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PDF - Aranzadi

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DEL VERDE PRADERA AL VERDE PINO. LA CRÓNICA<br />

DE UN CAMBIO DE USO AGRARIO<br />

Luis Gil<br />

Catedrático. E.T.S. Ingenieros de Montes. Universidad Politécnica<br />

de Madrid.<br />

En el pasado mes de mayo de 2004 se defendió en la<br />

E.T.S. de Ingenieros de Montes de Madrid la tesis doctoral<br />

de Mario Michel: “El pino radiata (Pinus radiata D.<br />

Don) en la historia forestal de la Comunidad Autónoma<br />

del País Vasco. Análisis de un proceso de forestalismo<br />

intensivo”. Este trabajo ahora cobrará mayor difusión<br />

gracias al apoyo de Caja Laboral Popular y de la sociedad<br />

de Ciencias <strong>Aranzadi</strong>, lo que nos llena de satisfacción<br />

por cuanto supone de oportunidad divulgativa y de<br />

reconocimiento a la labor realizada.<br />

La tesis busca el porqué de las contradicciones asociadas<br />

al pino radiata, pues la falta de aprecio que la<br />

caracteriza es un ejemplo notable de cambio de opinión.<br />

Conocer las causas justifica el trabajo que presentamos.<br />

La plantación generalizada de este árbol exótico<br />

y de crecimiento rápido, evidencia diferencias importantes<br />

entre la sociedad tradicional y la sociedad actual. La<br />

primera lo introdujo ignorando todo sobre sus características,<br />

y de su acierto surgió su expansión territorial,<br />

que llegó hasta donde el clima y la vocación agraria del<br />

suelo lo aconsejaron –bien definidas por la helada de<br />

1956 que mató unos 20 millones de árboles–. Ahora predomina<br />

una sociedad de vocación urbana que rechaza<br />

al pino radiata, al que cuestiona de forma casi unánime.<br />

Sin embargo, hace pocos años, ocupaba el ¡39 por<br />

ciento! de la superficie forestal de la Comunidad<br />

Autónoma del País Vasco, equivalente al 21 por ciento<br />

del territorio. Tal extensión de plantación justifica que el<br />

habitante de ciudades y otras aglomeraciones residenciales<br />

puede identificar, sin vacilar, a la especie que<br />

define el paisaje rural de las últimas décadas. Este reconocimiento<br />

visual les permite opinar sin reparos sobre<br />

su papel en el entorno rural donde se utiliza. Aunque los<br />

comentarios sean diversos, éstos adquieren generalidad<br />

cuando los pinares son protagonistas de los medios<br />

de comunicación, como cuando son objeto de incendios<br />

destacados, lo que ocurrió en 1989, tras arder<br />

21.500 hectáreas en la CAPV, suma de la cifra llamativa<br />

de 800 incendios de montes. Parece procedente recordar<br />

que las estadísticas suelen señalar que aproximadamente<br />

sólo un 4 por ciento de los incendios son de<br />

origen natural. El resto –muchos de poca extensión– se<br />

reparte en porcentajes desconocidos entre los debidos<br />

a imprudencias hasta los de intencionalidad manifiesta.<br />

Los últimos van desde los provocados por un pirómano<br />

vocacional –sin duda, un enfermo mental–, hasta formas<br />

impunes de venganzas personales, siendo su causa<br />

más frecuente que el fuego sea un proceso arraigado en<br />

el mundo rural, que lo utiliza para eliminar de forma fácil<br />

biomasa vegetal no deseada.<br />

PRÓLOGO<br />

Para recordar antiguos comentarios sobre los pinos<br />

viene al caso utilizar los más actuales, aunque sean de<br />

otra de las especies del género. El incendio del 16 al 19<br />

de julio de 2005 en las masas de Pinus pinaster de la<br />

provincia de Guadalajara se debió a una grave imprudencia<br />

y, como casi siempre, el presunto causante<br />

–calificado como un naturalista por algunos periódicos–<br />

había afirmado previamente ser capaz de controlar el<br />

fuego de una parrilla ubicada en el monte. El resultado<br />

fue la sentida pérdida de once integrantes de un retén<br />

forestal, la impactante quema de 12.900 hectáreas y la<br />

lamentable aparición en la prensa de comentarios inadecuados<br />

sobre el pino que definía la cubierta arbórea<br />

en la comarca. La especie que padeció la negligencia<br />

humana fue objeto de una visión simplista y maniquea,<br />

como si el árbol fuese el imprudente y el responsable de<br />

habitar en unos suelos pobres, donde no prosperan<br />

otras especies más exigentes y, además ardieron, pinos<br />

y matorral resecos por un año falto de lluvias.<br />

Viene al caso recordar que entre los pueblos de la<br />

comarca arrasada por la estupidez humana figuran los<br />

denominados Alcolea del Pinar y Ciruelos del Pinar,<br />

topónimos ambos que reflejan la antigüedad de este<br />

tipo de bosques, en nada parecidos a los jardines con<br />

arbolado entre verdes praderas que necesitan de climas<br />

atlánticos sin sequía estival. El pinar quemado era<br />

espontáneo, durante siglos fue el principal modo de<br />

vida que tuvieron los vecinos; en alguno de los ayuntamientos<br />

la venta de sus maderas proporcionaba el 50<br />

por ciento del presupuesto municipal.<br />

Los comentarios del estilo de «tendríamos que repoblar<br />

con vegetación autóctona y reforestar con especies<br />

resistentes al fuego», se emiten con intenciones manifiestas<br />

que implican responsabilidades éticas por sus<br />

consecuencias en un extenso sector de lectores.<br />

Parece que la responsabilidad del fuego la achacan a<br />

cuantos han contribuido a la presencia de cualquier<br />

pino afectado por un incendio forestal.<br />

No se conocen especies que sean resistentes al<br />

fuego; todas arden cuando se dan las condiciones adecuadas.<br />

Por ello no debe deducise que emplear pinos<br />

es obra de técnicos desarrollistas o propietarios ignorantes<br />

que desprecian tanto la sensibilidad como las<br />

posibilidades del país. Nada más lejos, pues una experiencia<br />

antigua mostró que plantar hayas, robles o encinas<br />

en suelos esqueléticos, bajas pluviometrías y estíos<br />

prolongados no finalizaba con el éxito de la plantación.<br />

También la experiencia muestra que encinares y robledales,<br />

si habitaban sobre suelos profundos, son hoy<br />

MUNIBE (Suplemento / Gehigarria) 23, 2005 S.C. <strong>Aranzadi</strong>. Z.E. Donostia/San Sebastián<br />

XI

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