PDF - Aranzadi
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madera para viviendas, construcción naval y ferrerías,<br />
lo que supuso la reducción de los espacios<br />
arbolados. La disminución de la masa forestal da<br />
pie a las primeras políticas de fomento del arbolado,<br />
impulsadas por una poderosa industria ferrona<br />
y sus necesidades de madera para la obtención<br />
del carbón vegetal (ZUAZNÁVAR 1905).<br />
Montes públicos<br />
El monte público, o la propiedad comunal que precisaban<br />
los nuevos núcleos de población para sus<br />
necesidades colectivas de maderas, pastos leñas y<br />
aguas, surge a lo largo de los siglos XIV y XV, y adscribe<br />
en su beneficio porciones de monte que amojona<br />
y deslinda, y que en un futuro constituirán su<br />
término municipal. En dicho período toman cuerpo<br />
varios tipos de espacios arbolados, que<br />
GOGEASCOECHEA (1996) ha identificado a través de la<br />
normativa foral en: seles, terrenos de pasto y sesteadero<br />
de ganado con forma circular y algo de arbolado,<br />
tendentes a tener uso y propiedad privada;<br />
ejidos, campos comunales generalmente en alto,<br />
no labrado, donde se reunían los ganados y se formaban<br />
las eras; baldíos, terrenos que no producían<br />
más frutos que los espontáneos; y dehesas, terrenos<br />
ocupado por vegetación silvestre y pasto, acotados<br />
a beneficio de los rebaños de la comunidad.<br />
Desde su origen, parte de estos terrenos generan<br />
rentas por cánones y excedentes de producción.<br />
Algunos autores, como GARAYO (1980, 1992),<br />
buscan en esta histórica generación de rentas el<br />
motivo de su posterior repoblación con especies<br />
de crecimiento rápido y con finalidad económica.<br />
En su análisis de la evolución de los montes públicos<br />
en el País Vasco, convertidos, por modificación<br />
terminológica durante la desamortización, en montes<br />
de aprovechamiento común, determina que<br />
algunos procedían de los propios, terrenos excedentes<br />
que administraba el pueblo directamente<br />
arbitrándolos o arrendándolos, y otros procedían<br />
de los comunes, de uso libre y gratuito para atender<br />
las necesidades vecinales. Considera que la<br />
posterior ambigüedad en los vocablos hace que<br />
actualmente se denominen montes comunales a<br />
todos, incluso a los enteramente dedicados desde<br />
antiguo a la actividad forestal con fines lucrativos,<br />
agrupándolos dentro de la propiedad rústica<br />
común del pueblo y asignándoles por extensión de<br />
los antiguos comunales una vocación potencial de<br />
interés social, no remunerativa.<br />
En algunos municipios toma cuerpo una variante<br />
de estas plantaciones en terrenos comunes: los<br />
MUNIBE (Suplemento / Gehigarria) 23, 2005<br />
EL PINO RADIATA EN LA HISTORIA FORESTAL VASCA<br />
Ondazillegi, plantaciones realizadas a su costa<br />
por algunos vecinos en los montes comunes, que<br />
de esta forma adquirían el derecho al vuelo,<br />
madera y leñas, quedando para el resto de los<br />
vecinos la hoja y frutos caídos, helechos, pastos y<br />
aguas. Posteriormente esta tradición se ha repetido<br />
en algunas repoblaciones de pino radiata<br />
mediante consorcios de estos adjudicatarios con<br />
el propio pueblo.<br />
Montes privados y caserios<br />
La propiedad privada del monte crea espacios<br />
arbolados vinculados a la explotación forestal y<br />
agropascícola relacionada con la actividad agraria,<br />
cuyo centro nuclear será el caserío. Según<br />
OLAZÁBAL (1856) los asentamientos agrarios en los<br />
bosques se produjeron progresivamente en «los<br />
seles o cortabasos que podían ser invernizos, con<br />
882 pies de radio, o veraniegos con 588 pies».<br />
Afirma que en el centro se colocaba una piedra<br />
cenizal o «austarria» donde el pastor debía encender<br />
su fuego. Con el paso del tiempo, el pastor se<br />
convierte en agricultor sedentario de coto perenne,<br />
por lo que establece sucesivas estructuras alrededor<br />
de dicha lumbre: rediles, chozas, establos,<br />
vivienda, que darán lugar a un tipo de explotación<br />
agraria situado en el monte, fuera del núcleo rural<br />
o urbano para formar el complejo agrario caserío,<br />
autosuficiente, básicamente ganadero, productor<br />
de forrajes y pastos. Para LAFFITTE (1913, 1919a), el<br />
inicio de la vida agraria vasca está relacionado con<br />
el establecimiento, deforestación y transformación<br />
de estos seles o «kortabasoak» [porciones de<br />
montes]. Muchos caseríos surgen por lo tanto de<br />
los asentamientos sobre áreas forestales para ser<br />
dedicados a la ganadería, inicialmente creados<br />
como bordas, o alojamientos mixtos de personas y<br />
animales. Se considera que hasta el siglo X la<br />
vivienda campesina presentaba pocas variaciones<br />
de la cabaña neolítica, basada en materiales perecederos,<br />
con una primera fase palafítica donde la<br />
planta baja carecía de cierres mientras que la<br />
vivienda de la planta superior estaba formada por<br />
un entramado de madera guarnecido por ramas,<br />
broza y barro (ORTÍZ DE ZÁRATE 1958).<br />
Posteriormente para mejorar la gestión ganadera<br />
se cerraron las cuadras y roturaron los bosques<br />
colindantes para crear herbazales y reducidas<br />
extensiones de cultivos y huertas, para derivar<br />
finalmente en un núcleo rural autárquico, característico<br />
de la explotación agraria vasca en su zona<br />
Cantábrica (Ilustración 7).<br />
S.C. <strong>Aranzadi</strong>. Z.E. Donostia/San Sebastián