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La Destrucción de Jerusalén

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<strong>de</strong>s<strong>de</strong> sus (474) cimientos. Aquí es don<strong>de</strong>, con sus ángeles, Satanás hará su morada<br />

durante mil años. Aquí será confinado, a vagar para arriba y para abajo sobre la<br />

superficie <strong>de</strong>strozada <strong>de</strong> la tierra, y ver los efectos <strong>de</strong> su rebelión contra la ley <strong>de</strong> Dios.<br />

Por mil años pue<strong>de</strong> gozar <strong>de</strong>l fruto <strong>de</strong> la maldición que él ha causado. Limitado sólo a<br />

la tierra, no tendrá el privilegio <strong>de</strong> recorrer a otros planetas, para tentar y molestar a los<br />

que no han caído. Durante este tiempo, Satanás sufre extremadamente. Des<strong>de</strong> su caída<br />

su vida <strong>de</strong> actividad intensa ha <strong>de</strong>sterrado reflejo; pero ahora es privado <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r, y<br />

es al contemplar la parte que ha actuado <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que primero se rebeló contra el gobierno<br />

<strong>de</strong>l Cielo, y al mirar hacía <strong>de</strong>lante con temblor y terror el porvenir terrible, cuando tiene<br />

que sufrir por todo lo malo que ha hecho, y ser castigado por los pecados que ha<br />

causado cometer.<br />

Gritos <strong>de</strong> triunfo ascien<strong>de</strong>n <strong>de</strong> los ángeles y los santos redimidos, que no serán<br />

más molestados y tentados por Satanás, y que los habitantes <strong>de</strong> otros mundos han sido<br />

librados <strong>de</strong> su presencia y tentaciones.<br />

Durante los mil años, entre la primera y la segunda resurrección, el juicio <strong>de</strong> los<br />

malos muertos, toma lugar. Los justos reinan como reyes y sacerdotes para Dios. Y en<br />

unión con Cristo juzgan a los malos, comparando sus acciones con el libro <strong>de</strong> estatutos,<br />

la Biblia, y <strong>de</strong>cidiendo cada caso <strong>de</strong> acuerdo con las acciones que hicieron en el cuerpo.<br />

Entonces la porción que el malo tiene que sufrir es conocida, según sus obras; esta<br />

escrito contra sus nombres en el libro <strong>de</strong> muerte. Satanás también y los ángeles malos<br />

son juzgados por Cristo y su pueblo (475.)<br />

Capítulo XXXVII<br />

________<br />

LA CONTROVERSIA FINALIZADA<br />

Al fin <strong>de</strong> los mil años, Cristo regresa otra vez a la tierra. Le acompaña la hueste<br />

<strong>de</strong> los redimidos, y le sigue una comitiva <strong>de</strong> ángeles. Al <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r en majestad<br />

aterradora, manda a los muertos impíos que resuciten para recibir su con<strong>de</strong>nación. Se<br />

levanta un gran ejército, innumerable como la arena <strong>de</strong>l mar. ¡Qué contraste entre ellos<br />

y los que resucitaron en la primera resurrección! Los justos estaban revestidos <strong>de</strong><br />

juventud y belleza inmortales. Los impíos llevan las huellas <strong>de</strong> la enfermedad y <strong>de</strong> la<br />

muerte.<br />

Todas las miradas <strong>de</strong> esa inmensa multitud se vuelven para contemplar la gloria<br />

<strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios. A una voz las huestes <strong>de</strong> los impíos exclaman: “¡Bendito Él que viene<br />

en el nombre <strong>de</strong>l Señor!” No es el amor a Jesús lo que les inspira esta exclamación, sino<br />

que el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la verdad arranca esas palabras <strong>de</strong> sus labios. Los impíos salen <strong>de</strong> sus<br />

tumbas tales como a ellas bajaron, con la misma enemistad hacia Cristo y el mismo<br />

espíritu <strong>de</strong> rebelión. No disponen <strong>de</strong> un nuevo tiempo <strong>de</strong> gracia para remediar los<br />

<strong>de</strong>fectos <strong>de</strong> su vida pasada, pues <strong>de</strong> nada les serviría. Toda una vida <strong>de</strong> pecado no<br />

ablandó sus corazones. De serles concedido un segundo tiempo <strong>de</strong> gracia (476), lo<br />

emplearían como el primero, eludiendo las exigencias <strong>de</strong> Dios e incitándose a la<br />

rebelión contra Él.<br />

Cristo <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> sobre el monte <strong>de</strong> los Olivos, y como sus pies tocan la<br />

montaña, se separa en dos, y se convierte en una vasta llanura. Entonces la Nueva<br />

<strong>Jerusalén</strong>, en su esplendor <strong>de</strong>slumbrante, <strong>de</strong>scien<strong>de</strong> <strong>de</strong>l Cielo. A medida que <strong>de</strong>scien<strong>de</strong><br />

sobre el lugar purificado y preparado para recibirla, Cristo, con su pueblo y los ángeles,<br />

entran en la ciudad sagrada.<br />

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