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ABRIR SEGUNDA PARTE

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—1.027 —<br />

“ERASMO.— Hemos pasado gran parte de nuestra vida discutiendo. He<br />

llegado a odiaros a menudo. Os he considerado como mi enemigo<br />

personal... Y ahora comprendo que habéis sido el eje de mi vida y que<br />

os quiero como a parte de mi mismo” (p. 86).<br />

Erasmo y Lutero, dos destinos diferentes que en su búsqueda de la<br />

verdad en la ciencia o en Dios, con la fe o con la razón, en el compromiso<br />

o en la inhibición, exigen una complementariedad. La obra pasa pues del<br />

plano religioso a un planteamiento filosófico de la existencia del hombre<br />

según el cual no cabe la autonomía de las ideologías, sino el<br />

contrapunteado equilibrio y el abrazo en la busca de la insondable verdad<br />

personal y de una historia menos atormentada.<br />

A lado de ese doble plano, hay que considerar que desde una<br />

perspectiva historiográfica la obra pretende un acercamiento de lqs<br />

partes. Es a todas luces excesiva la insistencia en la concupiscencia y la<br />

dipsomanía de Lutero. El estudiante y el monje de Erfurt aparecen<br />

dibujados con esos vicios tan subrayados por las obras del polemista<br />

sacerdote Juan Codeo y del fraile dominico Denifle. Uno insistió en el<br />

orgullo y la soberbia y otro en la concupiscencia. Pero esta imagen<br />

reducida de disoluto y lujurioso, que ha permanecido hasta Lortz . Su fria racionalidad le<br />

impide creer. Mas la frialdad no es sólo intelectual. Sexualmente es un

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