiosa y una <strong>de</strong>claración en favor <strong>de</strong>l <strong>de</strong>recho que asiste a todos<br />

los hombres para adorar a Dios según les dicte la conciencia.<br />

El acto estaba consumado. Grabado quedaba en la memoria <strong>de</strong> millares <strong>de</strong><br />

hombres y consignado en las crónicas <strong>de</strong>l Cielo, <strong>de</strong> don<strong>de</strong> ningún esfuerzo humano<br />

podía arrancarlo. Toda la Alemania evangélica hizo suya la protesta como expresión <strong>de</strong><br />

su fe. Por todas partes la consi<strong>de</strong>raban como prenda <strong>de</strong> una era nueva y más halagüeña.<br />

Uno <strong>de</strong> los príncipes se expresó así ante los protestantes <strong>de</strong> Spira: “Que el<br />

Todopo<strong>de</strong>roso, que os ha concedido gracia para que le confeséis enérgicamente, con<br />

libertad y <strong>de</strong>nuedo, se digne conservaros en esta firmeza cristiana hasta el día <strong>de</strong> la<br />

eternidad.”<br />

Si la Reforma, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> alcanzar tan notable éxito, se hubiese contemporizado<br />

con el mundo para contar con su favor, habría sido infiel a Dios y a sí misma, y hubiera<br />

labrado su propia ruina. <strong>La</strong> experiencia <strong>de</strong> aquellos primitivos reformadores encierra<br />

una lección para todas las épocas veni<strong>de</strong>ras. No ha cambiado en nada el modo en que<br />

trabaja Satanás contra Dios y contra su Palabra; se opone hoy tanto como en el siglo<br />

XVI a que las Escrituras sean reconocidas como guía <strong>de</strong> la vida. En la actualidad los<br />

hombres se han alejado mucho <strong>de</strong> las doctrinas y preceptos, y se hace muy necesario<br />

volver (163) al gran principio protestante: la Biblia, únicamente la Biblia, como regla <strong>de</strong><br />

la fe y <strong>de</strong>l <strong>de</strong>ber. Satanás sigue valiéndose <strong>de</strong> todos los medios <strong>de</strong> que dispone para<br />

<strong>de</strong>struir la libertad religiosa. El mismo po<strong>de</strong>r anticristiano que repudió los protestantes<br />

<strong>de</strong> Spira procura ahora, con redoblado esfuerzo, restablecer su perdida supremacía. <strong>La</strong><br />

misma adhesión incondicional a la Palabra <strong>de</strong> Dios que se manifestó en los días tan<br />

críticos <strong>de</strong> la Reforma <strong>de</strong>l siglo XVI, es la única esperanza <strong>de</strong> una reforma en nuestros<br />

días.<br />

Aparecieron señales precursoras <strong>de</strong> peligros para los protestantes. Juntamente<br />

con otras indicaciones <strong>de</strong> que la mano divina protegía a los fieles. Fue para este tiempo<br />

que Melanchton apuró a su amigo Gryneo para que atravesara las calles <strong>de</strong> Spira al Rin,<br />

y lo exhortó para que cruzara el río sin <strong>de</strong>mora. Gryneo asombrado, quiso conocer la<br />

razón por este escape repentino. Le contestó Melanchton: “Un anciano <strong>de</strong> aspecto<br />

augusto y venerable, pero que me es <strong>de</strong>sconocido, se me apareció y me dio la noticia <strong>de</strong><br />

que en un minuto los agentes <strong>de</strong> la justicia iban a ser <strong>de</strong>spachados por Fernando para<br />

arrestar a Gryneo.” En las riberas <strong>de</strong>l Rin, Melanchton esperó hasta que las aguas <strong>de</strong> la<br />

corriente se interpusieron entre su amigo querido y aquellos quienes buscaban terminar<br />

con su vida. Cuando por fin lo vio al otro lado, dijo, “Fue arrancado <strong>de</strong> las quijadas<br />

crueles <strong>de</strong> aquellos quienes estaban sedientos por sangre inocente.”<br />

Gryneo estaba en términos íntimos con un doctor papista; pero, escandalizado<br />

por uno <strong>de</strong> sus sermones, fue a él, y le anunció que ya no iba a hacerle guerra a la<br />

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