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ABRIR SEGUNDA PARTE

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RICARDO LOPEZ ARANDA<br />

— 995 —<br />

Este escritor santanderino (1934> cuenta con un curriculum<br />

profesional considerable, aunque poco conocido. Su producción se puede<br />

dividir en tres apartados. Uno formado por las piezas dramáticas<br />

originales que superan la quincena, aunque la mitad están sin estrenar.<br />

Otro grupo estaría compuesto por las versiones y adaptaciones de obras<br />

ajenas, tanto dramáticas como novelescas. Y el tercer apartado lo<br />

constituyen las obras escritas para la televisión, unas veces guiones<br />

originales y otras partiendo de novelas españolas o extranjeras.<br />

De esta producción de López Aranda nosostros vamos a fijarnos en el<br />

drama Yo. Martín Lutero (1963> (1>. A pesar del tiempo transcurrido y los<br />

méritos artísticos que reúne, la obra aún no se ha representado.<br />

Consta de veintiuna escenas divididas en dos actos. En el drama,<br />

Lutero confiesa la cobardía que le atenazó en aquellos años decisivos de<br />

la Reforma. Ricardo López Aranda rodea al protagonista de las diversas<br />

fuerzas políticas, sociales, económicas, y religiosas que tejieron la<br />

compleja circunstancia que determinó su actuación reformadora.<br />

La obra comienza con un monólogo en el que el monje expone el<br />

propósito que guió esa actuación y que no fue otro que el de presentar la<br />

igualdad de todos los hombres ante Dios; una igualdad basada en la<br />

libertad de conciencia. La declaración de este principio doctrinal,<br />

limitado al mundo interior del individuo, está motivada por la acusación<br />

que Lutero recibió de otra de las personalidades contemporáneas, el<br />

teólogo revolucionario Thomas Múnt2e~r , al considerarle un impostor.<br />

Martín Lutero rechaza la acusación de impostura e invoca a Múntzer, ya<br />

muerto, para que comprenda la verdadera razón de su comportamiento, que no<br />

fue el de un impostor sino el de un cobarde.<br />

De esta manera el dramaturgo comienza a presentarnos los hechos

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