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ABRIR SEGUNDA PARTE

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sería imposible en un pueblo tan metódico como éste” (1>.<br />

El catolicismo, en efecto, no es apto para los ingleses. Requiere<br />

grandes gastos de instalación, predispone al ensueño y aleja de los<br />

negocios. Además, todo el ambiente fastuoso de las catedrales resulta para<br />

el inglés absurdo, poco razonable e impráctico:<br />

“Exige grandes gastos de instalación, lleva mucho tiempo, predispone<br />

al ensueño y le aparta a uno la imaginación de los negocios. El<br />

claroscuro de las catedrales, las altas bóvedas, los ventanales<br />

góticos, el oro, la púrpura; todo esto constituye un ambiente que al<br />

inglés no le impresiona absolutamente nada; pero que le parece<br />

absurdo. Al inglés le gustan las religiones sensatas. El inglés<br />

quiere ir a casa del cura como va a casa del médico. Si el médico le<br />

recibiese en una catedral, vestido con un traje fantástico y haciendo<br />

gestos extraños, el inglés daría media vuelta, diciendo que todo<br />

aquello era muy poco razonable. Pues la misma reflexión se le ocurre<br />

al trasponer el umbral de una iglesia católica” (1, p.226>.<br />

El catolicismo es incompatible con el carácter inglés. Del mismo<br />

modo, el protestantismo despierta en el español un rechazo fisiológico. En<br />

“El sentido reverencial del dinero”, Camba se hace eco de la doctrina<br />

socioeconómica imperante en Norteamérica y defendida en España por Ramiro<br />

de Maeztu en una serie de artículos recogidos luego bajo ese título<br />

general. Para el pontevedrés Julio Camba los conceptos español y católico<br />

forman una igualdad absoluta: “El catolicismo constituye para nosotros una<br />

segunda naturaleza, y toda nuestra actitud ante la vida, toda nuestra<br />

manera de ser y de sentir es de manera fundamentalmente católica” (II,<br />

p.444>. Por eso “el sentido reverencial del dinero”, que es el principio<br />

económico resultante del protestantismo, y que explica el desarrollo<br />

norteamericano, en contra de las pretensiones de Maeztu, no va a encontrar<br />

arraigo en España. Se trata de una “doctrina contraria al espíritu<br />

católico” (II. p.443). Poco más adelante añade:<br />

“El sentido reverencial del dinero es protetestantismo puro, y en

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