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Dios no envió sus mensajeros a los palacios <strong>de</strong> reyes, a las asambleas <strong>de</strong><br />
filósofos, o a las escuelas <strong>de</strong> los rabinos, para darles a conocer la noticia maravillosa <strong>de</strong><br />
que el Re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong> los hombres estaba a punto <strong>de</strong> aparecer sobre la tierra. Los judíos<br />
estaban construyendo monumentos para profetas martirizados <strong>de</strong> Dios, mientras que por<br />
su diferencia los gran<strong>de</strong>s hombres <strong>de</strong> la tierra estaban pagándole homenaje a los siervos<br />
<strong>de</strong> Satanás. Absorbido en su conflicto ambicioso por posición y po<strong>de</strong>r entre los<br />
hombres, estaban perdiendo <strong>de</strong> vista los honores divinos que les ofreció el Rey <strong>de</strong>l<br />
Cielo.<br />
Con qué interés profundo y reverente <strong>de</strong>bieron los ancianos <strong>de</strong> Israel estar<br />
estudiando el lugar, la hora, y las circunstancias <strong>de</strong>l evento más gran<strong>de</strong> en la historia <strong>de</strong>l<br />
mundo, - ¡la venida <strong>de</strong>l Hijo <strong>de</strong> Dios para redimir al hombre! ¡Oh, porqué no estuvo el<br />
pueblo velando y esperando para que fueran los primeros en darle la bienvenida al<br />
Re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong>l mundo! Pero he aquí, en Belén dos viajeros fatigados <strong>de</strong> las colinas <strong>de</strong><br />
Nazaret atravesaban toda aquella calle estrecha hasta llegar a la extremidad oriental <strong>de</strong>l<br />
pueblo, en vano buscando un lugar para reposar, un refugio para la noche. Ninguna<br />
puerta se les abre para recibirlos. En una casucha miserable preparada para el ganado,<br />
por fin hallan refugio, y allí el Salvador <strong>de</strong>l mundo encuentra su nacimiento.<br />
Los ángeles celestiales habían visto la gloria que el Hijo <strong>de</strong> Dios compartía con<br />
el Padre antes que el mundo fuera hecho, miraban y anhelaban con intenso interés a su<br />
aparición aquí en la tierra como el evento más importante para la población <strong>de</strong> la tierra.<br />
Angeles fueron asignados para llevar las buenas nuevas a aquellos que estuvieran<br />
preparados (197) para recibirlas, y quienes gozosamente la darían por conocer a los<br />
habitantes <strong>de</strong> la tierra. Cristo se había humillado para tomar sobre sí mismo la<br />
naturaleza <strong>de</strong>l hombre; había <strong>de</strong> llevar un peso infinito <strong>de</strong> maldición mientras ofrecía su<br />
alma como expiación por el pecado; pero sin embargo es el <strong>de</strong>seó <strong>de</strong> los ángeles que<br />
aun en su humillación, el Hijo <strong>de</strong>l Altísimo pueda aparecer ante los hombres con una<br />
dignidad y gloria que es reflejo <strong>de</strong> su propio carácter. ¿Será posible que los hombres<br />
gran<strong>de</strong>s <strong>de</strong> la tierra se reúnan en la capital <strong>de</strong> Israel para esperar su venida? ¿Lo<br />
presentaran legiones <strong>de</strong> ángeles a la multitud expectativa?<br />
Un ángel visita la tierra para ver quien está preparado para recibir a Jesús. Pero<br />
no pue<strong>de</strong> discernir pruebas <strong>de</strong> una espera. No oye voces <strong>de</strong> alabanza y triunfo<br />
proclamando que la venida <strong>de</strong>l Mesías está por ocurrir. El ángel se cierne por un tiempo<br />
sobre la ciudad escogida y el templo don<strong>de</strong> la presencia divina fue manifestada para<br />
todas las eda<strong>de</strong>s; pero aún aquí hay la misma indiferencia. Los sacerdotes, en su pompa<br />
y orgullo, ofrecen sacrificios contaminados en el templo. Los fariseos están con voces<br />
en alto dirigiéndose a la gente, o haciendo oraciones jactanciosas en las esquinas <strong>de</strong> las<br />
calles. No hay evi<strong>de</strong>ncia que están esperando a Cristo, y no hay preparación para el<br />
Príncipe <strong>de</strong> vida.<br />
El mensajero celestial en asombro está a punto <strong>de</strong> volver al Cielo con las noticias<br />
vergonzosas, cuando <strong>de</strong>scubre un grupo <strong>de</strong> pastores quienes velan a sus rebaños durante<br />
la noche, y, mientras miran al Cielo estrellado, están contemplando la profecía <strong>de</strong> un<br />
Mesías que ha <strong>de</strong> venir a la tierra, y añoran el advenimiento <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor <strong>de</strong>l mundo.<br />
Aquí hay una compañía que se le pue<strong>de</strong> confiar con el mensaje celestial. Y <strong>de</strong> repente el<br />
ángel <strong>de</strong>l Señor apareció, <strong>de</strong>clarando las buenas nuevas <strong>de</strong> gran regocijo. <strong>La</strong> gloria<br />
(198) celestial inundó toda la llanura, una compañía innumerable <strong>de</strong> ángeles fueron<br />
revelados, y como si el regocijo hubiera sido <strong>de</strong>masiado gran<strong>de</strong> para un solo mensajero<br />
para traer <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el Cielo, una multitud <strong>de</strong> voces se unieron en el himno que todas las<br />
naciones <strong>de</strong> los salvados cantarán algún día, “¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra<br />
paz, buena voluntad para el hombre!”<br />
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