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Santos era un día importante para Wittenberg. Eran exhibidas entonces las reliquias<br />
costosas <strong>de</strong> la iglesia, plena remisión <strong>de</strong> pecados a los que visitasen la iglesia e hiciesen<br />
confesión <strong>de</strong> sus culpas. De acuerdo en este día, el pueblo acudía en masa a aquel lugar.<br />
En conformidad con este día, la gente en gran número acudió allí. En el día anterior a la<br />
fiesta, Lutero fue audazmente a la iglesia, a la cual muchedumbres <strong>de</strong> adoradores<br />
acudían, y él fijó en la puerta noventa y cinco proposiciones contra la doctrina <strong>de</strong> las<br />
indulgencias. En estas tesis él se <strong>de</strong>clara a sí mismo preparado para <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>rse contra<br />
todos los opositores.<br />
Estas proposiciones atrajeron la atención general. Fueron leídas y vueltas a leer y<br />
se repetían por todas partes. Fue muy intensa la excitación que produjeron en la<br />
universidad y en toda la ciudad. Demostraban que jamás se había otorgado al papa ni a<br />
hombre alguno el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> perdonar los pecados y <strong>de</strong> remitir el castigo consiguiente.<br />
Todo ello no era sino una farsa, un artificio para ganar dinero valiéndose <strong>de</strong> las<br />
supersticiones <strong>de</strong>l pueblo, un invento <strong>de</strong> Satanás para <strong>de</strong>struir las almas <strong>de</strong> todos los que<br />
confiasen en tan necias mentiras. Se probaba a<strong>de</strong>más con toda evi<strong>de</strong>ncia que el<br />
Evangelio <strong>de</strong> Cristo es el tesoro más valioso <strong>de</strong> la iglesia, y que la gracia <strong>de</strong> Dios<br />
revelada en él se otorga <strong>de</strong> bal<strong>de</strong> a los que la buscan por medio <strong>de</strong>l arrepentimiento y <strong>de</strong><br />
la fe.<br />
<strong>La</strong>s tesis <strong>de</strong> Lutero <strong>de</strong>safiaban a discutir; pero nadie osó aceptar el reto. <strong>La</strong>s<br />
proposiciones hechas por él se esparcieron luego por toda Alemania y en pocas semanas<br />
se difundieron por todos los dominios (105) <strong>de</strong> la Cristiandad. Muchos <strong>de</strong>votos<br />
romanistas, que habían visto y lamentado las terribles iniquida<strong>de</strong>s que prevalecían en la<br />
iglesia, pero que no sabían qué hacer para <strong>de</strong>tener su <strong>de</strong>sarrollo, leyeron las<br />
proposiciones <strong>de</strong> Lutero con profundo regocijo, reconociendo en ellas la voz <strong>de</strong> Dios.<br />
Les pareció que el Señor extendía su mano misericordiosa para <strong>de</strong>tener el rápido avance<br />
<strong>de</strong> la marca <strong>de</strong> corrupción que procedía <strong>de</strong> la se<strong>de</strong> <strong>de</strong> Roma. Los príncipes y los<br />
magistrados se alegraron secretamente <strong>de</strong> que iba a ponerse un freno al arrogante po<strong>de</strong>r<br />
que negaba el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> apelación.<br />
Pero las multitu<strong>de</strong>s supersticiosas y dadas al pecado se aterrorizaron cuando<br />
vieron <strong>de</strong>svanecerse los sofismas que amortiguaban sus temores. Los astutos<br />
eclesiásticos, al ver interrumpida su obra que sancionaba el crimen, y en peligro sus<br />
ganancias, se airaron y se unieron para sostener sus pretensiones. El reformador tuvo<br />
que hacer frente a implacables acusadores, algunos <strong>de</strong> los cuales le culpaban <strong>de</strong> ser<br />
violento y ligero para apreciar las cosas. Otros le acusaban <strong>de</strong> presuntuoso, y <strong>de</strong>claraban<br />
que no era guiado por Dios, sino que obraba a impulso <strong>de</strong> orgullo y <strong>de</strong> la audacia.<br />
“¿Quién no sabe - respondía él - que rara vez se avanza una i<strong>de</strong>a nueva sin ser tildado <strong>de</strong><br />
orgullo, y sin ser acusado <strong>de</strong> buscar disputas? ... ¿Por qué fueron inmolados Jesucristo y<br />
todos los mártires? - porque parecieron <strong>de</strong>spreciadores orgullosos <strong>de</strong> la sabiduría <strong>de</strong> los<br />
tiempos en que vivieron, y porque presentaron verda<strong>de</strong>s nuevas sin haber primero<br />
consultado los oráculos <strong>de</strong> las opiniones viejas.”<br />
Y añadía: “No <strong>de</strong>bo consultar la pru<strong>de</strong>ncia humana, sino el consejo <strong>de</strong> Dios. Si<br />
la obra es <strong>de</strong> Dios, ¿quién la contendrá? Si no lo es ¿quién la a<strong>de</strong>lantará? (106.) ¡Ni mi<br />
voluntad, ni la <strong>de</strong> ellos, ni la nuestra, sino la tuya, Padre santo, que estás en el Cielo!”<br />
A pesar <strong>de</strong> ser movido Lutero por el Espíritu <strong>de</strong> Dios para comenzar la obra, no<br />
había <strong>de</strong> llevarla a cabo sin duros conflictos. <strong>La</strong>s censuras <strong>de</strong> sus enemigos, la manera<br />
en que falseaban los propósitos <strong>de</strong> Lutero y la mala fe con que juzgaban <strong>de</strong>sfavorable e<br />
injustamente el carácter y los móviles <strong>de</strong>l reformador, le envolvieron como ola que todo<br />
lo sumerge; y no <strong>de</strong>jaron <strong>de</strong> tener su efecto. Lutero había abrigado la confianza <strong>de</strong> que<br />
los caudillos en la iglesia Filósofos <strong>de</strong> la nación se unirían con él <strong>de</strong> buen grado para<br />
colaborar en la obra <strong>de</strong> Reforma. Ciertas palabras <strong>de</strong> estímulo que le habían dirigido<br />
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