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CAPÍTULO XXIV<br />
_________<br />
ORIGEN DEL MAL<br />
Para muchos el origen <strong>de</strong>l pecado y el por qué <strong>de</strong> su existencia es causa <strong>de</strong> gran<br />
perplejidad. En su interés en estas cuestiones, las verda<strong>de</strong>s claramente reveladas en la<br />
Palabra <strong>de</strong> Dios que son esenciales para la salvación son <strong>de</strong>scuidadas; y el hecho <strong>de</strong> que<br />
las Escrituras no surten explicación, es tomado como una excusa para rechazar las<br />
palabras <strong>de</strong> las Sagradas Escrituras.<br />
Es imposible explicar el origen <strong>de</strong>l pecado y dar razón <strong>de</strong> su existencia. El<br />
pecado es un intruso, y no hay razón que pueda explicar su existencia. Es algo<br />
misterioso e inexplicable; excusarlo equivaldría a <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rlo. Si se pudiera encontrar<br />
alguna excusa en su favor o señalar la causa <strong>de</strong> su existencia, <strong>de</strong>jaría <strong>de</strong> ser pecado. <strong>La</strong><br />
única <strong>de</strong>finición <strong>de</strong>l pecado es la que da la Palabra <strong>de</strong> Dios: “El pecado es transgresión<br />
<strong>de</strong> la ley.”<br />
El pecado se originó con él, quien, al lado <strong>de</strong> Cristo, estuvo <strong>de</strong> pie altamente en<br />
el favor <strong>de</strong> Dios, y más alto en po<strong>de</strong>r y gloria entre los habitantes <strong>de</strong>l Cielo. Antes <strong>de</strong> su<br />
caída, Lucero era el querubín cubridor, santo e impoluto. El profeta <strong>de</strong> Dios <strong>de</strong>clara:<br />
“Perfecto eras en todos tus caminos <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el día que fuiste creado, hasta que se halló en<br />
ti maldad.” (Ezequiel 28:15.) <strong>La</strong> paz y gozo, en sumisión perfecta a la voluntad <strong>de</strong>l<br />
Cielo, existió por todo el anfitrión angélico. El amor a Dios (316) era supremo, amor <strong>de</strong><br />
uno a otro imparcial. Tal era la condición que existía por eda<strong>de</strong>s antes <strong>de</strong> la entrada <strong>de</strong>l<br />
pecado.<br />
Pero sobre este estado feliz allí vino un cambio. Dice el profeta, dirigiéndose al<br />
príncipe <strong>de</strong>l mal, “Se enalteció tu corazón a causa <strong>de</strong> tu hermosura, corrompiste tu<br />
sabiduría a causa <strong>de</strong> tu esplendor; yo te he arrojado por tierra; <strong>de</strong>lante <strong>de</strong> los reyes te he<br />
puesto por espectáculo.” (Ezequiel 28:17.) Aunque Dios había creado a Lucero noble y<br />
bello, y lo había exaltado a honra alto entre el anfitrión angélico, sin embargo no le<br />
había colocado más allá <strong>de</strong> la posibilidad <strong>de</strong>l mal. Estaba en el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Satanás,<br />
escogió hacerlo, pervertir estos regalos. Él había podido quedar en favor con Dios,<br />
querido y honrado por toda la multitud angélica, presidiendo en su posición exaltada<br />
con generoso, cuidado <strong>de</strong>sinteresado, ejercitando sus po<strong>de</strong>res nobles bendiciendo a<br />
otros y glorificando a su Hacedor. Pero, poco a poco, él empezó a buscar su propia<br />
honra, y emplear sus po<strong>de</strong>res para llamar la atención y ganar alabanza para sí mismo. Él<br />
también gradualmente condujo los ángeles sobre quién él gobernó a servirle, en lugar <strong>de</strong><br />
<strong>de</strong>dicar todos sus po<strong>de</strong>res al servicio <strong>de</strong> su Creador. Este camino pervirtió su<br />
imaginación propia, y pervirtió a los que cedían implícitamente a su autoridad.<br />
Los consejos celestiales amonestaron a Lucero <strong>de</strong> cambiar su camino. El Hijo <strong>de</strong><br />
Dios le advirtió y le suplicó que no se aventurara así a <strong>de</strong>shonrar a su Hacedor, y traer<br />
ruina sobre sí. Pero en lugar <strong>de</strong> ce<strong>de</strong>r, Satanás representó a esos que lo amaban, que<br />
había sido injustamente juzgado, que su dignidad no fue respetada, y que su libertad<br />
estaba siendo limitada (317.)<br />
Que Cristo <strong>de</strong>bía ser consi<strong>de</strong>rado como el que necesitaba ser corregido, y<br />
presumía tomar la posición <strong>de</strong> un superior, se <strong>de</strong>spertó en él un espíritu <strong>de</strong> resistencia, y<br />
le hizo cargo al Hijo <strong>de</strong> Dios con un diseño para humillarlo ante los ángeles. Por<br />
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