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ABRIR SEGUNDA PARTE

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(“mamá —dice a Mario— provenía de una familia muy acomodada de Santander”,<br />

p. 71), que lleva aparejado un espíritu conservador católico, y la falta<br />

de cultivo intelectual —tan solo el que podía contagiarle el catedrático<br />

de Instituto que fue su marido, y que al parecer le resbalaba— se alzan en<br />

ella como un muro de contención para cualquier corriente de libertad<br />

religiosa o de pluralidad de cultos.<br />

Mario provocaba el ánimo de su esposa con las reuniones de oración<br />

que mantenía con los protestantes. Pero en otra novela posterior, 377k<br />

madera de héroe, premio Ciudad de Barcelona, 1987, otro personaje de<br />

profesión liberal como es Jairo, causará asombro entre alguno de los<br />

bienpensantes descendientes de don León de la Lastra al saber éstos que<br />

mantenía reuniones, esta vez los martes, con jóvenes protestantes de<br />

Madrid:<br />

“Una tarde, tía Cruz, el rostro encendido a pesar del albarino,<br />

enriqueció el anecdotario de Jairo con una inimaginable revelación:<br />

— Marina me ha dicho que en Madrid se reunía todos los martes con<br />

jóvenes protestantes.<br />

— ¡Cielo santo!<br />

Terció Felipe Neri:<br />

— No me sorprende. Los secuaces de Lutero en Madrid van en aumento.<br />

— Lutero, el primero en levantar bandera contra el Papa.<br />

— ¡Ah!” (17).<br />

Tratemos de precisar el momento temporal del hecho. La acción<br />

novelesca comienza en 1927. Este es el año en que también Jairo va<br />

destinado a la Audiencia de la capital de provincias, donde transcurre<br />

parte de la novela, después de haber aprobado las oposiciones a Juez (18).<br />

Era entonces un hombre “maduro y soltero” (p. 127). Suponiendo que fuera<br />

coetáneo de los jóvenes con quienes se reunia, esto debía suceder en torno<br />

a 1920. Por esas fechas la realidad parece desmentir las palabras de<br />

Felipe Nerí. El número de los “secuaces de Lutero” no había experimentado

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