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La Destrucción de Jerusalén

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predicación <strong>de</strong>l mensaje <strong>de</strong>l primer ángel en 1843 y <strong>de</strong>l “clamor <strong>de</strong> media noche” en<br />

1844, tendía directamente a reprimir el fanatismo y la disensión. Los que participaban<br />

en estos solemnes movimientos estaban en armonía; sus corazones estaban llenos <strong>de</strong><br />

amor mutuo y <strong>de</strong> amor hacia Jesús, a quien esperaban ver pronto. Una sola fe y una<br />

sola esperanza bendita los elevaban por encima <strong>de</strong> cualquier influencia humana, y les<br />

servían <strong>de</strong> escudo contra los ataques <strong>de</strong> Satanás (247.)<br />

CAPÍTULO XVII<br />

________<br />

EL CLAMOR DE MEDIANOCHE<br />

“Y tardándose el esposo, cabecearon todas y se durmieron. Y a la medianoche se<br />

oyó un grito: ¡Aquí viene el esposo; salid a recibirle! Entonces todas aquellas vírgenes<br />

se levantaron, y arreglaron sus lámparas.” (S. Mateo 25:5-7.)<br />

En el verano <strong>de</strong> 1844, los adventistas <strong>de</strong>scubrieron la equivocación en sus<br />

estimaciones anteriores <strong>de</strong> los períodos proféticos, y lo establecieron en la posición<br />

correcta. Los 2300 días <strong>de</strong> Daniel 8:14, que todos creyeron exten<strong>de</strong>rse hasta la segunda<br />

venida <strong>de</strong> Cristo, creyendo que se terminaba en la primavera <strong>de</strong> 1844; pero ahora fue<br />

visto que este periodo se extendía al otoño <strong>de</strong>l mismo año, y las mentes <strong>de</strong> los<br />

adventistas fueron compuestas sobre este punto como el tiempo <strong>de</strong>l aparecimiento <strong>de</strong>l<br />

Señor. <strong>La</strong> proclamación <strong>de</strong> este mensaje <strong>de</strong>l tiempo fue otro paso en el cumplimiento <strong>de</strong><br />

la parábola <strong>de</strong>l matrimonio, cuya aplicación a la experiencia <strong>de</strong> los adventistas ya había<br />

sido visto claramente. Como en la parábola el clamor se hoyo en la medianoche<br />

anunciando el acercamiento <strong>de</strong>l novio, así en el cumplimiento, <strong>de</strong> la mitad <strong>de</strong>l camino<br />

entre la primavera <strong>de</strong> 1844, cuando primero se supuso que los 2300 días se cerrarían, y<br />

el otoño <strong>de</strong> 1844, encontraron <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> todo que en tal tiempo (248) se cumplirían un<br />

tal clamor se levanto en las propias palabras <strong>de</strong> la Escritura: “¡Aquí viene el esposo;<br />

salid a recibirle!”<br />

Como marea creciente, el movimiento se extendió por el país. Fue <strong>de</strong> ciudad en<br />

ciudad, <strong>de</strong> pueblo en pueblo y hasta a lugares remotos <strong>de</strong>l campo, y consiguió <strong>de</strong>spertar<br />

al pueblo <strong>de</strong> Dios que estaba esperando. El fanatismo <strong>de</strong>sapareció ante esta<br />

proclamación como helada temprana ante el sol naciente. Los creyentes vieron<br />

<strong>de</strong>svanecerse sus dudas y perplejida<strong>de</strong>s, y la esperanza y el valor reanimaron sus<br />

corazones. <strong>La</strong> obra quedaba libre <strong>de</strong> las exageraciones propias <strong>de</strong> todo arrebato que no<br />

es dominado por la influencia <strong>de</strong> la Palabra y <strong>de</strong>l Espíritu <strong>de</strong> Dios. Este movimiento<br />

recordaba los períodos sucesivos <strong>de</strong> humillación y conversión al Señor que entre los<br />

antiguos israelitas solían resultar <strong>de</strong> las reconvenciones dadas por los siervos <strong>de</strong> Dios.<br />

Llevaba el sello distintivo <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Dios en todas las eda<strong>de</strong>s. Había en él poco gozo<br />

extático, sino más bien un profundo escudriñamiento <strong>de</strong>l corazón, confesión <strong>de</strong> los<br />

pecados y renunciación <strong>de</strong>l mundo. El anhelo <strong>de</strong> los espíritus abrumados era prepararse<br />

para recibir al Señor. Había perseverancia en la oración y consagración a Dios sin<br />

reserva.<br />

Dijo Guillermo Miller al <strong>de</strong>scribir esta obra: “No hay gran manifestación <strong>de</strong><br />

gozo; no parece sino que éste fuera reservado para más a<strong>de</strong>lante, para cuando Cielo y<br />

tierra gocen juntos <strong>de</strong> dicha in<strong>de</strong>cible y lleno <strong>de</strong> gloria. No se oye tampoco en ella grito<br />

<strong>de</strong> alegría, pues esto también esta reservado para la aclamación que ha <strong>de</strong> oírse <strong>de</strong>l<br />

Cielo. Los cantores callan; están esperando po<strong>de</strong>rse unir a las huestes angelicales, al<br />

coro <strong>de</strong>l Cielo. Ni argumentos se usarán o necesitarán; todo parece convencido que ellos<br />

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