PDF - Aranzadi
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vechamientos de leñas, brozas y pastos. Además,<br />
en el caso de la CAE, la Segunda Guerra Carlista<br />
crea una situación inestable, donde se producen<br />
tales e incendios. La abolición de los fueros en<br />
1875, pone fin a la antigua normativa foral para el<br />
fomento del arbolado.<br />
Estas disposiciones forales derogadas ya habían<br />
sido criticadas por forestales de la talla del vizcaíno<br />
Lucas de Olazábal, que descalificaba por ineficientes<br />
las normas forales sobre montes35 .<br />
Defendía con energía la necesidad de recuperar<br />
el bosque mediante la regeneración natural, o<br />
mediante la repoblación artificial donde no fuera<br />
posible la primera. Además, Olazábal rebatía el<br />
fatalismo que acompañaba a la producción de<br />
recursos renovables, y mantenía un planteamiento<br />
contrario a las ideas liberalizadoras e individualistas<br />
de la época. Consideraba que los montes eran<br />
más productivos en manos seculares que bajo<br />
una iniciativa privada, que siempre buscaba rápidas<br />
realizaciones económicas.<br />
Estado de los montes en 1878<br />
Dado que el régimen foral había excluido a las<br />
Vascongadas de la Clasificación General de los<br />
Montes Públicos de 1859, el primer inventario disponible<br />
sobre el estado de los montes se confecciona<br />
tras la abolición foral. El 29 de noviembre de<br />
1877, el ministerio de Fomento comisiona a varios<br />
ingenieros de montes para clasificar el estado de<br />
los montes públicos vascos, no sin oposición, en<br />
diciembre de 1877, de los representantes alaveses<br />
en la Comisión Vascongada para elaborar el<br />
nuevo Concierto Económico. La Comisión se reúnen<br />
con Cánovas (presidente del Consejo de<br />
Ministros), Quesada (General en Jefe del Ejército<br />
del Norte), y el Conde de Toreno (ministro de<br />
Fomento) para expresar su malestar por la actuación<br />
de los facultativos del ministerio de Fomento,<br />
que estaban inventariando los montes públicos de<br />
su provincia. Reciben la garantía que dichos expedientes<br />
sólo se instruían para la exención desamortizadora<br />
de montes, y que el fomento forestal<br />
seguiría como había sido tradicional. Comienza<br />
así un largo período de malentendidos entre la<br />
Administración del Estado y las Diputaciones<br />
Provinciales, que no culminará hasta 1910.<br />
Tras la inicial resistencia, el 15 de mayo de<br />
1878, el vicepresidente de la Diputación Provincial<br />
MUNIBE (Suplemento / Gehigarria) 23, 2005<br />
EL PINO RADIATA EN LA HISTORIA FORESTAL VASCA<br />
de Álava, Juan de Aldama, emite una circular a los<br />
pueblos para informar que el ingeniero jefe del<br />
Distrito forestal de Navarra y Vascongadas, Juan<br />
José de Herrán, iba a formar el catálogo correspondiente<br />
a Álava de montes pertenecientes a los<br />
pueblos y a los establecimientos públicos, para lo<br />
que pedía su colaboración.<br />
Una vez finalizados los trabajos, el 17 de mayo<br />
de 1879 el ministro de Fomento eleva informe al<br />
Presidente del Consejo de Ministros sobre los<br />
montes vascos, describiendo el estado de los mismos.<br />
La memoria que acompañaba los estados<br />
forestales provinciales, reconocía como la más<br />
importante a Álava, aunque la encontraban muy<br />
parcelada y con numerosas servidumbre de los<br />
pueblos. Respecto de Bizkaia exponía que:<br />
«No hay en toda la provincia un solo monte alto; en su<br />
mayor parte se hayan sujetos al método de descabezamiento<br />
y turnos cortos que varían entre 8 y 16 años, en la<br />
mira sin duda de conciliar la fabricación del carbón con<br />
el aprovechamiento de pastos.» (AHA DAHIA 178/1).<br />
Respecto al proceso desamortizador, el informe<br />
del ministro de Fomento resultaba muy crítico<br />
sobre el medio seguido en los pueblos para la<br />
enajenación y fraccionamiento de los montes:<br />
«La ignorancia en los sistemas de explotación, los<br />
aprovechamientos excesivos y las guerras nacionales e<br />
intestinas de años pasados fueron las causas primordiales<br />
de la desolación e incendio de extensos bosques<br />
y de que los pueblos para procurarse recursos acudieron<br />
a su enajenación, si bien reservándose la propiedad<br />
del suelo, y los pastos de brozas para atender el sostenimiento<br />
de sus ganados y al abono de las tierras; sistema<br />
especial de desamortización hecho por los mismos<br />
pueblos, origen de división en la propiedad forestal,<br />
y más tarde de la subdivisión del suelo, cuando, por<br />
nuevos apuros de la hacienda municipal, enajenaron<br />
los terrenos a particulares, que optando naturalmente<br />
por los más fértiles, adquirieron la propiedad del suelo<br />
y vuelo de numerosas porciones intercaladas entre las<br />
pertenecientes a los pueblos, con daño para ambos<br />
propietarios.» (AHA DAHIA 178/1).<br />
Los montes públicos inventariados ascendieron a<br />
1.261 con una superficie de 195.190 ha (Tabla 10). El<br />
65% de la superficie se encontraba en Álava, el<br />
17,5% en Gipuzkoa y otro tanto en Bizkaia. El roble<br />
suponía el 43% de la superficie total y el haya el 44%,<br />
aunque con espesuras deficientes, ya que en<br />
35 «Tampoco es dable emplear medios mas erróneos y antieconómicos que los que se emplean para fomentar el arbolado en Vizcaya. El<br />
que ha de crear o conservar un monte, empieza por establecer un vivero, y cercar luego el sitio donde se han de transplantar las especies<br />
procedentes de aquél.[…] El verdadero monte es el monte alto, ó sea áquel que, procedente de semilla, se reproduce del mismo modo; y<br />
ninguno de éstos existe en Vizcaya.» OLAZABAL (1898, p. 99).<br />
S.C. <strong>Aranzadi</strong>. Z.E. Donostia/San Sebastián