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ABRIR SEGUNDA PARTE

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fuentes teológicas distintas. En el mismo articulo decía Maeztu:<br />

“Mientras los puritanos de la América del Norte Interpretan al pie de<br />

la letra la sentencia de San Pablo ‘El que no trabaja no debe comer’,<br />

Santo Tomás de Aquino enseña que la obligación del trabajo ha sido<br />

impucta al género humano, pero no al individuo” (15>.<br />

Desde esta perspectiva se puede contemplar la diferente actitud ante<br />

el trabajo que adoptaban el protestante Cipriano, en cuyas palabras<br />

creíamos percibir las mismas recomendaciones paulinas, y el tío Quirico.<br />

Por lo demás, la fobia antiprotestante no debía0ser Impropia del<br />

momento en que habla don Leocadio: la dictadura de Primo de Rivera. Además<br />

era efectiavamente alentada. por personas que, en razón de su ministerio,<br />

eran las menos indicadas para esa instigación. Dice Juan Bautista Vilar:<br />

“La fobia antiprotestante [era] tolerada cuando no alentada por<br />

personas que en razón de su ministerio se hallaban comprometidas a<br />

dar un testimonio de fraternidad cristiana. La intolerancia que se<br />

conoció en Aguilas, más que de tipo popular, fue oficial, instigada<br />

por sacerdotes y personas influyentes. La dictadura de Primo de<br />

Rivera se tradujo en una restricción del sistema de tolerancia<br />

establecido con la suspendida Constitución de 1876” (16>.<br />

Efectivamente, no sólo el sermón, sino la primera parte de la novela,<br />

titulada “Los mártires”, es la vejatoria humillación a que son sometidos,<br />

sin resistencia por su parte, los evangélicos Enriqueta y Cipriano por un<br />

grupo de barnegrianos capitaneados por don Leocadio.<br />

El protagonista y la intención de la novela<br />

El personaje protagonista merece también que nos detengamos en él.<br />

Apuntamos desde el primer momento que encarna la contrafigura de<br />

Jesucristo y se alza como una parodia del fundador del cristianismo. El

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