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Conde de Toreno, Historia del levantamiento, guerra y revolución ...

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LIBRO SEGUNDO (1808)<br />

neral <strong>de</strong> Castilla la Nueva, D. Francisco Javier Negrete, se avistó en la<br />

mañana <strong>de</strong>l 16 con el Gobernador <strong>de</strong>l Consejo el coronel D. Cárlos Velasco,<br />

dándole cuenta <strong>de</strong> la salida <strong>de</strong> las tropas en todo aquel dia, en virtud<br />

<strong>de</strong> un <strong>de</strong>creto <strong>de</strong>l Generalísimo-almirante, y previniéndole al propio<br />

tiempo, <strong>de</strong> parte <strong>de</strong>l mismo, publicar un bando que calmase la turbacion<br />

<strong>de</strong> los ánimos. No bastándole al Gobernador la ór<strong>de</strong>n verbal, exigió<br />

<strong>de</strong> D. Cárlos Velasco que la extendiese por escrito, y con ella se fué<br />

al Consejo, en don<strong>de</strong> se acordó, como medida prévia y ántes <strong>de</strong> obe<strong>de</strong>cer<br />

el expresado mandato, que se expusiesen reverentemente á S. M. las<br />

fatales consecuencias <strong>de</strong> un viaje tan precipitado. Aplaudióse la <strong>de</strong>terminacion<br />

<strong>de</strong>l Consejo, aunque nos parece que no fué <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong>sinteresada,<br />

si consi<strong>de</strong>ramos la incierta y precaria suerte que, con la temida<br />

emigracion más allá <strong>de</strong> los mares <strong>de</strong> la dinastía reinante, había <strong>de</strong> caber<br />

á muchos <strong>de</strong> sus servidores y empleados. Así se vió que hombres que,<br />

como el Marqués Caballero, en los días <strong>de</strong> prosperidad habian sido sumisos<br />

cortesanos, fueron los que con más empeño aconsejaron al Rey<br />

que <strong>de</strong>sistiese <strong>de</strong> su viaje.<br />

Fuese influjo <strong>de</strong> aquellas representaciones, ó fuese más bien el fundado<br />

temor á que daba lugar el público <strong>de</strong>scontento, el Rey trató momentáneamente<br />

<strong>de</strong> suspen<strong>de</strong>r la partida, y mandó circular un <strong>de</strong>creto á<br />

manera <strong>de</strong> proclama, que comenzaba por la <strong>de</strong>susada fórmula <strong>de</strong> «amados<br />

vasallos míos» (1). La gente ociosa y festiva comparaba, por la novedad,<br />

el encabezamiento <strong>de</strong> tan singular publicacion al comenzar <strong>de</strong> ciertas<br />

y famosas relaciones que en sus comedias nos han <strong>de</strong>jado el insigne<br />

(1) Proclama <strong>de</strong> Cárlos IV.<br />

«Amados vasallos mios: Vuestra noble agitacion en estas circunstancias es un nuevo<br />

testimonio que me asegura <strong>de</strong> los sentimientos <strong>de</strong> vuestro corazon; y Yo, que cual padre<br />

tierno os amo, me apresuro á consolaros en la actual angustia que os oprime. Respirad<br />

tranquilos: sabed que el ejército <strong>de</strong> mi caro aliado, el Emperador <strong>de</strong> los franceses,<br />

atraviesa mi reino con i<strong>de</strong>as <strong>de</strong> paz y <strong>de</strong> amistad. Su objeto es trasladarse á los puntos<br />

que amenaza el riesgo <strong>de</strong> algun <strong>de</strong>sembarco <strong>de</strong>l enemigo, y que la reunion <strong>de</strong> los cuerpos<br />

<strong>de</strong> mi guardia ni tiene el objeto <strong>de</strong> <strong>de</strong>fen<strong>de</strong>r mi persona, ni acompañarme en un viaje<br />

que la malicia os ha hecho suponer como preciso. Ro<strong>de</strong>ado <strong>de</strong> la acendrada libertad <strong>de</strong><br />

mis vasallos amados, <strong>de</strong> la cual tengo tan irrefragables pruebas, ¿qué puedo Yo temer? Y<br />

cuando la necesidad urgente lo exigiese, ¿podria dudar <strong>de</strong> las fuerzas que sus pechos generosos<br />

me ofrecerian? No: esta urgencia no la verán mis pueblos. Españoles, tranquilizad<br />

vuestro espíritu; conducios como hasta aquí con las tropas <strong>de</strong>l aliado <strong>de</strong> vuestro rey,<br />

y veréis en breves dias restablecida la paz <strong>de</strong> vuestros corazones, y á Mi gozando la que<br />

el cielo me dispensa en el seno <strong>de</strong> mi familia y vuestro amor. Dado en mi palacio real <strong>de</strong><br />

Aranjuez, á 16 <strong>de</strong> Marzo <strong>de</strong> 1808. YO EL REY.— Á D. PEDRO CEVALLOS.<br />

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