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ABRIR SEGUNDA PARTE

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— 757 —<br />

El anciano Esteban es el San Pablo de la ciudad. Como el apóstol de<br />

Tarso, su vida esta dividida en dos periodos antitéticos separados por un<br />

antes y un después del descubrimiento de la luz reveladora de la verdad.<br />

De presidiario pasó a ser el pastor encargado de la capilla de Fasera, y<br />

ahora, ya anciano de 75 años, es hospedero de Justo el Evangélico:<br />

“Vivía Justo con el viejo Esteban, un San Pablo, que después de una<br />

vida licenciosa y hasta de haber vestido traje de presidio, vio la<br />

luz de la verdad y su palabra se hizo eco del Evangelio; sus manos,<br />

lanas de recental, y su corazón, un abismo de amor fraterno.<br />

Era pastor protestante y tenía a su cargo la capilla de Fasera.<br />

Muy anciano ya, no podía salir a predicar y pasaba sus últimos días<br />

sin moverse de la capilla.<br />

Todas las tardes, a la hora de oración, el les dirigía la palabra a<br />

los hermanos protestantes del contorno” (p. 185).<br />

Entre otros personajes “protestantes de veras” figuraban también<br />

Encarnación la Minera y Camilo el herrero, pero estos dos no adquieren el<br />

relieve que los vistos hasta aquí. La caracterización psicológica de la<br />

doncella Encarnación es imprecisable. No se sabe bien si es loca, idiota o<br />

fervorosa . Y de Camilo no se nos dice más que el nombre y la profesión.<br />

Podemos concluir que este grupo de protestantes se caracteriza por<br />

ser trasunto de personajes biblícub. Desde el punto de vista psicológico<br />

su personalidad está marcada fuertemente por la religión, que les confiere<br />

un espíritu de mansedumbre no exento de un deseo de ser víctimas<br />

testimoniales, mártires de su fe. A este respecto es muy ilustrativo el<br />

modo de terminar los sermones que tenía el pastor Esteban:<br />

_ ¡Hermanos, qué mansedumbre la de los pastores católicos! ¡No son

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