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PDF - Aranzadi

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la prensa defendía el uso del pino radiata en el<br />

caserío. Exponía la labor realizada por su padre<br />

para introducir el pino radiata en Gipuzkoa, y las<br />

positivas consecuencias que dicha introducción<br />

tuvo para el casero. Como propietario forestal y<br />

hombre ligado al mundo rural afirmaba encontrarse<br />

personalmente implicado con el pino radiata:<br />

«Lo trajo desde Méjico [sic] Adán de Yarza. A<br />

Guipúzcoa Irazusta, y a mi Goyerri, mi padre».<br />

Frente a las primeras críticas a la especie aparecidas<br />

en los medios de comunicación, consideraba<br />

que se debía valorar:<br />

• La importancia de los ingresos que el pino radiata<br />

había aportado a la economía del casero, actuando<br />

como «una caja de ahorros».<br />

• El pino radiata no había quitado árboles sino que<br />

había cubierto los calveros que ya existían cuando<br />

llegó, que a su vez eran fruto de la etapa ferrona y la<br />

posterior desidia del casero hacia las frondosas. 133<br />

Entre 1971-1973 la Fundación para el estudio de<br />

temas rurales vascos Cándido de Iturriaga y María<br />

de Dañobeitia encarga a Miren Etxezarreta la realización<br />

de un estudio sobre la situación del caserío<br />

vasco, que tras su actualización en 1976, es<br />

definitivamente publicado en 1977 bajo el título: El<br />

caserío vasco?.<br />

Con los datos de los censos agrarios de 1962<br />

y 1972, Etxezarreta no puede llegar a determinar<br />

el ritmo de desaparición del caserío, pero estimaba<br />

en 1973 la existencia de 17.500 caseríos (8.000<br />

en Gipuzkoa y 9.500 en Bizkaia), de los que sólo<br />

10.000 tenían posibilidad de continuar con la actividad,<br />

y de ellos, 5.095 eran de dedicación parcial<br />

a la actividad agraria.<br />

Mediante un análisis económico con técnicas<br />

de Programación Lineal analiza distintas alternativas<br />

para el futuro de estas explotaciones, entre las<br />

que incluía la posibilidad que el casero abandonase<br />

la actividad y plantase sus terrenos de pinos<br />

para ir a trabajar fuera de la explotación como<br />

peón, oficial o artesano.<br />

Concluía la inviabilidad económica tanto del<br />

caserío tradicional de pequeña dimensión, como<br />

del supuesto de creación de agrupaciones de<br />

tierras:<br />

• Con un caserío de superficie inferior a 5 ha (la mitad<br />

de las explotaciones en 1973), el casero se encontra-<br />

LA CONTESTACIÓN A LA REPOBLACIÓN FORESTAL (1924-1980)<br />

MUNIBE (Suplemento / Gehigarria) 23, 2005 S.C. <strong>Aranzadi</strong>. Z.E. Donostia/San Sebastián<br />

113<br />

ría con los mismos ingresos que si fuese a trabajar de<br />

oficial a la fábrica y plantase todo el terreno de pinos.<br />

Además trabajaría 4.889 horas menos al año.<br />

• Agrupando caseríos para hacer una explotación<br />

empresarial, de 236 ha y 11 trabajadores agrarios,<br />

solamente percibirían 1.300.000 ptas. más que si<br />

plantasen toda la tierra de pinos.<br />

Recomendaba como única salida, la especialización<br />

del caserío en productos concretos con mayor<br />

rentabilidad, como la ganadería de leche. Aún así<br />

sus conclusiones, obtenidas de forma empírica, eran<br />

poco esperanzadoras para el futuro del caserío:<br />

«El caserío es inviable en el futuro. El caserío pequeño,<br />

como el que existe ahora, no puede de ninguna<br />

manera, exceptuando las actividades intensivas que<br />

como hemos dicho repetidamente no supone una solución<br />

al problema agrícola, suministrar una renta similar<br />

a la de los ingresos del trabajo industrial y la utilización<br />

alternativa de la tierra y el capital, por los que las nuevas<br />

generaciones optarán por el trabajo industrial en<br />

lugar de la dedicación a la agricultura.[...] Hemos visto<br />

que tampoco las cooperativas o explotaciones especializadas<br />

en un solo producto alteran esta situación. Y no<br />

nos queda más remedio que concluir que el caserío<br />

está desapareciendo, va a desaparecer totalmente<br />

como unidad económica de producción y que la tierra<br />

euskaldun se dedicará a usos residenciales y plantaciones<br />

de pinos.» (ECHEZARRETA, 1977, p. 384).<br />

ESCAGÜÉS DE JAVIERRE (1977) también afirmaba<br />

que el caserío desaparecería en las próximas<br />

décadas si no se establecía una nueva política<br />

agraria. Recogía el desaliento de los agricultores<br />

vizcaínos, y pedía el arbitrio de medidas técnicas,<br />

legales y económicas. Consideraba pasada la fiebre<br />

industrializadora, y, a pesar del abandono de<br />

muchos caseríos, destacaba el mantenimiento de<br />

la cabaña ganadera y la riqueza que suponía para<br />

el casero los montes repoblados de pino. Era<br />

importante favorecer su cuidado y defensa, ya<br />

que la futura crisis de madera en Europa podía<br />

beneficiar al mundo rural vasco.<br />

En julio de 1977, el periódico El Correo<br />

Español, recogía las conclusiones del estudio de<br />

Etxezarreta para exponer cómo la crisis del caserío<br />

se debía a la pérdida de función y de utilidad<br />

social del modelo caserío, así como que debía<br />

hacerse una apuesta por buscar una salida en la<br />

especialización y la adquisición de las explotaciones.<br />

El artículo exponía:<br />

133 Cita el comentario de un notario del Goiherri que le dijo: «aunque no soy técnico en cosas de tierras y árboles. ¡Cuántas hipotecas ha<br />

levantado y está levantando de nuestros caseríos el pino insignis!». Sin embargo también recoge una anécdota de Pacho Labayen, que<br />

muestra nostalgia hacia la anterior situación del arbolado: «Nos dice que estaba presenciando una gran apuesta de hachas y cuando al<br />

sonar los doce, salió [entre las hayas cortadas] el párroco del pueblo para rezar el Ángelus, le pareció escuchar más un réquiem por<br />

nuestros árboles frondosos que una oración meridiana». El Diario Vasco, 26 de mayo de 1973.

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